TREINTA

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Me puse al lado de Luther después de cambiarme rápidamente mirando hacia el interior de la cocina donde se encontraba Cinco — o más bien dicho, mi novio uwu —

____ concéntrate.

Ahora el chico se bebía una botella llena de agua y se ponía polvos talco en sus axilas y en sus partes íntimas.

—Prefereriría no haber presenciado eso — hablé extrañada.

—Tengo que mantenerme hidratado — respondió —Y esto es para la picazón.

—¿Picazón? — preguntó Luther, en seguida nos miramos y hablamos a la vez —Tú tienes un plan.

—Sí, es un plan bastante desesperado que tenemos que llevar a cabo por los descerebrados de nuestros hermanos, un plan en el que me tenéis que ayudar. No tengo elección.

—¿Elección de qué?

—De encontrarme conmigo mismo — miró su reloj —Acabo de llegar a Dallas hace un cuarto de hora.

—O sea que tu yo mayor está ahí fuera — hablé.

—Sí, eso es. Paseando por Dallas con un maletín que nos puede llevar a casa.

—¡Oh Cinco eres un genio! — gritó Luther.

—Encontrarte con tu yo del futuro no es muy normal, así que supongamos que tiene consecuencias — dije.

—Sí, tiene dos problemas muy importantes. Problema número uno: Soy un asesino altamente peligroso, probablemente el mejor del condado. Problema dos: Este es el que verdaderamente me preocupa. Nadie debería estar junto a si mismo en la línea temporal. Los efectos adversos pueden ser surrealistas.

—¿Efectos adversos?

—Lo sabía — hablé susurrando mientras él seguía explicando.

—Hay 7 fases.

—¿Y... Són? — pregunté.

—Bien — se puso de frente mirándonos fijamente.

—Fase uno: Negación.

Fase dos: Picazón.

Fase tres: Sed y orina excesiva.

Fase cuatro: Exceso de gases.

Fase cinco: Paranoia aguda.

Fase seis: Sudoración incontrolable.

Y fase siete y la peor: Fúria homicida.

—¿Fúria homicida? — preguntó Luther.

—Sí.

—No parece muy buena idea la verdad.

—Es una jugada desesperada lo sé pero no hay otra alternativa Luther.

—Ya de por sí pareces bastante nervioso.

Yo seguía pensando en las fases quedando totalmente empanada.

—O sea que en cualquier momento pueden darte ganas de matarme — hablé.

—¿Qué? Oh no, o sea...

—Eso es que sí, menos mal que he dormido bien. No tendré problemas en utilizar mis poderes.

—¡Ocho! — me miró el chico.

—Oye no es mi culpa que en cualquier momento te den ganas de pegarme un tiro o algo por el estilo — me encogí de hombros.

—Eh — nos rodeó a ambos —Necesito vuestra ayuda, ¿vale?. Sea lo que sea y diga lo que diga debemos que conseguir ese maletín. Y no me dejéis llegar a la última fase.

ᴇɪɢʜᴛ || ᴛʜᴇ ᴜᴍʙʀᴇʟʟᴀ ᴀᴄᴀᴅᴇᴍʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora