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Dean

El camino al apartamento de Cameron fue intenso, sus manos curiosas buscaban cada centímetro de piel que no cubría mi ropa, estoy seguro que me salté un par de semáforos, pero al sentir sus delicados labios en mi cuello, perdí el control. Detuve la camioneta con brusquedad y ella se cambió de asiento rápidamente con las piernas a mis costados, no pude controlarme y la tomé por la nuca con algo de fuerza, mis labios buscaron desesperadamente los suyos y las ventanas de la camioneta comenzaron a empañarse, puse las manos en sus caderas y la atraje hacia mi maldiciendo las mayas y ese leotardo tan incómodo de quitar, la cargué y salí del auto, sin dejar besar mi cuello abrió la puerta con torpeza, sus jadeos en mi oreja me erizaron la piel, no lo pensé demasiado para entrar a su cuarto y tirarla en la cama, ella soltó una risa traviesa y ardiente que me habría hecho venirme ahí mismo si no deseara más. Mucho más. Me abalancé sobre ella a besar desesperadamente su cuello mientras intentaba quitarle esa cosa que parecía adherida a su maldita piel.

—Aaahhh, que jodidamente incómodo.

Para cuando logre deshacerme del leotardo todavía me estorban las mayas, ella reía contra mi cuello

—Para mí es cómodo —Rasgué sus mayas, y su mirada fue de un leve enfado a la excitación.Noté que no llevaba bragas.

—Esto es más cómodo.

Las olí, y ella se sentó en la cama y empezó a desnudarme con destreza, saqué el condón de mi pantalón antes de que terminara de quitármelo junto con todo lo demás, la senté con las piernas a mis costados, el roce envió una oleada de placer por todo mi sistema y abrí el paquetito plateado con rapidez, ella me lo quitó y lo puso ella misma. Joder, este es mi tipo de mujer.

Acaricie su espalda y la penetré, aunque realmente ella tenía el control, enterré los dedos en su espalda. Mordisquee su hombro, mientras ella empezó con movimientos circulares que hacían que todo mi ser palpitara, la tomé de las caderas y le sentaba con fuerza con cada embestida, sus gemidos y los míos se mezclaron hasta llenar todo el jodido apartamento. Ella besó mi cuello absteniéndose de marcarme.—Dean...—Gimió, me tatuaría ese gemido. Un jadeo salió desde lo más profundo de mi ser, la mirada de Jess se tornó desesperada, quería más.

—Márcame nena—Suspiré en éxtasis—Hazlo.

—¿Seguro?

Bajé las manos a su trasero y lo apreté en respuesta, lo siguiente que sentí fueron sus uñas siendo enterradas en mi espalda, di una palmada a su trasero en respuesta. El placer se intensificaba con cada minuto, nuestras caderas bailaban al mismo compás como sí de una de sus coreografías se tratase. Nos volvimos locos de placer, y durante una fracción de segundo no hubo nada más hasta que ambos llegamos al orgasmo. Suspiramos al unísono, cansados y satisfechos. Ella se acostó y yo me tumbe a su lado después de desechar el condón. Ambos miramos al techo, sonreí.—¿Ahora es cuando me voy? Así es como funcionan las cosas.

—Sólo si quieres irte, si no quédate —el cansancio reflejado en su voz.

—Está por llegar tu hermano

—¿Te importa? —tomó mi camiseta y se la puso. Al parecer ya dio por hecho que me quedaría.

—¿Tengo cara de qué importa si llega? —Me puse el bóxer

—¿Y crees que a mí sí? No tengo 12 años

—En esto estoy totalmente de acuerdo, nena.

Me acomodé nuevamente a su lado y ella cayó rendida ante el sueño y el cansancio post coital. Miré al techo, los ojos verdes de Faith aparecieron en mi mente, jugué con el anillo en mi anular. Ni siquiera me lo quité. ¿Porqué pensar en ella después de semejante polvo? Miré a Jess y obtuve mi respuesta.

—Eres la primera desde ella...—Susurré, reviviendo cada segundo que acababa de pasar en mi mente

Love on fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora