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CAPÍTULO 33 | Amor con fecha

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CAPÍTULO 33 | Amor con fecha.


Sin dejar de besarnos ingresamos al interior del departamento, al escuchar el sonido de la puerta cerrándose inevitablemente abrí mis ojos para ver qué los ojos de él aún permanecían cerrados.

Dejamos de besarnos para darnos un poco de espacio y solo esa sensación de podés estar depositando mis manos en su espalda baja me hace sentir bien. Cristian vuelve a tomarme de la cara para apretar mis cachetes y besarme, ruidosamente que me hace reír y vuelve a besarme sobre mis labios.

—Tenemos mucho de que hablar —dice mirándome, tranquilo, lo siento así, asiento era verdad. Teníamos mucho de que hablar y repite—. De mucho.

La verdad es que de todas las cosas me gustaría saber de lo que me acababa de decir. Te amo. De lo que hizo, que se humilló, prácticamente, al público con ese posteo en Instagram que yo no pude contestar, que él se enteró de eso y que aún permanecía en su cuenta sin importarle lo que diría los demás cuando Wos y yo estábamos en el ojo de todos y seguramente haciendo que piensen que estábamos noviando.

—Pero, primero, lo primero... —arranca y lo escucho con atención aferrandome más a su pecho desnudo.

Que rico olía por Dios.

—¿Me vas a explicar qué carajo es todo lo que pasó ayer? —suelta más brusco, pero con la mirada perdida, que casi me hace reír—. ¿Eso te lo está mandando a hacer el hijo de puta de Germán, no?

Abro mis ojos, su forma de expresarse a mi representante de esta forma por primera vez me hace pensar si me perdí algo.

—No. Y sí. Sabes que lo único que me pidió es que no te contesté, públicamente.

Pavón pone los ojos en blanco y baja sus manos de mi cara a mi cuello y luego a mis hombros.

—¿Tenemos que hablar de eso ahora? —cuestiono haciendo un mini puchero, deslizó mis manos para arriba sobre su espalda y lo siento tenso de repente. Me río—. ¿Vos queres hablar sobre que te vas a ir?

Pavón se me queda mirando unos segundos largos y yo trago saliva, eso me estaba carcomiendo la cabeza, me daba miedo y a la vez me agarraba una angustia.

¿Qué mierda iba a pasar si se iba? Sería horrible, más todavía que por fin creo que nos dábamos cuenta lo que queríamos.

—Sabes qué... —suspira y asiente para volver a tomar mi cara—. No hablemos de nada, ahora.

Una sonrisa se dibuja en mis labios, quería eso y a la vez no, solo evitar la cosa y la charla y ya.

—¡Cristian! —grito quejándome, me había lastimado la pierna contra el marco de la puerta en un intento sexy de el de llevarme a su cama.

—Perdón, perdón... —se queja abrazándome fuerte, me saca la campera que llevaba para dejarme un beso en mi hombro y volver a disculparse por haberme lastimado sin querer.

Ángel | Cristian Pavón [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora