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Jess

Virgen María,  al abrir los ojos la cabeza me daba vueltas, sentía la boca jodidamente reseca, me incorporé y el mareo junto con mi apestoso olor a alcohol me dieron náuseas. No sé como controlé mi impulso de vomitar, traía puesta la camiseta de Dean, me tallé los ojos y fui directo a la cocina, ahí estaba él, cocinándome. Al mirarme, me sirvió el desayuno

—Buenos días. 

—Buenos días... Ayer... —me sonrojé, recuerdo bien porque había exagerado con la cantidad del alcohol que ingerí— Ayer me dieron una obra.

Me miró con una ligera sonrisa. —¿En serio?, muchísimas felicidades

Realmente ese había sido el motivo principal por el que habíamos ido a festejar y yo use de pretexto mi festejo para ahogarme en alcohol por lo celosa que estaba y lo estúpida que me sentía. —Sí, gracias.

—Felicidades, nena... —me sirvió café y comencé a comer, el estómago me pedía a gritos comer.—Tenemos que hablar.

La había jodido. —Sí, dime.

—Anoche lo pensé mucho y... No quiero dañarte.

Joder que sí la había jodido por completo, ¿Esto sería el fin de algo que nunca comenzó? —Ajá...

—Tengo muchas cosas en mente y tienes dos opciones... —hizo una ligera pausa para tomar su café, creo en esos segundos dejé de respirar— Que nos alejemos en ese aspecto o joderte conmigo.

Hice una ligera mueca. —¿Y cuál quieres tú?

—Lo que tu decidas.

—Pues...

Hice una pausa, esto no era algo que podía responder en una misma mañana, pero... Quería estar con él y de alguna manera creo me necesita, creo necesita un soporte y que de alguna manera yo lo era ¿No?, o eso me gustaría creer. Suspiré, ya mi vida estaba bastante jodida, no creo que joderla un poco más me afecte mucho. —Me voy a joder más contigo, pero en el aspecto de que esto se vuelva demasiado mierda para mí, abortamos misión.

Me miró y frunció el ceño. —¿Por qué arriesgarse?

Porque no soy de las que saltan del barco tan pronto. —El que no arriesga no gana.

Y tampoco es que tenga mucho que perder, se incorporó levemente en su lugar y me besó. —Me gustas —murmuré— Demasiado.

—Y tu a mi —me miró y acarició mi barbilla— Lo último que quiero es dañarte.

—Lo sé, Dean.

Me dio un beso pequeño junto con una palmada en el trasero. —Ve a ducharte. 

—Sí —asentí— Nos vemos en la noche.

Fui a la habitación y me duché, ¿Realmente había tomado la elección indicada?, espero que sí.

Mi día fue jodidamente agotador, se redujo mi tiempo de clases a los niños he incrementaron mis horas de entrenamiento, me dolían las piernas y la tensión en mis hombros era inmensa, me sobé el omoplato mientras empujaba el carrito de súper, compré cosas deliciosas para la casa y también cosas extremadamente sanas. Manejé hasta casa, al llegar la puerta de nuestro apartamento se encontraba entreabierta, entré y vi la pequeña estancia con una pequeña mesita alargada, un portallaves y un espejo sobre la mesita, al caminar observé mas muebles, más decoraciones, Dean había traído sus muebles y eran preciosos, me encantaba todo lo que había hecho, el olor a lasaña-que es su especialidad- emanaba de la cocina, fui hasta con él y lo abracé por atrás.

— Dean —sonreí mientras aspiraba su peculiar aroma a encino.

—Bienvenida —se giró para verme con una amplia sonrisa. 

Love on fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora