𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐎𝐒 ♀♀

ɪ - ʟᴇ ᴄᴀÍ ᴍᴀʟ

Tal como la canción, con una piel "blanca como la nieve", de hermosos ojos claros que alumbraban todo a su paso y se hacían pequeños cuando daba esa tierna sonrisa que podía derretir hasta el más frío corazón.

Erika, como siempre estaba ahí, en casa, aferrada a los retazos sobrantes de ese hogar que durante años forjó a pulso, cuidando de sus más grandes amores: Alejandra, dura, arrogante y fría, la fiel estampa de su papá y Rodrigo: cariñoso, amable y liberal, un reflejo de lo que mamá alguna vez fue.
Tan distintos como lo serían siempre.

­— ¿Dónde está la mamá que más amo? — sonó eufórico Rodrigo entrando a la habitación con la fuerza de un huracán

— ¿Tienes otra? — sonrió tiernamente Erika mirándolo desde el enorme espejo

— No, y no la cambiaría jamás — besó su frente — Vengo a invitarte a una actividad, no te puedes negar — rogó con esos ojitos tierno que mataban de amor — mañana junto a Natalie comenzamos una nueva labor social y necesitamos dos personas más.

— ¡Ay, hijo! ¿Le dirás a tu hermana? — Cuestionó en tono suave

— No mami — negó rápidamente —  con lo amargada que es no me dejará ni hablar, además usted señora Álvarez me dijo que quería empezar a vivir.

— ¿Y la otra persona? — cuestionó alzando una ceja acusadora

— Natalie se encargará. Por favor má, no me digas que no — suplicó con un puchero

— ¡Está bien! Voy con ustedes — sonrió terminando de peinar su cabello — Naty y tú son tal para cual.

... Y era así, Natalie y Rodrigo se hicieron novios desde los 15 años, juntos participaban en toda clase de eventos y obras benéficas; eran un gran pero despistado equipo.

El joven había hecho su parte, ahora faltaba la intervención de Naty que llegó de imprevisto al sobrio departamento de esa guapa mujer de cabello oscuro e impactantes ojos café...

— Sole por fa, por fa — suplicó haciendo ojitos tristes

— Naty, es que no se si pueda, sabes que ahora tengo nuevo puesto de trabajo y estoy muy ocupada — siguió escribiendo en su computadora.

— Ándale, hazlo por tu cuñada — rogó

— Excuñada — se detuvo en lo que hacía — no sé por qué no le dices a tu hermana — la miró acusadora.

— ¡Por favor, Sole! — rodó los ojos — lo único bueno de mi hermana eras tú. Por fa, por fa — unió sus manos nuevamente.

— A ver y... — suspiró sucumbiendo — ¿De qué será? ¿Quiénes irán? ¿Es solo una vez?

— Cálmate máquina de preguntas. Es para ayudar a unos niños, vamos Rodri, su mamá, tú y yo; bueno supongo que muchas personas más y será mañana o los días que puedas. Anda di que sí.

— Voy solo mañana ¿Ok? — negó vencida — Ya después veremos.

— ¡Ahh! Eres la mejor — abrazándola