25

528 25 0
                                    

Resultaba raro enviarse mensajes tan fríos y tan distantes. Lo sentía tan lejos que el sentimiento de desesperación empezaba a apoderarse de mí.
Aquella noche apenas pude dormir. Estaba nerviosa por volver a hablar con
Milo cara a cara, pero también asustada por lo que fuese que me iba a decir. Las clases se me pasaron tan lentamente que parecía que alguien estaba parando el tiempo para hacerme sufrir. Miraba el reloj y decidía esperar lo máximo posible antes de volverlo a mirar, pero cuando lo hacía tan sólo habían pasado cinco minutos cuando a mí me parecía casi una hora. Incluso su clase se me hizo eterna. Cuando sonó la sirena, dejé que Milo saliese primero y luego me dirigí a su despacho. Ya podía notar el nudo en la garganta y todavía no había ni entrado.
Abrió la puerta tan guapo como siempre, aunque con esa mirada triste que le acompañaba durante las últimas semanas. Él también parecía nervioso,
pero sonrió pidiéndome que entrase. Estar de nuevo en esa sala me hacia
recordar la pasión que un día vivimos, y me sentí todavía peor al pensar que seguramente jamás volvería a ocurrir.
-Muchas gracias por haber venido. Sé que no es fácil –me agradeció.
-Es a ti a quien tengo que agradecer el hecho de que quieras contármelo -le contesté sin poder ocultar mi abatimiento.
Estar a su lado sin poder abrazarlo o besarlo era más duro de lo que me
imaginé. Milo hizo un gesto como si quisiera abrazarme, pero no supo cómo hacerlo, y yo tampoco le di pie para que lo hiciese.
-Por favor, siéntate – me pidió señalando una silla. Él también cogió una silla y se sentó a mi lado. Se aclaró la garganta, nervioso, y empezó a hablar.
-Lo que te voy a contar no es fácil para mí, y puede que tampoco lo sea para ti. Quise dejar el pasado atrás sin darme cuenta que tenía que ser sincero contigo. Lo que quise hacer por un bien, me salió mal. Pensé que si no te lo decía sería mejor para los dos, pero me he dado cuenta de que debería haberlo hecho al revés –consiguió decir sin poder ocultar su pena y su arrepentimiento.
-Lo primero que tienes que comprender es que mi madre es una persona muy manipuladora. Siempre ha vivido por las apariencias y por lo que pensarán los demás. Tanto a mi hermana como a mí nos apuntó a los deportes más 'nice' y a los clubs más selectos. Siempre estaba haciendo clases extra escolares y aprendiendo a comportarme como la clase alta.
Mi padre jamás lo aprobó. Él quería que nosotros creciéramos en la naturaleza, lejos de todo aquello, pero mi madre siempre es la que tiene la última palabra. No es hasta hace poco que me he dado cuenta de lo dominado que tiene a mi padre, hasta el punto de maltratarlo psicológicamente.
Cuando yo tenía veintitrés años, mi madre me obligó a salir con una chica de una familia de buena reputación. Su familia tenía muchas tierras y caballos de carreras, todo lo que le gustaba a mi madre. Tienes que entender que
yo estaba sometido bajo mi madre de una manera que jamás nadie debería estarlo. No tenía voluntad propia, siempre hacía lo que ella me decía. Estaba aterrorizado de sus reacciones, de su mirada de desaprobación. Esta chica, Meg, me recordó a mi madre desde el primer momento en que la vi, y
algo dentro de mí la odió desde el principio, pero no sé cómo ocurrió que acabé saliendo con ella. Tienes que creerme cuando te digo que no era feliz. Parecía que alguien se había apoderado de mi cuerpo y que yo ya no tenía ningún control sobre mi persona. Acabé creyendo, tal y como mi madre no
paraba de repetirme, que aquello era lo mejor que podía conseguir, y que debía estar agradecido que Meg quisiera tenerme a su lado.
Tardé cuatro años en darme cuenta de que aquello no era lo que quería, o en conseguir el valor para dejar todo aquello atrás y empezar a vivir mi vida por primera vez. Jamás estuve enamorado de Meg, y sé que ella tampoco lo estuvo de mí, pero a ella le iba bien ese estilo de vida. Teníamos un piso en una buena zona de la ciudad que su padre le había regalado, pero siempre
estaba fuera, o trabajando o en sus clubs. Sé que parece una estupidez, pero cuando estás en esa situación, no sabes qué hacer, todo me daba miedo. Se tomó unos segundos para respirar agobiado por lo que estaba relatando.
-Hacía muchos años que no veía a mi padre tan contento como cuando le dije que me iba a ir y que lo iba a hacer solo. Mi madre no se lo tomó de la misma forma. Me prometió que si me iba me desheredaría por la vergüenza
y la deshonra que aquello suponía para su nombre y para el nombre de Meg. Es por eso que me llama, para recordarme que no es tarde para volver y pedir disculpas, para intentar convencerme que me estoy equivocando. Ella quiere que vuelva con Meg, no por mi felicidad, sino por su reputación.
Es ahora, que es estoy fuera de aquél horror, que me doy cuenta de lo mucho que he perdido de mi vida y de lo mucho que tengo que recuperar. La voz se le entrecortaba.
-Jamás había estado enamorado de nadie hasta que te conocí. Yo pensaba que el amor no existía, pero no es así. Estas últimas semanas que pasamos
juntos han sido las más felices de mi vida con diferencia. Jamás voy a volver a aquella vida y no quiero volver a ver nunca más a Meg ni a nada que me recuerde lo mal que me lo hizo pasar y los muchos años que desperdicié a su lado. No quería decírtelo para que no te preocuparas, para que no pensaras que me iba a ir, porque antes de eso preferiría estar muerto.
Tomó aire e intentó tranquilizarse. Estaba emocionado y tenía los ojos llenos de lágrimas que intentaba reprimir. Yo lloraba en silencio mientras escuchaba su triste historia.
-___ , sé que no tengo derecho de pedírtelo, pero se me parte el corazón cuando pienso que no voy a estar contigo nunca más. Por favor, te pido que te lo pienses, y si aun así ya no quieres estar conmigo, nunca más te lo pediré por mucho que me duela. Pero tienes que saber que yo jamás quise hacerte daño y que me he equivocado, y te pido perdón por ello, una y mil veces. Sin apenas dejarle respirar, aún con las lágrimas en los ojos, me tiré a sus brazos y le besé.

Enamorada de mi Profesor (Milo y tu) adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora