El miedo y la indignación acorralaba, una combinación explosiva que quemaba y sólo podía ser calmada en los brazos del amor.
Soledad estaba a punto de tomar el teléfono, por fin había forjado el valor para contarle a Erika lo ocurrido en su casa, no deseaba darle problemas ni causarle preocupaciones, pero era necesario que lo supiera.
Los pasos de unos tacones acercándose a su puerta la detuvieron, sus sentidos se paralizaron al escuchar la cerradura moverse, no hacía falta la llamada, ella estaba ahí...
— Eri, mi amor...
— Solo abrázame, te necesito — sollozo.
De la mano Soledad la llevó al sofá y la cobijó en sus brazos, las palabras no hacían falta en ese momento dónde tantas emociones se mezclaban, la piel cálida de la otra eran el escape perfecto, el refugio seguro.
Soledad le acariciaba el cabello tiernamente, dejaba algún beso en su frente cada tanto, los minutos se hicieron eternos en ese momento.
— ¿Le dijiste a Ale que estás loca por una mujer? — rompió al fin el silencio Erika en un murmullo
— Si, pero jamás le diría que esa mujer, eres tú. Eso creo que no me corresponde.
— Me va a odiar cuando se entere Sole.
— ¿Qué deseas hacer entonces?
Soledad la miró dulcemente mientras acomodaba un mechón del rubio cabello detrás de la oreja, con una punzada de temor en el estómago en espera de la respuesta.
— ¿Por qué todo es tan complicado? No le hacemos daño a nadie. Nos amamos Sole ¿Acaso eso es malo? ¿Querernos es malo?
— Yo la adoro a usted señora linda — besó su mano — las personas le temen a lo que no entiende, no será fácil, nada lo será ¿estás consciente de ello? Estamos a tiempo de...
— No, eso no — la besó rápido interrumpiendo lo que estaba a punto de decir — no quiero estar sin ti Soledad, no quiero.
— Ya mi cielo, no llores por favor — la abrazó fuerte — me parte el alma verte así. Erika sabes que nunca me voy a separar de ti, lucharemos juntas contra lo que sea ¿está bien?
— Júramelo Soledad, júrame que nunca me vas a dejar sola.
— Te lo juro mi cielo — pegó sus frentes — siempre estaré a tu lado, mientras no te haga daño siempre estaré contigo.
Erika se acercó suave y le dejó un beso lento, le fascinaba sentir el cariño tan profundo en cada caricia. Sus bocas se reclamaron por largos minutos.
— ¿Me puedo quedar hoy también? — preguntó en un pequeño puchero
— Ay mi reina, eso no debes preguntarlo. Ve a cambiarte y te espero con un té para que puedas dormir tranquila ¿Qué te parece?
— Me parece que para estar en paz solo te necesito a ti.
Dejándole un rápido beso la rubia fue directo a la habitación, adoraba usar los pijamas de Sole, poder ser ella misma, con su cabello recogido, sin maquillaje, descalza.
Luego de una larga plática con la bebida prometida y mimos tiernos se fueron a la cama; Soledad brindaba la protección necesaria, aquel día el placer cedió momento al apoyo, a la caricia dulce, al beso de abrigo.
Se quedaron profundamente dormidas fundidas en un abrazo.
Pasarían días en esas altas y bajas que siempre resultaban en un vínculo de amor más fuerte, como sí con solo reflejarse en la mirada de la otra el mundo desapareciera.
ESTÁS LEYENDO
𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐎𝐒 ♀♀
Romanceᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏs ᴇɴ ᴇᴅɪᴄɪóɴ . Definitivamente no, el amor no es sencillo de describir, de entender, de aceptar... Pero cuando llega con la fuerza de mil mares no hay forma alguna de detenerlo, solo sumergir en él las almas, la vida. Erika y Soledad nos dem...