26. Cómplice

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El joven Prouds se veía nuevamente molesto cuando ingresó en Scotland Yard. Ver al inspector Yamont tomando un café y comiendo donas con el señor Oxom precisamente no mejoró su humor. El par de hombres estaba sentado en el mostrador de recepción.

—Ah, ¿cómo les va, detectives? —preguntó el inspector con la boca llena—. Aquí, Oxom me ha dicho que O'Brien se tomó un autobús hacia el pueblito Moore.

—¿Hacia Moore? —repitió Connor con los puños bien cerrados—. ¿Y para qué demonios ha ido allí?

—Pues me dijo que inspeccionaría... no sé qué —contestó Oxom, que sostenía con su mano derecha su taza de café.

—¿Y no se le ocurrió decirle que era peligroso, señor Oxom?

El anciano, que escoltaba al joven, golpeó levemente el hombro de su compañero en señal de que controlara sus modales.

—Por supuesto que le expresé mi temor por su seguridad, Prouds —respondió Oxom—, pero O'Brien ya es un hombre adulto, ¿verdad? Y de lo mejorcito que tenemos en esta agencia... ¡y en este país!

Connor se puso rojo y Towel reprimió una risita.

—Disfruten su aperitivo —dijo el primero con cierta ironía—. Towel, acompáñeme, debemos poner en marcha nuestro plan.

Tanto el inspector Yamont como el señor Oxom miraron al anciano con el ceño fruncido. Towel se encogió de hombros y siguió a su compañero.

—Cierre la puerta, Towel —ordenó Prouds una vez que se sentó en uno de los sillones individuales de la oficina que compartía con el anciano y con O'Brien. El detective Towel acató la orden con cierto cansancio.

—Prouds, es la hora de la cena... —dijo.

—¡No me importa!

—Prouds, le recomiendo que cene algo. ¿Cuándo fue la última vez que comió? La falta de nutrientes en su cuerpo lo perjudicará a la hora de resolver el caso, que es lo que usted quiere hacer.

El joven pareció meditar la idea, y el anciano se sorprendió al verlo pensativo.

—De acuerdo, Towel. Cenaremos algo y luego pondremos en marcha el plan. ¿Me promete usted que hará todo lo que yo le diga?

—Sí, claro, mientras no corra riesgo mi integridad física... —contestó el anciano.

—No, de eso nada —replicó Connor—. Quédese tranquilo, Towel. Este plan será la clave para resolver el caso.

—Sí, supongo... Si es que O'Brien no lo ha resuelto ya.

Prouds golpeó con fuerza el apoyabrazos del sillón donde estaba sentado.

—No lo veo a usted asombrado —dijo el Asesino de la Máscara con cierta ironía. El diminuto detective O'Brien, aún sentado en el sofá de la sala, miraba fijamente al hombre que tenía de pie frente a él. Acababa de apoyar los brazos en los apoyabrazos del sofá y el Asesino parecía no haberse fijado en ello, o al parecer le quitó importancia—. Ahora compruebo que es cierto eso de que usted es el mejor detective de Scotland Yard. Ha logrado resolver el caso —O'Brien, que se veía sumido en sus pensamientos, hizo una mueca—. Y supongo que si ha logrado resolver el caso, es porque es usted un hombre muy listo, ¿no es así? Y si es un hombre muy listo, podrá comprender quiénes son los villanos de esta historia.

—Señor, una muerte no se paga con otra.

—¿Según quién, O'Brien? ¡Una caza de brujas se ha ejecutado! Lea los documentos, O'Brien, ¡lea los malditos documentos! Llevaban una lista, un control. Y les divertía saber eso, les divertía tanto. ¡Ver a la gente sufrir! Los torturaban, O'Brien. Los torturaban hasta matarlos. ¡Amigos míos, O'Brien! Amigos míos han padecido. Dígame usted qué es lo justo. Así que le repito: ¿según quién, O'Brien?

El Asesino de la MáscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora