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Jess

Recién había llegado de la academia, fue un día agotador, hoy di tres clases y entrené un poco más de dos horas para nuestra nueva obra. El departamento se sentía demasiado vacío, había decidido rentar uno de tres habitaciones confiando en la posibilidad de que en algún momento fueran los dormitorios de Holland y Hada, pero ahora uno era una pequeña bodega y futuramente el segundo sería un cuarto de invitados. Caminé hacia mi habitación y miré la pared llena de fotografías de diferentes momentos de mi vida, la más reciente era una mía el día de la apertura del estudio.

Comencé a sacar la ropa que me pondría cuando el timbre sonó, miré la hora en mi reloj de la mesa de noche, ¿Tres horas antes? Perci no solía ser tan puntual.

—¡Está abierto! —grité. Escuché la puerta abrirse tras un largo momento y después cerrarse. —Llegaste demasiado temprano, no estoy lista —continúe hablando mientras salía de la habitación y entonces mi corazón dejó de latir, estoy segura que perdí algo de color. Pero ahí estaba él, de pie en la entrada de mi apartamento con un ramo de rosas y a diferencia de la última vez que lo vi, se miraba relajado y sonriente. —¿Dean?

Me sonrió aún más. —¿Sorpresa? —dio un paso hacia mí y ahí estaba su jodida chispa, el corazón que hace un segundo estaba detenido por la sorpresa, empezó a bombear más sangre de la que me hubiera gustado admitir, porque así era todo con él, Dean era el fósforo y yo la gasolina lista para arder con solo su cercanía, me ofreció las rosas.

Tomé las rosas con cuidado y le devolví la sonrisa. —Muy sorpresivo, ¿Qué haces aquí, cómo estás? —me permití verlo nuevamente recorriendo cada centímetro de él—Te ves demasiado bien.

No pude contener una sonrisa aún más amplia, estaba relajado, sin ojeras y ligeramente más robusto que cuando nos encontramos en aquel café, estaba bien, su cuerpo lo reflejaba y eso me llenaba de una felicidad inexplicable.

—Estoy mucho mejor —se tomó su tiempo mirándome de pies a cabeza— ¿Esperabas a alguien? Puedo volver después...

—Me alegra mucho escuchar eso —obligué a mi cuerpo a reaccionar y caminar hacia la cocina, tomé un jarrón y puse las rosas con algo de agua sobre la barra de la cocina. —No, tranquilo, se supone pasan por mí hasta dentro de tres horas, ¿Quieres algo de tomar? —una vez los nervios abajo, me di cuenta. —¿Cómo sabías dónde vivo ahora? —lo miré entrecerrando los ojos— ¿Matt te dijo?

—Tengo mis contactos —se encogió ligeramente de hombros, un segundo después estaba cómodamente sentado en el sillón frente a mí— ¿Qué ha sido de tu vida?

Tomé asiento en el sillón de dos plazas. ¿Qué era esto, una visita de amigos?

—Ummm, no mucho, el estudio consume casi todo mi tiempo, he tenido un par de obras en estos meses... Ahora horneo postres como Cam —dudé un poco en hacer la siguiente pregunta, ¿Realmente quería saber la respuesta?— ¿Y tú, ustedes?

—Estamos bien. Metimos a Holland a un equipo de fútbol, voy con él los sábados —sonrió orgulloso— Hada pronto estará en tu estudio si lo permites y yo... —tomó una ligera pausa— Estoy buscando apartamentos por aquí...

La duda, la confusión y las preguntas me inundaron, ¿Se iban a mudar a California?, ¿Me los encontraría en el súper?

—Me da mucho gusto por Holland y claro, ella puede ir sin ningún problema, la meteré en la clase con la mejor profesora que tenga... ¿Por qué buscan departamentos?, ¿Se mudarán aquí?

—Estamos valorando cómo llevar mejor las cosas, pero sé que quiero mudarme aquí —pasó su mano izquierda por su barbilla, la posó más tiempo del normal y rascó ligeramente. La ausencia de su sortija dorada me hizo titubear, ¿Qué estaba pasando aquí?— Necesito un apartamento con espacio para los niños. Me pregunto si Faith vendrá de visita en fechas especiales, ¿Necesitaré un cuarto de invitados? —me miró y sonrió nuevamente— ¿Qué opinas?

Love on fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora