xᴠɪɪ - ᴛᴜʏᴀ

2.1K 149 34
                                    

Excusas y sonrisas fingidas.

La rubia inventó cualquier cosa para salir del evento sin armar mayor escándalo, tomó el auto y la velocidad fue su mejor amiga.

Llevaba el pulso acelerado, era la primera vez que Soledad estaba resentida con ella y con justa razón, intentó llamarla varias veces al celular, pero fue imposible, lo tenía apagado.

Los nervios recorrían su cuerpo como una corriente de alto voltaje; conducía al único lugar donde suponía estaba: el departamento.

Estacionó y sin vacilar subió por el elevador, con las manos temblorosas sacó de su cartera las llaves del lugar y al intentar abrir como tantas veces: no pudo.

Soledad en un descuido había dejado las suyas del otro lado de la cerradura e impedían que la rubia entrara; con el corazón saliéndose tocó el timbre repetidas veces, pero estaba desconectado, no le quedó otra opción que golpear la madera desesperada ante la nula respuesta.

Soledad, Sole gritaba desde afueraábreme, sé que estás ahí, vi tu auto, por favor hablemos.

Soledad suspiró al escucharla, no podía creer que estuviera ahí; sabía que ante la mirada de ella era vulnerable, que una sola sonrisa de esa dama le quitaría cualquier enojo, pero jamás se imaginó que la rubia se encargaría frenéticamente de tirar a la nada sus celos.

Quitó el bloqueo de la cerradura y lentamente abrió la puerta, al Erika verla su única reacción fue irse sobre ella, acorralarla a la pared en un intenso beso.

Arrojó al piso su cartera, como pudo cerró la puerta sin dejar de besarse, Soledad estaba fuera de sí con el choque de emociones que ahora tenía, sus piernas empezaron a temblar, pero Erika no se detuvo ni un instante.

Eri...

Balbuceando intentó hablarle, pero fue imposible. Los besos de la rubia ahora bajaban por el cuello, mordiendo desesperada hasta llegar al sensual escote y sin vacilar se coló dentro de su pantalón.

Sole al sentir la suave mano entre su ropa interior la apretó fuerte a ella por la cintura sin dejar de enredar sus lenguas en un cálido beso.

Te amo ¿me entendiste?cuestionó la rubia totalmente agitadate amo solo a ti Soledad, me fascinas mi amor.

Su diestra mano no dejó de moverse ni un instante dentro de la lencería de Sole quién estaba acorralada a la pared, esa fría superficie que fue el único soporte cuando sintió que dos de los delicados dedos de Erika la invadieron sin previo aviso.

Un gemido desesperado y la falta de fuerza en las piernas fueron las reacciones inminentes en aquel momento.

Erika estaba extasiada, movía sus dedos en el interior de esa feminidad palpitante por ella, con la otra mano hizo una rápida maniobra, liberando uno de los senos de Sole, jugando con el pequeño y sensible pezón entre sus dedos, era una armonía perfecta de movimientos los que la rubia dejaba en el cuerpo de esa a la que tanto amaba.

Soledad no podía más ante aquella sensualidad desbordante de su novia, sin poder evitarlo el clímax la invadió de forma apremiante, dejándole la mente en blanco por algunos segundos.

Erika sonrió en medio del beso al sentir en sus dedos el dulce resultado de un maravilloso momento, fue sacando lentamente su mano para desesperadamente deshacerse ella misma de su vestido.

Al tenerla solo en ropa interior, Sole la tomó de la cintura llevándola al sofá de la sala donde la terminó de desvestir. No había palabras en ese instante, solo jadeos y gemidos llenos de excitación, sin duda se pertenecían.

𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐃𝐎𝐒 ♀♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora