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Jess

Mudarse era una mierda, una mierda muy cansada. Ni siquiera sabía que tenía tantas cosas y peor aún, cosas inútiles. Chris y yo subimos y bajamos unas 5 veces desde el estacionamiento hasta el tercer piso donde estaba el apartamento. La ventaja del precio reducido es que también incluía un cajón de estacionamiento donde Dean podría dejar su camioneta sin inconveniente. Tomé aire y miré todas las cajas ocupando mi ahora nueva habitación.


—Esta es la última caja, Jess —Chris se pasó la mano por la nuca, se veía cansado después de todo habíamos estado comprando cosas y en constante movimiento desde las 6:00 am.

—Muchas gracias por ayudarme —lo abracé por la cintura y él me apretó ligeramente— Ve a descansar.

—Si quieres... Podemos salir en la noche —me miró.

—Por supuesto, acomodaré unas cuantas cosas, me ducho y te llamo.

—Bien, no olvides la copia de mi llave, merezco poder venir a asaltar tu cocina por esta ayuda... Más cuando venga tu hermano —rió mientras tomaba su abrigo y me sonrió antes de salir del apartamento.

Después de que Chris se fue, todo fue una completa mierda, llegaron los chicos con los colchones que habíamos comprado con envío express y probablemente sí mi cabeza no estuviese muy liada y dando vueltas pensando en Dean no le habría dado 100 dólares de propina a los repartidores. Suspiré y seguí acomodando las cosas en la que ahora sería mi habitación o más bien, aventé los tutús y las medias en una esquina, puse los trofeos en una repisa, el colchón pegado a una pared y mi trasero sobre el colchón por unas dos horas hasta que desperté. Me bañé e hice toda la rutina de embellecimiento para verme con Chris en el bar de siempre, en cuánto me puse los tacones escuché la puerta y el pesado sonido de las botas sobre el suelo, Dean había llegado y yo estaba muy molesta con él, ¿me vería muy grosera sí me salía sin cruzar palabra con él?, fui a la estancia donde se encontraba de pie. —Hola... —me miró.

—Hey —fui directo a donde había dejado mi bolso y lo tomé— Este es el depa, tiene tres habitaciones y ese es tu cuarto —lo señalé con el mentón.

—Lamento no haber ido anoche.

—Ah sí, no importa —me encogí de hombros restándole importancia. Para nada me quedé esperándote con la cena hecha, imbécil, me atreví a mirarlo, se veía agotado, con los ojos hinchados.

—¿Segura? —caminó por toda la estancia, mirando a distintos puntos de la casa.

—Sí.

—Pensé que... —se quedó viendo a un punto fijo de la casa. Sujeté la correa del bolso y lo deslicé por mi hombro— Pensé que no te ibas a mudar conmigo.

—Te dije que sí, yo no incumplo lo que digo.

Hizo una ligera mueca. —Eso me hace sentir peor.

—No lo dije por eso —suspiré— Pero bueno, nos vemos mañana.

Me miró. —¿Ya hoy dormimos aquí? —sus palabras sonaban cansadas— ¿Cuánto te debo?

—Ya, desde hoy podemos usarlo, ¿Un mes y un mes?

—Un trato justo —me tomó de la cintura, sus largos brazos podrían darme dos vueltas sin problema alguno y también romperme la columna de un apretón.

Sus manos me ponían nerviosa como siempre que las colocaba sobre cualquier parte de mi cuerpo. —Ammm, ya me voy, tengo planes.

—No quiero sexo... Sólo abrázame —me atrajo más hacia él y me abrazó.

No entendía muy bien que le pasaba, después de todo solo había desaparecido sin más. ¿Habrá peleado con alguien, problemas familiares?, no iba a joderlo con preguntas incómodas. Coloqué mis brazos alrededor de su cuello y lo abracé, acariciando su nuca y parte de su espalda.

Love on fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora