𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐎𝐒 ♀♀

C30 "SENTIDOS"

Un sobre blanco, con la misma marca de unos labios rojos crearon en Erika el sentimiento más extraño que jamás había sentido...

"Mi amor, mi luna, mi todo...
Jamás habrá un amor como el nuestro
Jamás habrá mejor persona que tú
Te amo y te espero en una hora en nuestro lugar"

El alma regresó a su cuerpo, esta vez no era un adiós, hoy, era un:

PARA SIEMPRE...

Soledad había dejado un hermoso vestido blanco sin mangas con ligero y sensual escote; un conjunto de ropa interior de encajes del mismo color y unas hermosas sandalias para ella, era simplemente maravilloso.

Una rápida carrera a ducharse, la sonrisa en su rostro se hacía imborrable; todas las prendas le quedaron perfectas, su cabello oscuro, largo con unas ligeras ondas al final y un maquillaje muy sencillo la hacían lucir más hermosa que nunca esa mañana.

Impregnó su cuerpo de ese perfume que tanto le gustaba a Sole y salió para estar muy puntual a la cita con su amor, pero no, la cita no era solo de ambas...

— Cuándo pienso que no puedes ser mas hermosa te apareces así — dijo Soledad asustandola en uno de los amplios corredores del lugar

— Mi amor — corrió abrazándola — Soledad no me hagas eso nunca más, no sabes cuánto me asusté.

— No me regañes mi luna, perdóname — la abrazó más fuerte — puedes estar segura que nunca más me alejaré de ti, nunca mi amor.

— Lo sé, pero no pude evitar pensarlo. ¿Qué es todo esto? Estoy nerviosa

— ¿Crees que nuestro amor es fuerte?

— Ay mi amor, por supuesto. Lo nuestro es fuerte, real, honesto, eterno Sole.

— Entonces, vamos a celebrarlo...

Soledad entrelazó fuerte sus manos y la llevó hasta el pasillo que conducía a la orilla de la playa, justo ahí se colocó detrás de ella y con mucho cuidado le cubrió los ojos con sus manos.

Erika sonrió emocionada, sabía lo detallista que podía ser su mujer pero no en sus más descabellados sueños se imaginó el día que les esperaba.

— Mi reina — le susurró Soledad en el oído aún cubriendo sus ojos — tu felicidad es la mía, tus amores son los míos, somos una sola Erika y no sabes cuánto te amo.

— Y yo te adoro, pero ya mi amor, dime que es...

Soledad sonrió, dejando un beso en la piel descubierta del hombro, retiró sus manos poco a poco.

Erika al fin se abrió a su realidad, ahí estaba su todo: Rodrigo y Naty, Aura y Mariana, Mauricio y por supuesto la pequeña Erika quién al verlas corrió a abrazarlas.

— Mamis...

— Ay mi vida no puede ser — sonrió entre lágrimas — gracias mi amor, gracias.

— Somos tu familia mi cielo y te adoramos — dijo Sole mientras cargaba a la pequeña.

— No llores mami — la pequeña secó sus lágrimas

— Lloro de alegría mi cielo, de felicidad por tenerlas en mi vida hija.

Erika feliz besó a la niña en la frente y le regaló la sonrisa más hermosa que Soledad había visto.