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Jess

Hacia mas de dos días que Dean se había ido y mis días en general eran más monótonos que de costumbre. Chris fue por mí todos los días y básicamente realizamos todos juntos esos días, me faltó poco para invitarlo a dormir a la casa, pero quizás a Dean no le agradaría del todo.

El jueves por la tarde los chicos de la academia decidieron ir a comer, ya estábamos a un mes de nuestra primera presentación, estuvimos en un restaurante bar bastante elegante, todos reían mientras bebían, Chris me miró. —Quita esa cara de perro lastimero.

Fruncí el ceño. —No tengo esa cara.

—Entiende Jess, las noticias malas llegan antes, si algo le hubiera pasado lo sabrías, claramente tiene cosas más importantes que hacer, en vez de querer ponerte a lloriquear, deberíamos conseguir tragos gratis —rio— Los que están a dos mesas son bastante guapos.

Los miré de reojo, sí, eran lindos, Chris siempre tenía buen ojo con los chicos, sobre todo si eran gays. —Paso por hoy.

—Aburrida —miró mi celular encenderse— Mira, hablado del rey de Roma, tu papasito se asoma.

Miré el celular y estaba en lo correcto, Dean me estaba llamando, se me fue ligeramente el aire y sentí mi corazón salirse del pecho, tomé el celular para contestar. —Espera —dijo Chris— Que no se note que esperas su llamada.

Asentí con la cabeza y dejé que el celular sonase, a la tercera vez, contesté. —Hola

—¿Cómo estás, nena?

—Bien, terminando de comer, ¿tú?

—¿Dónde? Voy por ti

Separé el celular de mi oreja y abrí WhatsApp para enviarle la ubicación sin cortar la llamada. —Ahí.

—¿Me extrañaste?

—Mucho

Y no era mentira, lo había extrañado más que al pavo relleno de mamá.

—Ya no me extrañes más. Estoy a tres cuadras, sal.

Miré a Chris. —No tardo, voy a saludar a Dean y vuelvo para pagar la cuenta y eso mientras la piden —me levanté colocando el bolso en mi asiento, salí en busca de la camioneta de Dean, él se encontraba ya fuera de su camioneta, traía una chaqueta de mezclilla que combinaba perfectamente con sus jeans. Lo miré con una amplia sonrisa y lo abracé. —Hola hermosa

—Hola

—¿Por qué tan fría? —colocó sus manos al rededor de mi cintura.

—No estoy fría, solo que te extrañé —lo abracé por el cuello.

—Al menos dame un beso —me miró con sus preciosos ojos castaños— No me conformo con menos.

Y la realidad es que yo también anhelaba sus besos. Me puse de puntas sin retirar las manos de su cuello y lo besé de forma lenta, sus labios recibieron los míos con la misma calidez de siempre. Dean profundizó ligeramente el beso y me levantó llevándome a la camioneta. —Espera —susurré— Mi bolso está adentro, voy por él, no tardo —me separé y caminé a la entrada del restaurante, lo miré un segundo antes de entrar y con el ceño fruncido, caminó hasta mi lado. 

— Vamos por él entonces — me tomó de la mano y me guió dentro del restaurante, caminó hasta la mesa que yo le indiqué.

La mayoría miró a Dean de reojo, lo conocían de cuando me recogía en la academia, y los que no habían tenido el placer de mirarlo, sabían perfectamente quien era, yo se los había descrito... Un poco más de quince veces. 

Love on fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora