TRECE

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Había pasado otro día más, 15 de noviembre, esta mañana esperé unos quince minutos pero no pasó nada, de nuevo.

—Elliot, voy a salir un rato, ¿necesitas algo?

—Necesito algo de café — sonrió.

—¿Y tú mezcla propia? — señalé la pequeña cafetera.

—Algunos días estoy ocupado y no tengo tiempo de hacerla, queda poca.

—Oh, de acuerdo, estaré de vuelta en nada.

—Tranquila, no va a pasar nada pequeña — lo abracé y salí.

De nuevo me puse el uniforme de La Umbrella Academy, de Cinco, aunque con una camisa diferente debajo de la chaqueta, había decidido ponérmelo otra vez, me cepillé el pelo y lo dejé suelto, unos pequeños aros se posaban en mis orejas.

Paseaba por las calles, ahora parecía incluso que no tuviera preocupaciones, sonreía sin ningún sentido mientras miraba al cielo, me sentía bien. Hacía tanto tiempo que no me sentía segura, segura en un lugar, sin preocuparme de que me fueran a matar, al menos por ahora no hay indicios, ojalá sea siempre así.

Vi una pequeña peluquería que me llamó la atención, no sé porqué razón pero no podía dejar de mirarla, era sencilla pero algo me llamaba. Decidí no pensar en eso y encaminarme a una pequeña tienda.

—¡Buenos días! — saludé para ir directa al pequeño pasillo donde se encontraba el café, casualmente me acordé de Cinco, de él y su obsesión por el café.

Fui al pequeño mostrador donde atendía Nora, una señora de apenas cincuenta y ocho años que siempre sonreía y transmitía alegría y buena vibra.

—Oh, no me había dado cuenta de que eras tú ____, ¿Qué tal vas?

—Muy bien Nora, ¿Y usted? — le dejé el café y unas galletas en el mostrador.

—Te he dicho mil veces que me trates de tú, no soy vieja — rió mientras me cogía el dinero para darme el cambio.

—Claro que no, está — me miró — Perdón, estás en la flor de la vida Nora, ya quisiera yo tener esa energía — sonreí.

Me tendió una pequeña bolsa de tela y mientras yo colocaba las dos cosas en el interior.

-Me alegro de que te vaya bien — me acarició la mano, metió una pequeña tableta de chocolate.

—Nora yo no he cogido eso — la miré.

—Shht, calla, se que es tu preferido — me miró y se despido de mí no sin agradecerle lo de la chocolatina.

Caminé de vuelta a casa. Pasé de nuevo por delante de aquella peluquería pero no entré, te todas formas, ¿Para qué? Mi pelo ya me gustaba así, corto y bien cuidado. Aunque tenía curiosidad de el porqué me llamaba la atención, pero decidí ignorarlo de nuevo.

Llegué y entré por la puerta principal, para no subir escaleras. Cuando abrí la puerta sentí como Elliot hablaba con alguien, iba a hablar pero me mantuve en silencio.

No lograba escuchar mucho, debido a que yo estaba en la parte de abajo pero podía deducir como le contaba a alguien sobre las imágenes de mis hermanos y sobre qué todos estos años había esperado ovnis.

Se notaba alegre e entusiasmado hablando, así que me quité la corbata que ni si quiera sabía porqué me la había puesto, la costumbre de cuando era pequeña supongo. La colgué en el perchero y cuando iba a subir las escaleras sentí un olor a café, la mezcla de Elliot.

Acto seguido su voz, esta vez estaba asustado y soltó un pequeño grito.

—¡Ah! Vale, vale, lo entiendo. Necesitas espacio personal — intentó reír aunque su voz temblaba, apreté mi brazo e hice que saliera una pequeña enredadera para tenerla preparada.

Subí lentamente las escaleras y vi una luz que desaparecía y volvía a aparecer.

—¡Ah, para de hacer eso! — era Elliot otra vez.

Esta vez no me quedé a escuchar, me levanté e hice que la enredadera sujetara el pie de la otra persona tirándole contra el suelo.

—¡____! ¿Hace cuanto estás aquí? — Elliot me miraba con sorpresa.

—Lo suficiente para saber qué estás en peligro — avancé hacia la persona sin soltarla aún.

—No esperaba que nuestro reencuentro fuera así — me habló soltando un quejido.

—Cinco — es lo único que pude articular. Tan sólo me lancé al suelo abrazando le fuerte, como si en cualquier momento lo fuese a perder.

—¡Oh dios, es el que faltaba! ¿No es así? — me levanté asintiendo a la pregunta de Elliot.

Ayudé a Cinco a levantarse mientras hacía que la pequeña enredadera desapareciera.

—Me alegro de que estés bien ____ — me miró mientras me perdía en sus ojos y su precioso oyuelo cuando sonreía.

Oímos una tos, miramos a Elliot mientras él nos miraba extrañado y con algo de temor.

—No quiero interrumpir ésta escena tan emotiva pero, ¿Podrías decirme cómo ha aparecido de la nada esa enredadera? — tragué saliva mirando a Elliot.

—Eso no te incumbe — habló Cinco, le golpeé en el brazo con una mirada desaprobatoria.

—Pensé que si lo sabías te asustarías y no querrías saber más de mí — agaché mi mirada.

—Tus hermanos han ido apareciendo de un portal y tu hermano acaba de traspasar esa puerta sin si quiera abrirla, ¿En serio crees que voy a echarte?, creo que he visto suficiente — reí junto a él.

Abracé a Elliot en forma de agradecimiento mientras Cinco nos observaba serio.

—¿Siempre es así de serio? — me susurró Elliot.

—En el fondo es tierno, sólo que lo esconde detrás de esa fachada de chico serio — me separé de él —Créeme, te acostumbrarás — terminé de hablarle.

—Sigo estando aquí y con una misión — se cruzó de brazos —Además he oído todo lo que has dicho ____.

—Pero tengo razón — sonreí.

Giró su cabeza y siguió mirando la casa con todos los diarios y fotos. Mientras Elliot iba al lado suyo contestando las pocas preguntas que hacía.

Antes de que nos contara exactamente lo que ocurría y que debíamos hacer, me acerqué de nuevo a él mientras observava a un Elliot distraído intentando buscar algo.

—Me alegro de que hayas vuelto Cinco — sonreí, tenerlo ahí me tranquilizaba, sabía que no le había pasado nada y que ahora podríamos saber algo, quizás después de tanto tiempo sin aparecer sepa algo del próximo futuro o de nuestros hermanos.

Y así, es como si todo volviera a empezar, como si no le hubiera confesado mis sentimientos ya, no tenía el valor de acercarme y volver a sentir sus labios, como si aún él no supiera que estoy y he estado siempre enamorada de él.

—Yo también me alegro — respondió mirando hacia otro lado, serio, me acarició la mano y habló —Te he echado de menos ____. No te imaginas cuanto.

ᴇɪɢʜᴛ || ᴛʜᴇ ᴜᴍʙʀᴇʟʟᴀ ᴀᴄᴀᴅᴇᴍʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora