32 FINAL

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Al abrir la puerta esperé encontrarme a Milo, pero en vez de Milo me encontré con su padre. Estaba solo y con la misma mirada triste y perdida que vi el día anterior.
-Hola, ___ –me saludó.
-Hola, Bobby, ¿Verdad? – le pregunté para asegurarme que no me había equivocado con su nombre.
-Sí –contestó. Parecía un poco nervioso y abochornado, como si no supiese qué decir.
-¿Está todo bien? –pregunté amablemente.
-Sí, todo va bien. Me gustaría hablar contigo un momento si no te importa –me pidió educadamente.
-Claro, adelante–le contesté invitándole a entrar. –La casa ha estado cerrada unos días, por eso está tan fría. Podemos ir a la cocina que es donde se está mejor.
-Muchas gracias.
-¿Gusta una taza de té?
-Sí, por favor. Solo sin azúcar, gracias. Y por favor, trátame de tu –me pidió
amablemente.
Bobby era un hombre muy guapo, incluso a su edad. Ahora comprendía de
dónde sacaba Milo su belleza. Era un poco más bajo que Milo, pero igual de
fuerte que él, y con los mismos ojos azules.
Preparé dos tazas y me senté a su lado, en la mesa de la cocina. Respiró
hondo y comenzó a hablar.
-___, siento muchísimo lo que pasó ayer. Debería haberlo parado de algún modo, pero hace tiempo que dejé de ser valiente y de enfrentarme a las injusticias. No supe cómo actuar.
Parecía que no sabía bien como disculparse. Quedaba claro por sus gestos y su mirada que estaba arrepentido, y profundamente deprimido.
-Ayer me quedé un rato con Milo a solas por la tarde, y
me lo contó todo. Quiero que sepas que jamás había oído a mi hijo hablar de ese modo de alguien, y que, por primera vez, se le ve que está enamorado. Aquí es feliz, pero sólo porque está contigo.
Yo nunca me equivoco con las primeras impresiones, y sé que eres muy buena chica y que tú también le quieres, y quiero que sepas que estoy muy contento de que estén juntos, aunque sé que él te lleva algunos años por delante. La emotividad de sus palabras hacía que de vez en cuando se le quebraba la voz.
-La relación de Milo y Meg no era feliz. Nunca lo fue y nunca lo hubiese sido. Milo siempre ha estado sometido bajo el control de Camryn su madre, y yo
siempre he sido un cobarde para impedir que le sometiera. Cuando Milo me dijo que se iba, me hizo el hombre más feliz del mundo. No creas ni una
palabra de lo que diga mi mujer y Meg. Meg es muy mentirosa, y está intentado hacernos creer que el bebé que espera es de Milo,Pero yo creo lo que dice Milo y sé que esa criatura no es de él –relató, y tomó otro sorbo de su té.
–Ayer, cuando Milo pidió a su madre y a Meg que se fueran, Meg se puso como una loca y se fue chillando diciendo que pediría una prueba de paternidad, a la que Milo no opuso resistencia. Le dijo que si eso era lo que tenía que hacer para que desapareciera de su vida para siempre, que se haría miles de pruebas si hacía falta.
Miró un momento por la ventana, con la mirada perdida, y luego siguió hablando.
-____, no castigues a Milo por esto. Él no tiene la culpa de haber tenido una madre cómo la que tuvo, la culpa es toda mía. Tendría que haberle parado
los pies hace tiempo para que Milo pudiese haber hecho su vida con normalidad, pero nunca fui lo bastante hombre para enfrentarme a ella. Si realmente le quieres, no cometas el error de dejarle ir. Si de verdad están
enamorados, tendrán que luchar por ello –y volvió a beber de su té. -Cuando yo tenía tu edad me enamoré de una chica de este pueblo. Los dos nos queríamos con locura, pero por circunstancias de la vida se tuvo que ir a otro pueblo que quedaba muy lejos, y antes no era como ahora que con en coche se llega a cualquier lado en un momento. La quería con toda mi alma, pero un día, cuando eran las fiestas del pueblo, salí con mis amigos y me
convencieron para tomar unas copas y para salir a bailar. Me sentía tan solo, y la echaba tanto de menos.... –los ojos se le empañaban –Una chica se me
acercó y sin darme cuenta me besó. Yo estaba tan borracho que ni siquiera sabía lo que estaba ocurriendo, pero pronto me di cuenta de lo que acababa de pasar.
Sólo había sido un beso de nada, pero todo el mundo lo vio. Todas sus amigas estaban allí y lo vieron. Volvió a tomar un sorbo de su té con manos temblorosas. A mí se me empañaron los ojos al relacionar que aquella historia era la que me había contado Minerva. Aquél hombre de la historia de Minerva era el padre de Milo.
-Cuando regresó al pueblo y conseguí verla, ya se lo habían contado. Intenté explicarle lo que había pasado pero no me perdonó. Perdí el amor de mi vida por un error que ella jamás me perdonó, ni siquiera cuando acabé la casa que construí para los dos. Seguramente no te interese nada de lo que te acabo de contar, y sé que las historias no tienen nada que ver, pero yo se que hubiésemos sido felices si me hubiese dado una segunda oportunidad, por eso te pido que le des otra oportunidad a Milo y que dejes el pasado atrás. Ya me encargaré yo de que su madre no vuelva a meterse en su
relación, cueste lo que me cueste.
Se secó las lágrimas con un pañuelo de tela que tenía en el bolsillo. Yo quería decirle que era Minerva, y que ella se arrepintió de no haberle dado
otra oportunidad, pero el hecho de que ella ya no estaba, y la magnitud de la tragedia de aquella historia de amor, me decían que no debía hacerlo. El colgante de Minerva que tenía bajo mi jersey parecía pesar más que nunca.
-Seguro que ella también se arrepintió –conseguí decir con la voz quebrada.
-¿Qué?
-La mujer de su historia, seguro que ella también se arrepintió.
Las lágrimas me caían por las mejillas al recordar a Minerva. Me veía incapaz de contarle la verdad. Tal vez de aquél modo fuese menos doloroso
para él. Bobby me miró un poco sorprendido por mi reacción, pero no hizo preguntas.
- Gracias –dijo mientras se entristecía su mirada. Entonces se levantó, se despidió de mí y se fue.
Llamé a la puerta de la casa de Milo un poco nerviosa, pero con muchas ganas de volverle a ver. No tardó ni diez segundos en abrir.
-Gracias por venir –me dijo haciéndome pasar contento por volverme a ver.
-Lo siento mucho por haberme ido –le dije arrepentida. - Debería haberme quedado a tu lado y no haber sido tan egoísta.
-La culpa fue mía, le tendría que haber parado los pies a mi madre hace mucho tiempo. Si yo hubiese estado en tu lugar, no sé cómo habría reaccionado.
Me cogió con suavidad y me abrazó. Sentirlo de nuevo tan cerca de mí me
reconfortaba.
-No quiero que nos volvamos a separar –le dije agarrándome aún con más fuerza a él.
-Nada nos separará, ____. Te lo prometo. Entonces me miró, sonrió y me beso.
-Entonces esto quiere decir que lo del viaje sigue en pie, ¿no?–me dijo con cara de pillo. Le sonreí.
-Por supuesto –y le volví a besar.
Y fue en aquél momento que comprendí que la vida depararía muchos momentos malos, pero que eso ocurriría tanto si estaba con Milo o sin él, y que los momentos buenos con él eran tan buenos que merecía la pena correr el riesgo de pasar algunos malos. Lucharía con todas mis fuerzas para que nada ni nadie pudiese destruir la maravillosa relación que tenía con Milo.

Hola mañana espero subir el epílogo de esta historia. Muchas gracias por leer ésta adaptación.

Enamorada de mi Profesor (Milo y tu) adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora