𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐎𝐒 ♀♀

xxɪɪ - ᴀÑᴏꜱ

... Dicen que cuando dos almas están destinadas a recorrer el mundo de la mano, hasta los dolores más profundos son oportunidades de vida.

Porque muy en el fondo de sus corazones saben que algún día, en algún lugar y de algún modo: sucederá.

¡Se hallarán, y será la felicidad eterna!

Dos vidas que tomaron rumbos tan distintos como lo era su amor.
Dos vidas que lograron caminar con un pasado lleno de recuerdos hermosos y una separación que mataría cualquier ilusión, pero jamás matará el sentimiento.

Dos vidas que simplemente se pertenecían, pero luego de 4 años la confianza de un mañana se veía cada vez más lejano

Si, 4 años habían pasado...

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Erika luchaba cada día contra el fantasma del amor.
Recorría continuamente los espacios dónde fueron tan felices; la culpa y el desconcierto de no saber que hizo mal por momentos la invadieron, rabia e impotencia, tristeza y decepción; incluso llegó a despreciar las memorias del idilio.

Pero su corazón aún latía fuerte al pensar en Sole, en esa imposible idea de que un día apareciera por la puerta gritándole un te amo.

Aunque fueron tantos los meses sintiéndose en un laberinto sin salida, tal como predijo Sole, sus nietos le dieron la fuerza necesaria para continuar, era una abuela a tiempo completo.

Poco a poco se sumergió en su descubrimiento personal. La pintura fue el punto de salvación, plasmar en colores y formas sus emociones se hizo la terapia perfecta.
Una afición tan grande que se convirtió en su mayor emprendimiento, comenzó a ser conocida por la majestuosidad de su arte; la delicadeza de cada trazo que iba impregnado de fragmentos de alma.

Definitivamente, había cambiado mucho en esos 4 lentos y distintos años.

Ya no era la tierna rubia de siempre, el espejo reflejaba una seria castaña que hablaba con la mirada; en una de sus profundas crisis recordó esas últimas conversaciones con su amor, aquella mañana dónde jugaba a cambiar el estilo para nunca dejar de sorprender, para mantener viva la llama de una hoguera ahora inexistente.

Los cambios pesaban, pero hay fechas marcadas en tinta de dolor, esas que nos dividen la vida para siempre.

— Qué silencio tan grande — musitó Rodrigo entrando a la enorme casa que su mamá volvió a ocupar — ¿Mamá?

Ninguna respuesta, las luces apagadas, los espacios repletos de nostalgia; cualquier persona creería que aquel hogar estaba vacío.
Pero el sonido de una melodía lo orientó hasta el paradero de esa mujer a quién los recuerdos la acechaban...

🎶"Sé que no hay un corazón que sienta lo mismo por ti
Que este que implora hoy regreses a mí..."🎶

— Cuánto te extraño — sollozó mientras bebía un largo trago de vino tinto — ¿Por qué me hiciste esto Soledad? ¿Por qué me dejaste tan sola mi amor?

La tortura se hacía mayor con cada canción, todas las letras eran el reflejo fiel de ese sufrimiento que cargaba a cuestas, se mostraba fuerte y dichosa durante la mayor parte del tiempo, pero a veces el sentimiento ganaba.

— ¿Mami? ¿Estás aquí?

— Hijo, me asustaste. No te escuché llegar.

— ¿Que pasa mamá? ¿Por qué estás así?

— Nada mi amor — suspiró con un nudo en la garganta — a veces la vida pesa un poquito, pero no pasa nada.

Inútilmente trató de ocultar una fotografía de Soledad junto a ella.
El único recuerdo que quedó del espacio que compartieron juntas; luego de un tiempo de la separación decidió deshacerse de todas las cosas del departamento para no seguir aferrada a lo que no podría ser.