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-Dime la verdad, ha sido una sesión de las uff , ¿no? –me dijo Minerva entusiasmada cuando acabé de contarle todo lo sucedido.
-Ya te he dicho que no. Ha sido una sesión normal –le volví a repetir.
-Sí, ya... las chicas de tu edad a cualquier cosa lo llaman normal –dijo
mirándome intentando buscar indicios en mi mirada de que sus suposiciones
fuesen verdad -
-Bueno, pues cuéntame entonces, ¿cómo ha sido tu sesión 'normal'? No pude evitar reírme.
-Ya te he dicho que ha sido una sesión normal de verdad- le intenté convencer, pero cuando Minerva tenía algo entre ceja y ceja, era imposible hacerle cambiar de opinión. –Al principio estaba un poco nerviosa, pero luego me solté y creo que quedaron mejor.
-¡Oh! Con que te soltaste... –me dijo sonriendo pícara.
-¡Minerva! –protesté, pero era imposible enfadarse con ella.
-¿Te besó cuando te fuiste? –me preguntó de repente poniéndose seria.
-No. Creo que no sabía bien cómo hacerlo. Parecía un poco nervioso. Minerva se quedó un momento callada pensando.
-Eso sólo puede significar tres cosas, que es gay, que quiere respetarte, o que es tonto–dijo convencida de sus categorías.
-No es gay –protesté con expresión de reproche. -Puede que
estuviese nervioso. Él me dijo que ya sabía que no tenía oportunidades conmigo por lo de la edad, pero que si podía ser mi amigo sería la persona más feliz del mundo.
-Sí, ya... amigos... Si yo te contara lo que él quiere... -y se rió como si estuviese recordando algo, perdiéndose en sus memorias unos segundos. –
-Bueno, ¿y tú qué le dijiste?
-Nada.-
¡¿Nada?! – Chilló con los ojos bien abiertos. -¿Cómo que nada? – Volvió a insistir. – ¿Pero no es el hombre de tu vida?
-Sí, pero no sabía que contestar -le respondí un poco enfadada al darme cuenta de que debería haber dicho algo.
-Mira____, hombres como él no aparecen todos los
días. Si de verdad estás enamorada y él lo está de ti, entonces no lo pienses más.
-No sé, me da miedo que me haga daño. Todos los hombres siempre me han hecho daño –le dije sinceramente recordando los peores momentos de mi vida y sacando el tema que me rondaba desde hacía unos días.
-No todos los hombres son como tu padre o como tu tío, ____. Has tenido mala suerte al principio pero eso no quiere decir que siempre la vayas a tener. No parece que Milo te quiera hacer ningún daño. Por lo que me
cuentas, parece todo un caballero, y a veces hay que arriesgar para poder encontrar algo que valga la pena. Si no te pasará como a mí – dijo tomándome la mano.
El camino de vuelta a casa fue una tortura. Tenía tantos sentimientos mezclados que no sabía qué hacer. Estaba completamente confundida. Sabía
que Milo sentía algo, pero a la vez todos los hombres en mi vida me habían
hecho mucho daño. Había jurado y súper jurado que jamás me fiaría de un
hombre, y aquí me veía, enamorada hasta la médula de Milo . No podía
parar de pensar en él. Y es que además era mi profesor.
La noche estaba bien entrada y empezaba a refrescar, aunque se podía
soportar. El cielo despejado dejaba ver bien las estrellas. El tren de vuelta
estaba repleto de jóvenes que salían de fiesta y me paré a pensar que yo nunca había salido de fiesta, no por falta de interés, porque la verdad es que tenía curiosidad, pero más bien por falta de compañía. Siempre había estado sola, y claro, salir sola no debía ser ni muy interesante ni muy normal, y con mi suerte seguro que me encontraría con Angélica y su clan.
Cuando llegué a casa encontré un paquete delante de la puerta, un poco
más pequeño que el tamaño de una caja de zapatos. Por fuera había una bolsa negra, y dentro estaba la caja envuelta en papel de regalo muy bonito, con un lazo azul. Justo al lado había una nota que ponía:
"Para mi musa, con cariño, Milo."
Entré en casa nerviosa y sorprendida, pero a la vez contenta de recibir un regalo. La última vez que recibí un regalo fue en los últimos reyes antes que mi madre quedase en coma. Estaba intrigada, así que subí rápido hacia mi habitación. Nada más entrar, solté mis cosas y lo abrí impaciente.
Era un teléfono móvil de los de última generación. Con pantalla táctil y todo. No me lo podía creer. Tenía pinta de ser carísimo. Encontré otra nota que cayó cuando lo desenvolví.
"Por favor, acepta este regalo. Simplemente es para que podamos comunicarnos. No quiere decir nada más, es un regalo que me hacía ilusión hacerte. Ya está todo listo, sólo tienes que seguir el manual. Tienes línea e internet, así que venga, ábrelo, que tienes un mensaje."

Y dibujó una cara sonriente. Lo abrí y cogí el teléfono un poco nerviosa. Me
senté en la cama y empecé a leer el manual. Al cabo de unos minutos ya
sabía desbloquearlo. De repente, el teléfono hizo un sonido como de
campanitas y salió una notificación.

-" Nuevo mensaje de Milo 'el del coro''"
Seguro que se había sido él quien se había puesto ese nombre. Sonreí. Toqué en la notificación y el mensaje se abrió. Había varios mensajes, pero leí primero el de más abajo.

"Éste es el último que envío, pero por favor cuando llegues a casa envíame un mensaje si puedes para saber que estás bien"

Cliqué en una barra que había para responder y me salieron unas letras. Poco a poco, fui escribiendo una respuesta.
-"Hola. Acabo de llegar a casa. Muchas gracias por el regalo, pero no lo puedo aceptar. Es demasiado". - Y lo envié. A los pocos segundos contestó haciendo otro sonido.
-"Por favor, acéptalo. No es tanto como parece, quiero que lo tengas. Si no quieres ya no te haré más regalos, pero por favor, quédate con éste"
No sabía que contestar. ¿Cómo iba a pagar las facturas? Tenía el dinero justo para los mínimos.
-"Milo, no puedo pagar las facturas del teléfono, por poco que cueste. Lo siento". Unos segundos y el sonido acompañó su respuesta.
-"Está todo pagado para el primer año. Y cuando pase el primer año podrás ponerlo a prepago"
¿Para todo el año? ¿Cuánto le había costado todo eso? Me sentía mal por todo el dinero que se había gastado.
-"Pero eso es mucho dinero. No puedo aceptar un regalo que vale tanto. No quiero que te gastes tanto dinero en un regalo para mí"
-"___, me lo puedo permitir, por favor, dame este único capricho"
La verdad es que no sabía qué decir, pero la sensación de pasar el dedo por
la pantalla cada vez me gustaba más. Hacía tanto tiempo que no me regalaban nada que se me había olvidado la agradable sensación que causaba.
-"Bueno, ya veremos..." – le escribí. Pasaron unos segundos y volvió a
escribir.
-"Si en cualquier momento necesitas algo, sea la hora que sea me lo dices. Dejaré mi teléfono encendido. Que tengas dulces sueños"
-"Vale, gracias, pero intentaré no molestarte. Además me acabo de acordar que tengo que hacer tu redacción para el lunes. Que duermas bien tu también" –y le añadí un emoji de una cara sonriente.
-"¿Qué obra has escogido?" –me preguntó.
-"Tendrás que esperar hasta el lunes para descubrirlo, profesor" –le contesté.
-"¡Cómo te gusta hacerme sufrir...!. Buenas noches, alumna"
Y entonces me llegó otra notificación, pero esta vez con una imagen. Era la foto en la que estábamos los dos, la que había hecho justo al final. Se me aceleró el corazón al verlo tan guapo a mi lado.
-"Para que te acuerdes de mi cara" –escribió, y lo acompañó con un emoji de una cara sonriente.

Enamorada de mi Profesor (Milo y tu) adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora