VEINTIDÓS

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Cuando entramos al lugar pude observar como era bastante lujoso, con música lenta mientras en la sala la gente bailaba en pareja y todos vestían elegantes. Recibimos algunas miradas desaprovatorias tanto Cinco como yo debido a que éramos "menores".

Un camarero se acercó a nosotros con champán ofreciéndoles a Diego y a Lila, aunque los que cogimos las copas fuimos Cinco y yo.

—¿Podríais ser más disimulados? — habló Diego.

—¿Qué? No me jodas que crees que los menores no beben alcohol — me acerqué aún más a él —Además soy cinco años mayor que tú, pringao.

—Que niña más mona — vaciló Lila.

—Vuelves a llamarme niña y te quemo — ella alzó sus manos en forma de rendición.

Después de varios minutos inspeccionando la planta baja no dimos con papá así que decidimos ir los dos hacia arriba.

—Diego, procura no hacer ninguna estupidez.

—Lo mismo digo de ti, pequeña — arrugué mi nariz mostrándome molesta.

Subimos hacia arriba aún con las copas en la mano.

—Me gustaría haberte visto trajeado — le dije.

—Igualmente voy elegante.

—¿Tienes que discutirlo todo? — rodé los ojos.

—Tú estás preciosa — alcé las cejas —No lo digo para cambiar de tema. Es la verdad.

—Creo que te a afectado el champán.

Lo miré divertida pero acto seguido me cogió la mano y me jaló hacia una habitación. Y habló mientras miraba por la puerta.

—No me a afectado, he dicho la verdad — me miró.

—¿No veníamos a una misión? Te estás volviendo todo un amor — reí.

—Sólo con la persona correcta — en ese momento sentí como me puse roja y se dibujaba una sonrisa en mis labios.

El chico un poco más alto que yo se puso frente a mí dejándome acorralada e ignorando lo que estaba buscando y me miró fijamente recorriendo cada centímetro de mi rostro.

—Siempre he pensado que tu oyuelo es muy mono — aparté mi mirada a su oyuelo.

—Cuando te pones nerviosa no puedes mantener la mirada — volvió a sonreír.

Y en ese momento sin esperarlo me besó apasionadamente que tuvo que acabar por falta de aire.

—¿Y tú eres el obsesionado con la misión? — reí y me volvió a besar.

—Se puede ir a la mierda Reginald — habló.

Minutos después estaba tumbada con la cabeza encima de las piernas de Cinco mientras él acariciaba mi pelo y hablabamos divertidos.

—¿Y aquél día que Luther quiso hacerse el líder y al final quedó el último en la prueba? — reí.

—Eso fue buenísimo, y lo más importante es que tu quedaste primera — sonreí —Oh y como olvidar la prueba de llegar antes arriba.

—Se quejaron porque hiciste trampas — volví a reír.

—Como decía el viejo, sólo nos adaptabamos antes — rió —¿Y tú? Hiciste que Luther se quedase quieto y todos le ganaran.

ᴇɪɢʜᴛ || ᴛʜᴇ ᴜᴍʙʀᴇʟʟᴀ ᴀᴄᴀᴅᴇᴍʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora