ɪɪɪ - ᴀᴍɪɢᴀꜱ

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La vida se presentaba en mil colores aquella mañana, música variada, fotos, amor, la alegría se respiraba en el ambiente, personas iban y venían como un baile sin fin. Sonrisas sinceras, banderas en cada rincón mostraban al mundo que la diferencia es motivo de orgullo.

Con ropa cómoda pero una elegancia innegable Erika empezaba a robar una que otra mirada; toda una señora emanando un aroma embriagante, lentes de sol enormes, el cabello suelto con unas ondas preciosas y esa sonrisa imborrable, sí, definitivamente era un foco de atención.

Pero ella solo estaba sombrada ante la multitud a su alrededor; se sentía entusiasmada porque todo era nuevo, aunque un poco de temor a lo desconocido estaba ahí, justo en su corazón.

Observaba todo a detalle hasta que su atención viajó a la silueta de aquélla blanca mujer de cabello oscuro recogido en una alta cola de caballo, lentes que cubrían su rostro como si quiera esconderse del mundo, con su siempre oscuro vestir y altas botas de tacón.

Entre tanta gente la rubia alzó la mano para dejarle saber dónde estaban, Soledad sólo respondió con una sonrisa acercándose a ellos de forma cautelosa.

Intercambiaron algunas palabras, los chicos les agradecieron su presencia y las invitaron a relajarse; con el transcurrir del tiempo la gente comenzaba a moverse, los carros a tomar su posición para un desfile lleno de brillos y lentejuelas.

Ambas trataban de disfrutarlo, pero en el fondo aquella masa humana llegaba a incomodar, a intimidar.

Erika supo en ese preciso momento porque Soledad no quería asistir, por supuesto que le pareció entendible, pero pondría todo de su parte para pasarla bien, aunque la situación la iba empujando por otro camino, o tal vez solo dándole un vistazo al resto de su vida.

— Te robas todas las miradas mamá — sonrió Rodrigo de forma traviesa  serías amadas por muchos y muchas aquí.

— No es gracioso hijo — dijo muy seria — no me siento cómoda con eso.

— Yo lo resuelvo  guiño pícaro el ojo tratando de hacer una broma que no sería muy divertida - ¡Atención!  alzó la voz  nadie la mire, ella viene con la novia y es muy celosa.

— ¡Basta Rodrigo!  gruñó indignada  no digas esas cosas, yo jamás sería así...

Una vez más era víctima de esas palabras que lanzaba sin filtro, levantó la mirada encontrando la de Soledad algo admirada e incómoda.

La vergüenza invadió su cuerpo, tomó el brazo de Rodrigo retirándolo un poco del grupo; un regaño después estaban de regreso con las chicas.

Erika sin duda se sentía mal luego de esa frase tan cruda; el desfile comenzaba, pero ella debía liberar la disculpa que tenía entre pecho y espalda, aprovechó que Natalie se llevó a su novio para saludar unos amigos y con el rostro bajó se acercó a Soledad.

— Siento tanto lo que dije, yo...

— Tranquila  interrumpió Sole entendiendo perfectamente ese rostro rojo de la pena  no pasa nada.

No quise ofender a nadie  bajó sus lentes  lo hice sin pensar.

De verdad señora  imitó el acto encontrando las miradas  tranquila, a mí no me molesta, entiendo la situación. Además, sé que tanta bulla eleva el estrés.

𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐎𝐒 ♀♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora