Danganronpa: Los pilares de la Esperanza

6.Dangaronpa: Esclavos de nuestro legado ¿3?

Investigar, cuando más me lo planteaba más raro me parecía, podía tener una madre y una hermana detective, pero sinceramente no tenía muy claro lo que tenía que hacer.
Todos ya nos habíamos separados, estaba con Ryu al frente de el cuerpo de Emiko, Kenzou y Chinami se encontraban uno en cada lado del pasillo, Chinami cerca de la cafetería y Kenzou al otro lado.
Me arrodillé al lado del cadaver, la ficha Monokuma especificaba que la causa de la muerte era el cuchillo que tenía enterrado en la garganta: la causa de la muerte de Emiko es debido al cuchillo de caza que atraviesa la mitad de su cuello... eso ponía en la ficha Monokuma. Algo me llamo la atención del arma omicida, no era cualquier cuchillo, era un cuchillo de caza y tenía las iniciales M.R, tal vez podía sacarle provecho a esta información, agarre la ficha Monokuma y escribí la información que quería mandar a mi ElectoID, al parecer tenía la función de almacenar la información de los casos para mostrar las pruebas o para que no se nos olvidara la información, en mi caso era más por la segunda.
El resto del cuerpo de Emiko parecía no mostrar ninguna prueba relevante, me pare y mire a la chica ya fallecida, ¿está bien hacer esto? me pregunte, sabia que tenía que hacerlo para sobrevivir, pero esto no tendría que pasar, la gente no tendría que morir por juegos de matanza mutua y los otros jugadores no tendrían que descubrir al asesino, ni siquiera el juego tendría que existir. Ahora entendía la importancia de mantener la esperanza, creo.

Levante la cabeza y mire a mis alrededores, no había señales de forcejeos en el pasillo, así que Emiko no había luchado por su vida o por lo menos no lo parecía, aunque creo que ella ni siquiera tuvo momento para darse cuenta de que iba a morir, su cara lo reflejaba, no era de horror, impresión o miedo, parecía que estaba confundida, como si recapacitara que la estaban a punto de apuñalar, era algo muy extraño.

—¿Terminaste?—preguntó Ryu.
—¿Acaso solo vas a observar?—pregunte. El levantó la mano como diciendo...tengo una explicación.
—No soy bueno observando—lo mire a los ojos, creo que se puso un poco nervioso—no soy bueno pensando las cosas y buscándole su lógica—levante una ceja—soy un yakuza, yo solo actúo acorde de lo que me rodea.
—Ósea que tu clan es tan santo, ¿que jamás han matado o jamás han perdido gente?—pareciera que estuviera afirmarlo en vez de preguntarlo.
—No es eso,—esta vez el me miro a los ojos—solo que nunca me he metido en esa salsa, prefiero mantener ajeno a eso.
Caminamos hacia la habitación de Emiko.
—¿Eres consciente que como futuro líder de tu clan tienes que saber que hacer en eso casos?—el solo chasqueo la lengua, creo qué hay algo que no le agrado en mis palabras, probablemente la pregunta entera, pero me molestaba mucho que no parecía que no se estaba tomando esto enserio, parecía que todo esto era una broma para el, que demonios le pasaba nuestras vidas están en peligro, me enoje por eso y creo que lo notó.

La habitación de Emiko estaba cerca de la cafetería, cuando abrí la puerta Kukiko y Kazuma ya estaban ahí.
Al entrar ya estaba claro que Kukiko era la única que hacía algo, Kazuma estaba apoyado en una pared de la habitación, parecí que estuviera vacío, sus ojos habían perdido algo de el brillo que tienen los ojos del ser humano.

—¿Parece que te puedes manejar bien con todo lo anormal que se te presente?—Kukiko me había sacado de mis pensamientos.
—¿Porque dudas de mi?—ella sacó una pequeña mueca, como si no hubiera querido que me diera cuenta de su pregunta con doble sentido.
—Encuentro muy extraño que una chica normal se maneje de esta forma en una situación de vida o muerte—la mire a los ojos de la forma más ofensiva que pude.
—Si sabes quiénes son mis padres y hermana deberías tener muy claro que no soy una chica normal—soltó una leve risa, que demonios encuentra chistoso.
—Se bien quienes son tus padres—me apunto con el dedo—pero la familia que tenga uno no te define.
—No completamente—respondí, ablande mi mirada y observé la habitación—en fin, no tenemos tiempo para discutir.