—Buenos días, le habla Connor Prouds, soy detective de Scotland Yard y junto a mis dos compañeros estoy a cargo del caso del Asesino de la Máscara —dijo el joven al teléfono a la mañana siguiente, mientras el anciano Towel masticaba una tostada y O'Brien tomaba su taza de café—. Sí, estoy al tanto de que ustedes tenían a cargo la investigación hasta hace un día, y es por eso que me estoy comunicando. Necesitamos todos los archivos y documentos que tengan... Sí, claro, de esta investigación, ¿de qué estamos hablando? Las entrevistas a familiares o amigos de las víctimas, todo. No es mucho lo que estoy pidiendo, ¿verdad?... Ajá, bueno. Gracias, adiós.
—¿Qué le han dicho, Prouds? —interrogó Towel cuando su compañero colgó el teléfono.
—Que en un rato nos traerán la caja con todo lo pedido.
—Ah, eso es bueno.
—Sí, bueno, espero que nos sirva para algo. Y ahora, vamos a ver cómo se encuentra el señor Dunger. Confieso que he soñado con él —dijo Connor con cierta ironía.
—Oh, yo en cambio soñé con el Asesino de la Máscara. Y fue un sueño horrible, la verdad —contestó el anciano. El joven revoloteó los ojos. El diminuto O'Brien bebía su taza de café pacíficamente.
—Ah, también debemos averiguar si los hombres que pedí ayer que enviaran para rastrillar los alrededores del teatro han hallado algo.
—En ese caso, supongo que nos habríamos enterado.
—Ajá... Tiene usted razón, Towel. Bueno, vamos de una vez.
Prouds salió de la oficina y sus dos compañeros siguieron sus pasos. Se dirigieron a la habitación donde el señor Dunger había pasado la noche, y el joven golpeó la puerta.
—El hombre que estaba allí ya se ha ido —advirtió un inspector que pasaba por detrás del trío. Connor lo miró con el ceño levemente fruncido.
—¿Perdón?
—Sí, se ha ido hace un rato. Yo fui el único que lo vio salir, si no me equivoco. Le pregunté si quería que le otorgara una custodia, pero me dijo que no era necesario. Como ustedes sabrán, yo no puedo obligarlo a quedarse ni a concederle la custodia.
—¡Pero no puedo creerlo! —exclamó un irritado Prouds—. Es que estamos tratando de salvarle la vida y sale a la calle como si nada.
—Quizás a estas horas ya está muerto —comentó el anciano mirando su reloj.
—¡¿Pero qué dice, hombre?!
—Bueno, Prouds, era una broma. O algo así. ¿A dónde sugiere que podemos ir a buscarlo?
—¡Pues no lo sé! Pero no soy el niñero de nadie.
—Podemos ir a buscarlo al Teatro Gleming, mientras no sepamos dónde vive... —contestó el detective O'Brien.
—Sí, supongo que es una buena idea. Inspector Yamont, por cierto —le dijo Prouds al inspector—, ¿sabe usted si los rastrillajes en los alrededores del teatro han servido para algo?
—Oh, lamento decirle que no, Prouds —respondió el señor Yamont—. Por el momento, no hay rastro del Asesino de la Máscara. Pero confío en que ustedes harán un muy buen trabajo. Siempre lo hacen.
—Mmm... Marchemos, compañeros.
El joven se abrió paso en el pasillo y pasó por al lado del inspector, que hizo una mueca. El pequeño hombre le sonrió cuando pasó junto a él.
El detective Towel se montó en el asiento del conductor y puso en marcha el vehículo.
—Ah, otra vez está atascado —protestó.
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El Asesino de la Máscara
Mystery / ThrillerGANADOR DE LOS WATTYS 2022 EN LA CATEGORÍA MISTERIO-SUSPENSO 🏆 El enigmático caso del Asesino de la Máscara, que conmueve a toda Inglaterra y toda Europa, pasa a la órbita de Scotland Yard cuando la agencia de investigación Sheeran se ve incapaz de...