Jess
Al llegar al departamento lo primero que hice fue dirigirme a mi habitación. Otra vez sentía la necesidad de mudarme y darles la privacidad que necesitan a Cam y Abril. Un mes había pasado y si bien, la herida no cerró del todo, ya estaba cicatrizando. Tomé el celular y le escribí a Perci.
[Jess 10:58 pm]: Gracias por las flores
[Perci 11:00pm]: ¿Cómo?, ¿Llegaron hoy a casa de Cam?, yo las había programado para mañana, qué extraño. ¿Cómo te fue?
Miré con un poco de confusión la pantalla de mi celular, ayer por la tarde me había sentido mal por no invitarlo, pero lo nuestro era algo meramente amistoso y virtual.
[Jess 11:05 pm]: No, había en mi camerino una docena de rosas rojas, son mis favoritas gracias. Y todo fue MARAVILLOSO.
[Perci 11:08 pm]: Me parece que tienes un admirador secreto, Jess, yo te mandé flores azules, pero gracias por el dato de tus flores favoritas.
Bloquee mi celular y mi cerebro empezó a sobre pensar la situación, ¿Dean me habrá enviado flores de manera anónima? No, no tendría porque hacerlo. Ignoré todos los pensamientos referentes a Dean, probablemente Cam me las dio para intentar alegrarme, no pude evitar sonreír, mi hermano es mi mayor protector como cuando éramos niños.
Tomé una ducha y una vez fresca, empecé a buscar en la computadora departamentos y locales en renta. Tenía en mente poner mi propio estudio de ballet, no tenía sentido irme de California, mi nueva vida se está haciendo aquí desde hace ya un año, mi hermano, mi cuñada, mi futura sobrina y mis nuevos amigos se encuentran aquí. Estoy cerca de los que amo y lejos de los que alguna vez amé, era momento de enfocarme en lo que deseaba y trabajar por ello. Me dediqué a mirar sitios de renta hasta que el sueño me consumió.
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Organizar todas las cajas de mi anterior departamento con Dean es lo más tedioso que haya hecho nunca, durante estos casi dos meses renté una bodega para guardar todos los muebles, cajas y las cosas personales de Dean. Decidí vender todo lo mío para poder dar el primer pago de mi futuro estudio de ballet. Tomé las cajas marcadas y las coloqué dentro de la camioneta azul de Cameron, el viaje de camino a la estación de bomberos fue melancólico, bastante Shakespereano para mi propio gusto.
Me tomé un momento antes de bajar de la camioneta y entrar a la estación, esperaba que Dean no estuviera ahí pero ver a Matt quién es su misma imagen me supondría un pequeño reto, caminé hacia a la oficina de Matt ignorando unos cuántos ojos y murmullos curiosos que sabían a la perfección quién era yo.
Toqué dos veces. —Adelante.
Giré el pomo de la puerta y miré a Matt sentado frente a su escritorio con la cara ligeramente cubierta de hollín. —¿Día difícil?
La confusión era evidente en su rostro. —Mierda, Jess, no esperaba... Toma asiento, por favor, ¿Cómo estás?
—No esperabas volver a verme —reí— Yo tampoco, para ser honesta.
Caminé hacia la silla negra de oficina y tomé asiento, miré a diferentes puntos de la oficina, fotos de su esposa, con sus hermanos y del escuadrón se encontraban detrás de él. —Estoy bien, Matt. Gracias —fruncí el ceño— Tan bien como se puede estar después de haber terminado una relación.
—Jess, tú sabías que la situación de Dean era complicada, pero... Lo siento.
—Matt, no vengo a reprocharte y hablar mal de tu hermano —lo miré con una sonrisa— Yo sabía dónde me estaba metiendo y aún así me enamoré de él, lo poco o mucho que duró me volvió a llenar de muchas cosas que había perdido; esperanza, ilusión, amor a mi misma y sobre todo... —me miró algo confundido— Quizás te lo contó o no, pero mi pareja anterior me agredía, y yo pensé muchas veces en como la persona que prometía protegerete, amarte y cuidarte en cualquier adversidad podría hacerte ese tipo de daño —fruncí ligeramente el ceño— Entonces llegó Dean y me enseñó que por más celoso o lo que seas no tienes porque abusar de la persona que amas... Me hizo confiar de nuevo. —negué con la cabeza— No estoy aquí para hablar de eso, tenía algunas cosas de Dean y te las traje.
—¿Viniste hasta aquí sólo para darme su ropa?
—Sí, quizás las llegue a necesitar.
—Si no las ha necesitado en dos meses, Jess...
—Que mierda —pasé la mano por mi cabello— No estoy aquí por alguna especie de recaída sentimental o para ver si de casualidad lo encontraba, solo quiero deshacerme de sus cosas —me levanté— Las dejaré afuera de la estación y si no te interesa recibirlas mínimo dónalas o algo. Adiós, Matt.
Salí de su oficina azotando la puerta y lo siguiente que vi fue un montón de papeles volando en todas las direcciones posibles, me hinqué para recogerlos.
—Mierda, yo lo siento en verdad —comencé a apilar la mayoría de los papeles que recogí— Estaba distraída, en verdad, lo siento.
Miré en la dirección de mi víctima y entonces ahí estaba él, la persona que más anhelaba ver pero también la que hubiera deseado nunca encontrarme de nuevo.
—Oh —fue lo único que él dijo.
Un par de papeles resbalaron de mis manos que empezaban a temblar de los nervios, hablar ahora se había convertido en un reto. —Lo siento, Dean.
Tomó los papeles que tenía entre las manos y nuestros dedos se rozaron ligeramente, el calor se apoderó de mi cuerpo y podía sentir la sangre fluir hacia mis mejillas, Dean se levantó y me ofreció su mano para ponerme de pie, miré su anillo en el dedo anular... ahí estaba el símbolo de su unión con Faith, la sortija que me indicaba en todos los sentidos que tenía que permanecer lo más lejos posible de él porque estaba casado, tenía una familia y recientemente los recuperó, yo no podía quitarle eso, ignoré su mano y me puse de pie. —Yo... Que irónico —tomé unos mechones de mi cabello y los acomodé tras mi oreja— Vine a traerte sus cosas, bueno... Se las traje a Matt.
Su mano se quedó en el aire por unos segundos y después la metió a su bolsillo. —¿Mis cosas? Han pasado dos meses.
Casi la misma respuesta de Matt. —Sí, tus cosas. ¿Esperabas que me hiciera cargo de todo al día de dejarme? Desapareciste, Dean.
Llevó su mano derecha a la nuca y rascó ligeramente. —Creo haberte dado las explicaciones necesarias en su momento. Igual me alegra verte.
Miré a varios lados incómoda, pensé esta conversación no sucedería nunca. —Y no te estoy reprochando tus explicaciones tan... necesarias; quisiera decir lo mismo. Dejaré tus cosas en la entrada de la estación, permiso
La mano de Dean se apresuró a tomarme del brazo en el instante que pase a su lado. —Gracias —me miró mientras me soltaba tan lento que cada recorrido de su mano sobre mi piel quemaba— Me alegro por tu obra, Jess... Sé que no quieres escucharlo de mí, pero estoy orgulloso.
Jodida mierda, algo dentro de mi sabía que ese acto de las rosas en el camerino le pertenecía a Dean, se lo llegué a contar muchas veces, la idea romántica de recibir flores del hombre que amo al término de una obra, no pude evitar una ligera risa. —Sabía que... Gracias, Dean, fueron mis favoritas... Yo debo irme, espero que todo vaya bien en casa, adiós otra vez.
Caminé tan rápido como mis pies lo permitían, estar cerca de él solo me hacia pensar en una sola cosa besarlo, suplicarle que me eligiera a mi sobre su esposa, hacerle entender que no me importaba que tuviera hijos los amaría como si fueran míos y que no me importaba su mierda pasada, lo amaba sin importar nada.
—¿Por qué tan rápido? —Gritó y la atención de sus compañeros nuevamente estaba en nosotros.
—Tengo una cita —grité de regreso y entonces comenzó a acercase.
—¿La cita no puede esperar lo que tardas en tomarte un café?
En cuestión de segundos lo tenía frente a mí, con su más de un metro ochenta de estatura, el aire se estaba agotando en el mundo, ¿O solo era el efecto que Dean crea en mí? —No creo que tú y yo debamos salir —caminé hacia atrás intentado poner distancia entre nosotros— Y no, las citas tienen una hora, no sería justo dejar a la otra persona esperando.
Si supiera que la cita es para mirar un departamento de mi interés.
Dean suspiró. —No puedo obligarte y jamás lo haría —caminó cada paso que yo ponía entre nosotros, hasta que me tuvo donde quiso, acorralda en un casillero— Pero como tu admirador secreto —bajó la mirada y nuestros ojos se encontraron, ¿había un incendio en la misma estación? —Merezco un café.
— No me hagas esto, Dean. Estoy intentando... me estoy esforzando por rehacer mi vida nuevamente, no seas egoísta, me ha costado más de lo que me gustaría admitir intentar sacarte de mi cabeza, tú y yo... —acerqué mi mano a la de él y acaricié el dorso de su mano con la punta de mis dedos— Sería peor que un incendio —alejé mi mano— Quizás después... Cuando lo haya superado del todo.
Dio un paso más y eso bastó para que no existiera espacio en nuestros cuerpos, podía escuchar mi corazón latir en mis oídos, acercó su frente a la mía y aspiró ligeramente. —No quiero ser egoísta... Sólo que esto me está quemando.
Y por un jodido segundo, me dejé llevar. Coloqué ambas manos a los lados de su cabeza y lo acerqué lo más que pude a mí, necesitaba sentir su calor, percibir su tan común olor a madera. —Sólo un café, ¿Sí?, no habrá nada de... absolutamente nada que no sean dos amigos bebiendo café. Y tendrá que ser en otro momento, porque mi cita en verdad es importante —lo miré.
—No podría pedirte nada más que un café —sonrió levemente— Amigos y un café... ¿Estás saliendo con alguien?
Y ahí estaba, una pequeña pizca de celos que me hacía saber que aún le importaba. —Eres hombre casado —reí buscando quitarle importancia— ¿Eso afecta nuestra salida de amigos y café?
Se alejó de mí. —No estás respondiendo lo que pregunté.
—Lo averiguarás en el café.
Miré sus facciones ligeramente tensas. —No te quito más el tiempo entonces.
—Nos vemos cuando... Quieras esa ida al café, permiso Dean.
Y en ese segundo supe que la había jodido, muy probablemente me estaría arrepintiendo de esa cita en el café más adelante.
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Love on fire
Fiksi RemajaJessica Masterson cree que está en la peor etapa de su vida, divorciada y viviendo en casa de su hermano, Cameron Masterson. Sus días se resumen en trabajar, comer helado y deprimirse, hasta que conoce a Dean Hemsworth, un guapo bombero amigo de su...