¿Puede un abrazo ser eterno?
La respuesta es sí, cuándo se actúa con el alma, la unión de dos cuerpos resulta infinita...
— ¿Quieres entrar un momento? — susurró Erika alejándose sutilmente.
— No creo que sea buena idea, no deseo otra pelea si Alejandra me ve dentro de la casa.
— Como siempre, tienes razón — sonrió nostálgica — por favor llévate el auto, yo mañana envío a Rodrigo por el.
— ¿Segura que estarás bien?
— Si, eso creo. Me quedaré un rato acá afuera, vete tranquila.
— ¿Acá afuera? Entonces si me quedo, no creo que haya peligro. Bueno, si quieres.
— ¡Si, claro que quiero! — sonrió emocionada — pero ven...
Erika la tomó de la mano, sin estar consciente entrelazo sus dedos de manera perfecta, era un vínculo único. Soledad iba un poco confundida, pero a lado de esa rubia cualquier rumbo era seguro.
Rodearon la casa por el jardín para no encontrarse a Alejandra en el interior. Los pasillos laterales fueron el camino perfecto hasta la terraza posterior de la vivienda donde había una pequeña piscina.
— Que bonito lugar Eri, tiene tu sello sin duda.
— Es mi lugar de escape, ahora junto a ti — la miró algo nerviosa — Voy rápido por café, me hace falta — sonrió apenada — y ya sé, yo también presto atención, con canela y una de azúcar...
Soledad solo asintió sonriendo, no pudo ignorar el caminar de la rubia hasta la puerta trasera de la casa; llevaba los tacones en la mano, el vestido rojo la hacía ver más bella que nunca esa noche, dibujaba una silueta femenina maravillosa, esas curvas donde cualquiera podría volcar su vida...
— Ay Erika — musitó en un suspiro — eres un ángel, pero despiertas todos mis demonios — negó apretando fuerte los ojos.
Arremangando el enterizo para luego quitarse los zapatos quedó sentada en el borde de la piscina mojando sus pies, las lágrimas producto del desorden de emociones no pudieron contenerse, pero tampoco deseaba que ella se diera cuenta al regresar de lo mal que la tenía todo el asunto.
Definitivamente debía ser fuerte y dejar a un lado cualquier pensamiento. No quería perder la amistad por nada del mundo.
— Ya Soledad, por favor ya — se dijo a sí misma
Erika regresaba con los cafés y la vio ahí tan fuerte pero tan indefensa, no pudo evitar sonreír dulcemente, es que eso era lo que Soledad provocaba en ella, seguridad y ternura.
El delicioso aroma del café mezclado con ese perfume elegante de Erika alertó el olfato de Sole, giró levemente y sonrió con la mirada mientras ayudaba a la rubia a sentarse a su lado, tomando cada una su taza.
— Gracias por quedarte conmigo Sol.
— No tienes que agradecer — bebió un sorbo reconfortante — siempre te queda tan rico el café.
— Me alegro de que te guste — sonrió — Quería pedirte disculpas por todo lo que sucedió esta noche, la mayor soy yo y me he comportado como una niña. Mira, hasta me defendiste de mi propia hija — bajó el rostro melancólica.
— Para eso soy tu amiga, estaré a tu lado cuando lo necesites y hasta que lo desees.
— Toda la vida ¿Se puede? — sonrió tiernamente — gracias por brindarme la libertad de ser yo, aún con mis arrebatos y tonterías.
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𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐎𝐒 ♀♀
Romanceᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏs ᴇɴ ᴇᴅɪᴄɪóɴ . Definitivamente no, el amor no es sencillo de describir, de entender, de aceptar... Pero cuando llega con la fuerza de mil mares no hay forma alguna de detenerlo, solo sumergir en él las almas, la vida. Erika y Soledad nos dem...