VEINTISIETE

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Transcurrieron varios minutos en silencio, todos parecían bastante incómodos mientras papá y yo nos mirábamos directamente a los ojos. Él con su aparente desagrado y yo sin ninguna expresión.

—Escucha, sabemos que planeas matar al presidente — recriminó Diego.

—¿Has estado en un manicomio, no es cierto? — contestó nuestro padre —Aún parece que sufres delirios en tu cabeza.

—¿Te parece? — preguntó sarcástico el castaño.

Ciertamente dejé de escuchar como Diego le enseñaba la foto de él mismo en la calle donde mataron al presidente, así que sólo miré como Klaus no podía aguantar las ganas de soltar algún comentario o alguna risa.

—La triste realidad es que eres un hombre desesperado — presté atención a las palabras de Reginald hacia Diego —Tragicamente ignorante de su propia insignificancia, desesperadamente aferrado, razonamiento muy ridículo, precisamente. Un hombre que necesita ayuda.

—Tu... Tu... No es verdad — la voz del castaño se iba quebrando mientras se sentaba con los ojos cristalizados aún observándolo.

—¿Y si lo és? — hablé sin expresión alguna —Si lo és o si lo somos. Es todo tu culpa.

—¿Pretendes hacerte la valiente de nuevo? — intentó humillarme.

—No. De echo no, ciertamente soy valiente y soy valiente por mi misma. Tú nunca creíste en mí — miré a todos —Ni en ninguno de ellos — volví a mirarle — Tus enseñanzas no eran más que crueldades.

Volvimos al silencio aunque esta vez nadie nos miramos, Cinco puso mi mano sobre su pierna y puso la suya encima, miré nuestras manos y después a él, pero él ya había retirado su mirada rápidamente para no cruzarse con la mía.

—Bueno... Olvidemos el presidente y todo — habló Cinco —Habra una guerra catastrófica de aquí a cinco días, hay que averiguar como impedirla.

—¿Guerra? — preguntó Reginald —El humano siempre ha estado en guerra en algún sitio.

—Está no es una guerra normal. Es el fin del mundo.

—Bueno, ¿No sois vosotros los especiales? Haced un grupo y salvar el mundo — ¿y éste es el señor tan inteligente y correcto que es nuestro padre? Parece que la inteligencia le vino después.

—No has entendido absolutamente nada — reí, sí reí, estaba tan tensa y cabreada que me reía por no quemar algo.

Antes de que pudiésemos aclarar o explicar algo más Klaus empezó a hace movimientos raros con los brazos en el aire.

—¿Le está dando un ataque? — preguntó Allison.

—Una sobredosis tal vez — dijo Diego sin ganas.

—¿Hay que hacer algo? — preguntó confundido Uno.

—Claro que hay que hacer algo, tiene convulsiones — hablé levantándome.

Mientras avanzaba hacia él vi como se giraba hacia Reginald e intentaba decir algo, cosa inútil porque segundos después cayó inconsciente.

—Bueno, gracias por venir — el hombre cogió sus cosas y guardó su bolígrafo y su libreta, se levantó y se dispuso a irse.

Yo estaba al lado de Klaus poniendo su cabeza sobre mis piernas y haciendo que despertara poco a poco.

En eso sentimos un gran golpe sobre la mesa, Luther se había levantado y abrió su camiseta mostrando su pecho.

—¡Mira lo que me hiciste! — abrí mis ojos al saber que se lo decía a papá — ¡Mírame!

—Oh, mierda — susurró Cinco mientras se dejaba caer en su silla.

ᴇɪɢʜᴛ || ᴛʜᴇ ᴜᴍʙʀᴇʟʟᴀ ᴀᴄᴀᴅᴇᴍʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora