El Asesino de la Máscara

12. Dunger miente

El silencio que había en la oficina era ensordecedor. El señor Perry observaba los indicadores del polígrafo. Al parecer, al señor Dunger no le temblaba el pulso, su respiración era normal y su presión arterial no señalaba nada extraño. ¿Acaso estaba diciendo la verdad?

El detective Prouds volvió a mirar a su compañero O'Brien antes de fijarse en el interrogado.

—No lo entiendo, ¿en qué momento envenenó la copa del pastor? —le preguntó al señor Dunger. Este desvió la mirada.

—Antes de que comenzara su especie de sermón, claro está.

—No es posible —contestó el diminuto O'Brien, que se veía entre dubitativo y seguro.

—¿Cómo dice?

—El pastor Dragonfly salió de su despacho antes de dirigirse al altar para comenzar "su especie de sermón". Y usted estaba fuera de la iglesia. Yo mismo lo vi entrando por la puerta derecha.

El señor Dunger se mostró incómodo. Su presión sanguínea y su pulso se movilizaron levemente, lo que no pasó desapercibido por el norteamericano, que miró con intención al par de detectives.

—Pues habrá visto mal —replicó el interrogado—. Le digo que yo envenené la copa de ese hombre. Tiene delante suyo la confesión que soluciona este crimen, ¿por qué dudaría? El mismo aprendiz del pastor aseguró haberme visto en el despacho.

Connor frunció el ceño. La mirada del señor Perry le indicaba que Dunger, al parecer, estaba mintiendo. O que al menos se había puesto nervioso por algún motivo. Por supuesto que él recordaba al señor Whole acusando sin titubear al hombre que tenía enfrente suyo. Y Whole no parecía estar mintiendo al señalar con su índice al señor Dunger. Sin embargo, el joven no podía evitar pensar que Dunger le estaba mintiendo en la cara, y la mirada del estadounidense incrementaba esta sospecha. O'Brien terminó de convencerlo.

—Señor Dunger —dijo—, usted está mintiendo. No tuvo oportunidad de envenenar la copa del pastor Dragonfly. Viajamos todos juntos hasta el pueblo Alban, caminamos juntos hasta el templo, ingresamos juntos, conversamos apenas con el pastor y luego nos dividimos. Usted se dirigió a la puerta principal con el detective Prouds y el señor Vaso. Luego usted y su amigo fueron a rodear el templo y terminaron entrando de nuevo, por las puertas traseras, cuando el cuerpo del pastor ya estaba en el suelo. Como dije previamente, él salió de su despacho antes de dirigirse al altar; lo hubiera visto él también allí, no sólo el señor Whole. Y además, como dije, usted estaba afuera de la iglesia. Según pude observar cuando inspeccioné el despacho, no hay ninguna entrada secreta a él... Señor Dunger, usted está mintiendo —repitió—. Lo que no entiendo es por qué. ¿Acaso quiere encubrir al verdadero asesino?

—No —contestó el señor Dunger con firmeza—. Cuando le digo que yo envenené la copa de ese hombre, es porque yo lo hice. De verdad.

El interrogado miraba fijamente al detective O'Brien. Su pulso no tembló, y su presión había vuelto a la normalidad. Sin embargo, el pequeño hombre no se inmutaba. Parecía convencido de que la persona que estaba frente a él estaba mintiendo.

—Señor Dunger —dijo—, no comprendo por qué afirmaría con tanta vehemencia su inocencia al momento del crimen, para ahora confesar que en realidad usted es el asesino. Sin mencionar, claro, que usted no tiene un móvil verosímil para asesinar al pastor Dragonfly.

—Por supuesto que sí —replicó el señor Dunger—. Ese loco, el que intentó matarme, el Asesino de la Máscara... Él va a por todos los que le ganaron en la casa de juego o lo perjudicaron de alguna forma. El pastor estaba en la lista y yo quise adelantarme al Asesino. Quise desordenarle el tablero. Quise que dejara de tener el control sobre la situación. Por eso maté al pastor Dragonfly. Y al principio lo negué porque tenía miedo, pero... Me he sentido muy culpable desde entonces... Y por eso ahora estoy confesando la verdad.