ɪᴠ - ᴛᴇ ᴀᴄᴏᴍᴘᴀÑᴏ

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El transcurrir del tiempo solo afianzaba la amistad que esa mañana nació de la forma más inusual.

Soledad sonreía cada día ante los raros mensajes que le enviaba Erika, alguna interesante receta que vio en Internet, aquella imagen colorida con frase de positivismo, alguna noticia del mundo que la sorprendía; eran como una pequeña cibernauta que compartía de todo con su nueva amiga, llenándola de ternura.

Pero ese martes en particular no llegó ningún nuevo vídeo o imagen, ni siquiera un mensaje de buenos días y la preocupación llegó a Soledad, no dudo en llamar para verificar que todo estuviera en orden, pero luego de 3 intentos: ninguna de respuesta.

En un largo suspiro decidió dejar el celular sobre la mesa, quizá Erika estaba ocupada ese día, no pasaba nada, no tenían que hablar a diario pensó ingenuamente, aunque algo en su interior sabía que no andaba bien.

Y no se equivocó, 10 minutos después el teléfono sonó con un mensaje como respuesta de esa linda rubia.

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"No ha sido un buen día Sole, discutí con mi hija y no me siento bien, espero que tu estés bien"

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Varias veces Erika le había contado que su hija no era tan relajada como Rodrigo y que en carácter era la fiel estampa de su papá; ahora Soledad entendía porque tanto silencio, para una dama tan sensible, estos temas podían hacerla entristecer en gran manera, pero ella no permitiría que fuera así, para eso están las amigas ¿no? Solo un mensaje en respuesta pudo brindarle.

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"Tranquila Erika, hay días buenos, otros no tantos, para esos últimos recuerda que tienes una amiga que te puede escuchar y brindarte una palabra o un silencio, te envío la ubicación de mi departamento por si deseas escapar del mundo"

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Cuando la rubia recibió el mensaje respiró profundo y una leve sonrisa fue inevitable, estaba muy acostumbrada a esconder los sentimientos, no compartía sus penas con nadie, nunca la habían escuchado, menos con la comprensión que Soledad le brindaba. Entre escapar o quedarse encerrada en su habitación preguntándose en qué momento habían pasado tantos años grises en su vida, la huida fue inminente.

Se levantó de inmediato, arregló las ondas de su cabello, un poco de maquillaje y partió rumbo a la dirección indicada.

Aunque Soledad intentaba concentrarse en su computadora le resultaba inevitable revisar cada 5 minutos el celular, pero ante la ausencia de respuesta creyó que el silencio era la mejor opción.

Estaba perdida en sus pensamientos hasta que el estruendoso timbre invadió sus sentidos, pausó de golpe mirando a la puerta algo incrédula ¿era posible que estuviera ahí? Sacudió la cabeza para regresar a la realidad y en segundos corrió para abrir, encontrando una dulce y apenada sonrisa.

 — Eri...

 Gracias por abrirme las puertas de tu espacio Sole  habló casi en un susurro.

 Para eso somos las amigas, adelante.

La elegante rubia ingresó algo tímida observando todo a su alrededor, paredes en tono claro, algunas plantas y muebles de madera; un espacio acogedor que invitaba a relajarse, sin duda fue una gran idea estar ahí.

 No quiero interrumpir tu trabajo  miró el computador encendido sobre la mesa

 Tranquila  sonrió  ya terminé, ponte cómoda ¿Algo de tomar? ¿Café con 2 de azúcar?

𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐎𝐒 ♀♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora