16. Dunger cambia de parecer

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El juicio tuvo lugar en el juzgado número cinco. Era muy amplio y entraba mucha luz por los ventanales de los costados; en ese sentido era muy similar al templo del difunto pastor Dragonfly. Los asientos eran individuales y de madera. Como el juicio era público había muchas personas que el trío de investigadores no conocía. Por supuesto, estaban los amigos del señor Dunger: el matrimonio Greek, el anciano Tomsinon y la señora Vaso. Su esposo no estaba con ella ya que había recibido la citación del juez para declarar en el juicio. También estaban presentes los señores Oxom, Yamont y Perry, sentado uno al lado del otro.

El diminuto detective O'Brien les echó un vistazo a los recién llegados. El señor Greek apagó su pipa antes de ubicarse en un asiento, al lado de su mujer, a varios metros del trío de investigadores. Del otro lado de la dama se ubicó la otra dama, es decir la señora Vaso. Los tres se veían bastante preocupados. Del otro lado, el señor Greek tenía al anciano Tomsinon. Por último, había un hombre sentado del otro lado de la señora Vaso. Era morocho, tenía un bigote perfectamente recortado, estaba vestido de traje y usaba gafas de sol. Miraba hacia adelante con cierta firmeza.

—¿Quién es ese hombre, O'Brien? —le preguntó Prouds, que al parecer había observado a la misma persona. El joven estaba sentado al lado de su pequeño compañero.

—No lo sé, Prouds. Pero pareciera ser un conocido de los amigos del señor Dunger.

—Mmm.

—Aquí entra el juez, señores —le dijo el anciano al par. Estaba sentado del otro lado de Connor, quien, al igual que O'Brien, miró hacia adelante.

El juez de instrucción era menudo, tenía un cabello alborotado y usaba unos anteojos que poseían un notable aumento. Todo el mundo hizo silencio cuando lo vio entrar. Se ubicó detrás de un largo escritorio de madera. A un lado de él estaban los médicos forenses que habían realizado la autopsia al cuerpo del pastor.

—Buenas tardes. Yo soy el juez de instrucción a cargo de esta causa, que se ha decidido celebrar aquí y no en el pueblo Alban. Mi nombre es Erwin Slunk. Como ustedes sabrán, supongo, estamos aquí debido al crimen del pastor Linton Dragonfly. Este hombre fue envenenado en su templo. El señor Andrew Whole, su aprendiz, que ha viajado hasta aquí, afirma haber visto al señor Walter Dunger, el acusado, en el despacho del pastor momentos antes de que este cayera muerto. Y Dunger, en efecto, ha confesado haber envenenado su copa. Y, además, ha señalado al señor Jody Vaso como su... "compañero en el crimen", nunca mejor dicho —Connor les echó un vistazo a los amigos del señor Dunger, que fruncieron levemente el ceño—. Muy bien, pues, a continuación oiremos la declaración de los tres hombres que he mencionado. Por favor, que ingrese el señor Whole.

El interpelado entró en la sala del juzgado y se sentó a varios metros del escritorio del juez, en un asiento individual.

—Señor Whole, lo escuchamos —dijo el juez. Su interlocutor se encogió de hombros. Todos lo miraban con atención.

—No hay mucho que decir. Yo lo vi con mis propios ojos.

—¿Qué fue exactamente lo que vio?

—Yo entré en el despacho y lo vi de espaldas, dejando algo sobre el escritorio. Le dije que no debía estar allí porque era un lugar privado, y él se encogió de hombros, se dio vuelta y se fue. Me miró a los ojos. Yo le juro que era él.

El detective Prouds se asombró de la sinceridad con la que parecía hablar el señor Whole. Sin embargo, no podía evitar pensar que, a menos que el señor Dunger conociera alguna entrada secreta, era sencillamente imposible que en algún momento hubiera entrado a solas en el despacho del pastor. Ese era uno de los enigmas más grandes del caso. Pero sabía que no serviría de nada intervenir en el juicio para explicar las inconsistencias de la situación, sobre todo teniendo en cuenta que el mismo señor Dunger había confesado el homicidio.

El Asesino de la MáscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora