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Querida ____,
Sé que es probable que no quieras leer esto. Seguramente te preguntarás
por qué no te he enviado un mensaje o por qué no te he llamado. Me parecía que llamarte podría parecerte demasiado osado, pero un mensaje
me parecía demasiado frío, así que he preferido Escribirte esta carta.
Quiero que entiendas que lo que te voy a decir a continuación no es fácil para mí, pero no puedo seguir así sin que lo sepas. Desde que te vi por primera vez no he podido dejar de pensar en ti. Tu mirada, tu sonrisa, tu forma de ser... me cautiva y me inspira de manera que nunca nadie antes lo había hecho en mis años de vida.
Nadie ha conseguido causar tal impacto en mí. Sé que hay cosas que no me dices, cosas que te preocupan, y quiero pedirte disculpas si en algún momento he parecido entrometido, pero lo que más me duele es verte sufrir.
Ojalá pudieras confiar en mí y me contases lo que te preocupa, porque al menos intentaría ayudarte en lo que fuese posible. Quiero que sepas
que entiendo que no quieras nada conmigo. Entiendo que la edad es el primer problema, y sé que tú tienes que ser feliz y experimentar con gente de tu edad. Lo siento si he sido demasiado osado en mis actos, pero es
que cuando estoy contigo no me acuerdo de la edad que nos separa. Cuando estoy contigo es todo tan normal y tan natural... Estos últimos días no he podido dejar de desear haber nacido más tarde para poder haber tenido alguna posibilidad contigo.
Lo que quiero decir es que te quiero, ___, y que estoy enamorado de ti, y que espero que me perdones por escribir estas palabras, pero no puedo guardarlo en mi corazón. Aún sabiendo que te perderé, quiero que sepas qué es lo que siento y que jamás he sentido por nadie lo que siento por ti.
Todo mi amor para siempre,
Milo M.

Todo el cuerpo me temblaba. Sentía una especie de emoción pero a la vez de tristeza. Milo estaba enamorado de mí, y eso me hacía la persona más feliz del mundo, pero a la vez la carta parecía una despedida. ¿Y si era demasiado tarde? Sin pensarlo, cogí las llaves, cerré la puerta y salí corriendo en dirección a la casa de Milo . Tenía que decirle lo que sentía, que yo también estaba enamorada y que tenía que contarle la verdad sobre mi vida. Si aún quedaba una oportunidad no quería perderla. Corrí lo más rápido que pude sin parar ni un segundo a descansar.
Nada pudo conmigo, ni la fuerte lluvia ni los rayos hicieron que aminorase el
paso. Llegué a su portal empapada y sin aliento. Mis zapatos estaban recubiertos de lodo, y mi cuerpo temblaba, no sé bien si por el nerviosismo o por el frío. Intenté recuperarme un poco y llamé a la puerta. Pude oír los pasos de Milo acercándose a la puerta. El corazón me iba a mil. Cuando abrió la puerta nos quedamos un momento mirándonos. Milo estaba sorprendido, y a la vez preocupado.
-___, ¿estás bien? –preguntó sin poder ocultar su aflicción.
-Sí... bueno, no... pero sí –le contesté nerviosa aún recuperándome de la carrera.
Las lágrimas empezaron a mezclarse con las gotas de agua que aún tenía en la cara. Milo parecía muy preocupado.
-He leído la carta –conseguí decirle. Le miré un segundo y cogí fuerzas para seguir hablando.
-Quiero que sepas que eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Lo siento por haber sido tan fría. Hace días que quería contarte la verdad. Yo no vivo con mis padres, en realidad vivo sola. Quería contártelo hace tiempo pero me daba miedo perderte por haberte engañado, pero ahora ya es demasiado tarde. A mí lo de la edad siempre me ha dado igual. Cuando estoy a tu lado soy la persona más feliz del mundo, pero sé que por culpa de mis mentiras
he acabado perdiéndote –tomé aire un segundo para no ahogarme con tantos sollozos- No quería despedirme sin decirte que yo también te quiero y que me duele el corazón cada vez que pienso que ya no estarás en mi vida.
Cogí el aire intentando calmar mis lágrimas, y sin mirarle, me giré y empecé a caminar sin mirar atrás, notando nuevamente las gotas frías en mi piel. Por lo menos lo había dicho, y él ya sabía la verdad.
Pude oír como Milo se acercaba. No dijo nada, simplemente se acercó. Me paré. Lo podía sentir detrás de mi cada vez más cerca. Noté como me cogía con una mano por la cintura, y con la otra por el brazo y me giró hacia él.
Me apretó con fuerza. Me miró a los ojos. La lluvia empezaba a empaparlo a él también y las gotas le caían por sus mechones ondulados. Me apretó todavía más a él. Podía notar su corazón latiendo con fuerza. Subió su mano hasta detrás de mi cabeza, me miró y me besó.

Enamorada de mi Profesor (Milo y tu) adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora