23. Quién es el Asesino de la Máscara

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—¡Esto es increíble! —exclamó un furioso Prouds antes de golpear con fuerza la pared derecha de la habitación de la posada.

—Prouds, ya basta, los dueños de este sitio lo oirán y nos echarán a patadas —dijo el anciano Towel, que estaba acostado en la cama que había elegido, la cual, como siempre, estaba debajo de la ventana de la habitación.

—¡Cuando por fin se nos presenta la oportunidad de resolver el caso, a usted se le ocurre olvidarse de lo que vio!

—¡No lo hago apropósito! Ya le dije que el señor Shrimp me dijo que se trata de amnesia parcial transitoria. La patada que recibí en la cabeza fue muy fuerte, Prouds, no se la deseo ni a mi peor enemigo.

—Sí, claro, pero aunque le golpearon la cabeza ya más de una vez, está tan vivo como yo. Sin embargo, ¡se olvida de lo que no tiene que olvidarse! —el joven se veía realmente enojado. Mientras tanto, el diminuto detective O'Brien estaba sentado en su cama mirando a sus compañeros con su característica calma.

—Como le dije, esta pérdida de memoria es transitoria. Quizá en unas horas... o quizá días, regresen mis recuerdos antes del golpe —dijo el anciano— El señor Shrimp me dijo que justo me olvidé de ese momento porque fue, eh, muy traumático para mí. Sentía mucho temor, sentía que de verdad había llegado mi momento. ¡No sabe usted cómo me temblaba el cuerpo! Y de veras hubiera sido mi momento si no me hubiera colocado esa especie de chaleco antibalas... No es lo único que olvidé, naturalmente. Tampoco recuerdo lo que comí en esa cafetería en la que paramos cuando veníamos hacia este pueblo. ¿Acaso era un waffle?

—¡¿Y eso a quién demonios le importa?! ¡¿Qué clase de trauma tiene esa comida?!

—Bueno, Prouds, no se enfade. Es una especie de memoria selectiva. Horrible, lo sé, pero qué quiere que le haga. Como dije, quizá si dejamos pasar el tiempo... en algún momento recuerde todo.

—¡No tenemos tiempo que perder, anciano imbécil! —gritó Connor—. ¡El Asesino anda suelto por ahí, y con Dunger! Entre los dos seguirán cargándose a sus víctimas. Esta oportunidad era única, ¡pero usted no hace más que desperdiciarla!

—Detective Prouds, me está haciendo sentir mal —dijo Towel, ofendido.

—¡Esa es la idea!

—Muy bien, ya basta, Prouds —dijo el pequeño O'Brien—. Ya ha castigado demasiado al pobre Towel.

—¡No lo defienda!

—Prouds, debemos tener consideración por Towel. Es un hombre... de edad avanzada, que ha vivido sucesos muy traumáticos en el último tiempo —el anciano asentía con la cabeza—. El Asesino de la Máscara lo golpeó en la cabeza con la pistola y lo desmayó, luego volvió a golpearlo con más fuerza: ¡le pateó la cabeza! Y también le disparó en el pecho, aunque Towel ya estaba inconsciente para ese momento. Todo esto sin mencionar el terror que sintió Towel al creer que su vida acabaría en manos de ese criminal.

—Sentirse así, encerrado, sin escapatoria, con un loco furioso con una pistola en mano... ¡es absolutamente terrible! —exclamó Towel.

—Bueno, ya basta, hagan silencio —pidió el joven, intentando tranquilizarse—. A ver... Usted dijo que se asombró, ¿verdad? Que recuerda haberse asombrado.

El anciano movió la cabeza, algo dubitativo.

—Pues... Creo que sí... Pero pensándolo bien... ¿A quién no le hubiera asombrado esa situación? —dijo—. La persona cuyo rastro perseguimos en los últimos días, que estuvo cargándose víctimas en las últimas semanas, sin que nadie pueda detener su juego... Bueno, esa enigmática persona de pronto se quita la máscara. ¡Es demasiado para uno!

El Asesino de la MáscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora