El desayuno en la posada fue... particular. El detective Prouds observaba con notable irritación al anciano Tomsinon, que hacía un molesto ruido cada vez que masticaba su tostada, la cual iba comiendo muy lentamente. El señor Vaso, al parecer, estaba muy hambriento, ya que tenía sobre su plato una enorme pila de tostadas y, en otro plato, varios waffles. En el otro extremo se encontraba el señor Greek, que ni siquiera desayunaba; sólo fumaba su pipa con una paz envidiable. Por su parte, las dos mujeres conversaban entre sí sobre menudencias, y el señor Dunger, a su vez, se veía muy serio y cansado. Por último, el anciano Towel se tomaba su tiempo para desayunar, como si estuviera de vacaciones en un hotel, y el diminuto detective O'Brien sólo tomaba un café; encerraba la taza con sus manos muy fuertemente, como si quisiera calentarse.
—Tuve un sueño extrañísimo —el señor Tomsinon rompió el insoportable silencio. Las damas dejaron de platicar entre sí—. Unos policías me encarcelaban por cometer crímenes contra la moda, y terminaba metido en un problema legal por mantequilla clarificada.
—Adolf, no dejaste de moverte toda la noche —comentó el señor Vaso antes de limpiarse la boca con una servilleta—. Agradece que al final pude pegar un ojo.
—¡Estaba moviéndome por mis pesadillas! No tienes idea lo que era esa celda. ¡Era una mazmorra!
—Señor Dunger —dijo el pequeño O'Brien apoyando su taza de café sobre un platito de cerámica—, lo noto a usted muy cansado. ¿Es que no ha podido dormir bien?
—La verdad es que no, detective —contestó el interpelado—. Mi mente no deja de reproducir el momento en que ese loco casi me mata, hace poco más de un día. Y ayer... ese pastor fue envenenado como si nada.
—Anoche los nervios te jugaron una mala pasada, Walter —dijo la señora Greek, haciendo referencia al vómito de su amigo.
—Cómo no estar nerviosos con esta situación. Es espeluznante —comentó la señora Vaso.
—Me imagino —dijo Prouds con cierta ironía. Alternaba su fulminante mirada entre cada persona que estaba sentada a esa gran mesa del comedor de la posada, con excepción de sus dos compañeros de Scotland Yard.
—Detectives, deben resolver este caso cuanto antes —dijo el señor Vaso, tan serio como usualmente—. Saben que cuentan con nuestra completa disposición.
—Gracias, señor Vaso... —por su tono de voz era evidente que el joven estaba más que irritado—. Estamos haciendo todo lo que podemos. Apenas terminemos de desayunar, regresaremos al templo. Debemos inspeccionarlo.
—Ah, pues me parece muy bien —opinó el señor Greek aunque no se veía muy interesado—. ¿Pero qué hay del Asesino? ¿Seguirá suelto por ahí asesinando a sus víctimas?
—No podemos controlar todo.
El señor Greek cruzó una mirada con Vaso y con Dunger; ambos se mostraron asombrados.
—Detective Prouds —dijo O'Brien—, lo he meditado con la almohada, y considero que debemos contactarnos con la agencia para que envíen a otros investigadores hacia la siguiente víctima, mientras nosotros procedemos con las inspecciones y... lo demás —tanto Prouds como Towel sabían que su compañero se refería a los interrogatorios.
—¿Ha dicho inspecciones? —interrogó el señor Vaso—. ¿Qué más tienen que inspeccionar además del templo?
Los tres detectives se miraron entre sí. El joven se fijó en uno de los hombres que estaba frente a él, y le dijo:
—Señora Dunger, me temo que apenas pongamos un pie en Londres iremos a inspeccionar su casa.
El señor Dunger se mostró levemente alarmado. Sus amigos lo miraron.
ESTÁS LEYENDO
El Asesino de la Máscara
Mystery / ThrillerGANADOR DE LOS WATTYS 2022 EN LA CATEGORÍA MISTERIO-SUSPENSO 🏆 El enigmático caso del Asesino de la Máscara, que conmueve a toda Inglaterra y toda Europa, pasa a la órbita de Scotland Yard cuando la agencia de investigación Sheeran se ve incapaz de...