『¢αριтυℓσ XLII』

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[Preparen Pañuelos]

💚

Jimin corrió todo lo que sus medianas piernas le permitían. El pasillo estaba vacío, y eso le tranquilizaba. Tenía que ir en busca de su primo, pero los disparos no paraban.

Jimin no entendía, ¿por qué tanto escándalo? Ni que fuese una guerra entre mafiosos. El alfa quería que esto acabase ya. No soportaba el hecho de estar alejado de su omega. Necesitaba que Jungkook estuviese a su lado, deseaba estar acostado en su cómoda cama con Jungkook mientras veían alguna película romántica, como le gustaban al omega.

Deseaba estar con su mamá, mientras está le regaña a por ser un perezoso; deseaba estar en casa. Unos segundos bastaron para que nuevamente se encontrara con la habitación en la cual habían estado anteriormente. El alfa suspiró cansinamente y a pasos rápidos se adentro.

Namjoon estaba sentado en la cama, con sus piernas pegadas al pecho, y temblando mientras balbuceaba palabras incoherentes. Jimin soltó otro suspiros, y se encaminó hacia su primo.

—Namjoonie, debemos irnos —habló suavemente.

El alfa dirigió su vista rápidamente a Jimin, para luego levantarse de un salto e ir a abrazar a su primo como nunca antes lo había hecho. Se sintió mucho mejor cuando Jimin le devolvió el abrazo con la misma intensidad. Jamás pensó que este día llegaría.

—Salgamos de aquí. —Tomó la mano de Namjoon. Jimin salió primero, aún sin soltar la mano del alfa menor. Ahora Jimin estaba más tranquilo. Faltaba poco para salir de allí, y volver a la vida de antes.

—Todo va a estar bien, Namjoonie —le dijo mientras seguía caminando—. ¿Sabes? No he sido un buen primo, ni un buen hijo, y mucho menos he sido un buen novio... Cuando estemos fuera de aquí, pienso cambiar eso. Tú y yo, saldremos más seguido, le diré te amo a mi mamá, y por último, le pediré correctamente a Jungkook que sea mi omega. Sé que el ya me aceptó, pero no se lo pedí de la mejor forma; Todo cambiará.

—Lo lograremos, Minie—dijo en un susurro apenas audible.

Jimin iba a detenerse para volver a darle un abrazo a su primo, pero un disparo potente se escucho cerca de ellos. No quería pensar en qué era lo que pasaba, y tampoco quería que esa voz que soltó un grito desgarrador fuese conocida por él.

Quería pensar en qué sólo era mera coincidencia, porque tenía la esperanza de que Jungkook ya estuviese a salvo, pero la vida jamás sería tan generosa con él.

—¿Jun-Jungkook? —preguntó cuando cruzó por el pasillo derecho, y vio a su omega junto a su padre, mientras que el último tenía orgullo en sus ojos.

Otro disparo se escucho, pero Jimin ni siquiera volteó a ver quien había jalado el gatillo, o para quien fue dirigida esa bala. Lo único en lo que su vista estaba puesta, es en Jungkook, en su camisa manchada de un rojo potente, y en el llanto desgarrador que este soltaba. No, esto no podía estar pasando.

Jungkook levantó su vista para posarla en Jimin.

Los ojos del omega gritaban dolor y angustia, pedían a gritos que le ayudarán, pedía que el chico que estaba en sus manos, a punto de cerrar sus ojos, volviera a sonreír, volviera a protegerlo, como cuando un alfa se le acercaba y que a pesar de su personalidad tan dulce y amable, este los ahuyentara.

Necesitaba a Hoseok en su vida.

Otro grito más desgarrador se escuchó a su espalda.

Reconoció la voz de Yoongi, pero en ese momento su voz no era para nada angelical. Su voz ahora era de dolor.

—Jim-Jimin, a-ayúdame...


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Perdón por Todo.


Un Alfa de Mentira «JIKOOK»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora