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La mañana siguiente, como todas las buenas mañanas, me desperté en sus
brazos, pero a diferencia de las demás, los dos estábamos desnudos, y era una sensación muy agradable sentir su piel junto a la mía.
Finalmente había ocurrido, y no había sido tan terrorífico como me había
imaginado. Fue maravilloso y me sentía más unida a Milo que nunca. Era como si las últimas barreras que pudiesen existir entre nosotros hubiesen desaparecido. Se despertó dándome un montón de besos y abrazándome tiernamente.
-Buenos días, amor mío –me saludó cariñosamente.
-Hola, guapo –le dije con una gran sonrisa.
-¿Cómo estás? –me preguntó.
-Muy bien –le con una gran sonrisa.
-Bueno, y, ¿qué te ha parecido? –me preguntó con cara de travieso.
-Me ha parecido que tenemos mucho que recuperar –le dije coqueta.
Sonrió feliz, se estiró bostezando y volvió a acurrucarse a mi lado.
-¿Qué hora es? –preguntó mirando por la ventana. –Se está tan bien en la cama...-
Sí –le dije mientras ponía mi cabeza en su pecho. –Yo firmo donde sea para quedarme aquí todo el día contigo.
-Cuidado con lo que deseas –me dijo con aquella intensa mirada de deseo, acercando su cuerpo al mío.
-Espera un segundo –le dije acordándome del libro que le había escrito, antes de que empezase a besarme en el cuello y no pudiese resistirme. –Ahora soy yo la que tiene un regalo para ti.
-¿Para mí? –me preguntó sorprendido.
-Sí –le dije sonriendo. –Espera aquí un segundo que te lo traigo.
Me envolví con una de las mantas y fui a buscar el regalo en la habitación
donde lo había escondido para que Milo no lo viese. Volví rápido y me
metí en la cama de nuevo, disfrutando del calorcito de las mantas, y del cuerpo de Milo.
-¿Y cómo es que tengo un regalo?
- Ábrelo y seguro que lo entiendes –le dije nerviosa.
Lo abrió y dentro estaban las hojas con mi cuento y mis dibujos. Un total de
50 páginas formaban la historia que había escrito para él.
-Falta encuadernarlo –le dije mientras iba pasando las páginas en silencio. –Bueno, ¿te gusta? –le pregunté cuando vi que no decía nada.
-Nunca nadie antes me había hecho un regalo tan bonito – dijo sin poder ocultar la emoción en su voz. –Son unos dibujos preciosos, ____.
Tengo muchísimas ganas de empezar a leerlo.
-Está dedicado para ti. No es gran cosa, pero quería que lo tuvieses. Además que me lo hiciste prometer –le recordé cuando me vino a la cabeza su voz imitando a los limpiaparabrisas.
-No sé qué decir... estoy emocionado.
Puso los folios con cuidado en la mesita de al lado y me abrazó con fuerza.
-Muchas gracias –dijo de corazón. –lo encuadernaré en un sitio que hacen unas tapas muy bonitas, y luego haré una copia para que nunca le pase nada. Me dio otro montón de besos.
-¿Quieres ver tu último regalo? –me preguntó al cabo de unos minutos.
-Vale –le dije contenta. Se giró y puso la mano debajo del colchón sacando un sobre blanco.- Dentro está tu último regalo.
Lo abrí sin saber que iba a encontrar. Saqué dos folios impresos. Tardé un buen rato en darme cuenta de que lo que tenía enfrente era un vuelo para ir a Irlanda. Me quedé con la boca abierta, sin poder procesar lo que acababa de ver.
-¿Un viaje a Irlanda contigo? –conseguí decir.
-Sí, para pasar allí las vacaciones de navidad durante dos semanas.
-No me lo puedo creer –le dije justo antes de tirarme encima de él emocionada besándole toda la cara compulsivamente. –
¡Nos vamos de viaje a Irlanda! Y así me pasé un buen rato, dando brincos en la cama de la emoción y la felicidad. Milo estaba muy divertido con mi reacción, y me miraba con su preciosa sonrisa. No me podía creer que
fuese a pasar dos semanas con Milo en Irlanda
-Ven aquí –me dijo con su sensual voz cuando ya llevaba por lo menos diez
minutos descontrolada de la felicidad.
Me cogió por el brazo tiernamente, me tumbó en la cama, me cogió por las
muñecas ejerciendo un poco de presión y se puso encima de mí. Aquella presión en las muñecas me hizo recordar el encuentro en el lavabo, lo cual me hizo excitarme todavía más. Empezó a besarme haciéndome perder el control, deseándole con más ganas que nunca.
Pero cuando ya estábamos a punto de volverlo a hacer, unos ruidos repetitivos que provenían de la ventana nos hicieron perder la concentración. Alguien estaba llamando. Nos giramos sorprendidos y pudimos ver tres cabezas asomadas por la ventana, dos mujeres y un hombre, que al vernos, se escondieron su cara con sus manos, como si no esperaran vernos allí, o de aquél modo...

Enamorada de mi Profesor (Milo y tu) adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora