VEINTIUNO

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Volvimos a casa con el poder de Cinco. Cuando llegamos nos encontramos de nuevo a Diego y Lila tumbados mientras la chica le cambiaba la venda al castaño.

Mientras, Elliot dejaba cinco platos para que probaramos el pastel que había hecho.

—Debemos hacer algo — habló Cinco.

—Siéntate, no aceptaré un no por respuesta. Elliot le ha puesto todo su cariño — sonreí.

—Ojalá os guste — habló Elliot un tanto emocionado.

Empezamos a probar todos y no dejamos nada en el plato lo cual provocó una gran sonrisa en Elliot.

—Esto está muy bueno — exclamó Lila.

—Tienes que decirme la receta de esto — habló Diego mientras se relamía los labios degustando lo poco que quedaba de su trozo.

—No está mal — dijo Cinco, golpeé su brazo para que dijese la verdad —Vale, está muy bien.

—¡Está espectacular! — grité.

Pasamos un rato más hablando con Elliot sobre el consulado y la carta hasta que nos informó de que debía hacer un recado así que se fue. Antes de que fuésemos a salir fui a la habitación y todo estaba desordenado.

—¡Venid ahora mismo! — grité cabreada, Cinco apareció preocupado mientras ellos dos se acercaban confusos.

—Tenemos que hacer algo, ¿no? Pues vamos — vaciló Lila.

—Y una mierda, ahora mismo. ¿No que habéis hecho guarradas ahí? Pues ahora mismo quitáis las sábanas.

—Ocho, lo haremos después — miré amenazante a Número dos.

Cinco permanecía callado, seguro de que si esa cama y la habitación no estaba recogida no saldría de ahí.

—Si os dais prisa saldremos antes, si no nos podemos quedar horas aquí — habló Cinco.

—¿Ahora tú le das la razón, que pasa con eso tan importante? — habló Lila.

—Haced lo que os dice y ya está. Bastante generosa a sido de dejar que durmais en su cama y vosotros habéis hecho de todo menos dormir — se encaró a ella pero sin una pizca de enfado en su rostro, aunque con cierta autoridad.

Diego quitó las sábanas y las tiró al suelo, levanté mi mano y alcé el colchón, se quedaron algo confundidos.

—Es bueno darle la vuelta al colchón de vez en cuando. Sobretodo cuando tú querido hermano se a tirado a alguien en tu cama.

Le dieron la vuelta al colchón y la chica fue a meter las sábanas a la lavadora mientras Diego colocaba unas sábanas limpias y recogía la ropa tirada por el suelo y algunas cosas más. Así que al final quedó la habitación tal y como la dejé yo.

—¿Contentos? — preguntó molesto el castaño.

—Mucho — respondí.

Salimos a la calle ahora pensando en cómo colarnos, pero Diego interrumpió sin ningún motivo, quizás para decir alguna estupidez.

—Quizás deberíais hacer lo que hemos hecho Lila y yo en tu habitación, ya sabéis acabaría con vuestro estrés — habló Diego.

Aparté la mirada avergonzada por el comentario de Diego y vi como el moreno se rascaba la nuca.

—Oh, se han puesto nerviosos, que monos — dijo Lila.

—Basta de charlas, vamos — se cansó Cinco, el cual se puso delante de todos pero me cogió la mano y tiró despacio de mí quedando junto a él con las manos entrelazadas.

—Parecen una pareja de adolescentes de verdad — susurró Lila.

—Que estemos llevando a cabo un plan contigo aquí no significa que me hagan gracia tus bromas — me dirigí a Lila pero sin si quiera mirarla.

Ahora nos dirigíamos al consulado de México, al leer la invitación para papá, Elliot nos contó que Hoyt Hillenkoetter era uno de los "Majestuosos doce": Un comité secreto es como si fuesen el gobierno en la sombra, de echo nos mostró una foto pero sólo se contaban once. Así que el número doce debe ser papá.

[•••]

Ahora nos encontrábamos los cuatro en el lateral de un coche escondidos y observando como la gente llegaba al Consulado. Antes de salir al saber que íbamos a un lugar el cuál era bastante elegante decidimos cambiarnos.

Diego llevaba un traje que claramente era de Elliot mientras que Lila llevaba un vestido. Cinco - como no - Decidió seguir con su uniforme. Yo lucía un vestido negro corto y de tirantes, mi pelo permanecía liso y con dos pequeñas trenzas a los lados, mientras que en mis pies se colocaban unos tacones aunque no muy altos, Elliot había insistido en que quedarían genial junto al vestido.

—¿Y cuál es el plan? — preguntó la chica.

—Infiltrarse, identificar, extraer, al tiempo doble — habló mientras Cinco asentía.

—¿Qué coño ha dicho?

—Entrar, encontrar al viejo y salir — aclaré.

—Lo mismo que he dicho yo — vaciló Diego.

—No te sale hacerte el listo.

—¿Y a ti sí?

—Más que tú sí.

—Estúpida.

—Gilipollas.

—Me quieres — sonrió el castaño.

—Y tú a mi también — le respondí la sonrisa arrugando la nariz.

—Vosotros soys — la chica se quedó pensando — Un claro ejemplo de amor odio.

—Sí, creo que sí.

—Basta ya de gilipolleces — habló cabreado Cinco —Entramos, lo encontramos y nos vamos.

ᴇɪɢʜᴛ || ᴛʜᴇ ᴜᴍʙʀᴇʟʟᴀ ᴀᴄᴀᴅᴇᴍʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora