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CAPITULO 35 | Accidente con suerte

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CAPITULO 35 | Accidente con suerte.


De pedo no me maté.

Me doy cuenta de eso cuando alguien me abre la puerta del auto y me pregunta muchas veces si estaba bien. Si, estaba bien, desgraciadamente.

Me duele la cabeza y mis ojos notan como el vidrio de mi auto estaba quebrado, no roto, también que salía una especie de humo. El chico me ayuda a sacarme el cinturón de seguridad que casi, casi, recuerdo en el momento que me subí no me lo puse, me tocó la cabeza dónde me dolía y como la bolsa me salvó de quebrarme la cabeza.

—¿Estás bien? —pregunta una señora.

Asiento, parecía de unos cincuenta, me miraba entre preocupada y algo con rabia. Al bajar me doy cuenta que era su auto. Bueno.

De repente, los autos que pasaban por a lado de nosotros lo hacían con más lentitud. Todavía estaba aturdida y creo que me dolían los oídos y la cabeza, me agachó un momento con la cabeza baja y repaso lo último.

Al levantar, veo que la parte del auto de la señora estaba hecho mierda, no sé si fue su culpa o la mía. Pero creo que suya ¿Cómo mierda se me iba a cruzar así?

—¡Te hice señas hija mía! —se lamenta viendo su auto, no sabía si me hablaba a mi o qué, pero no me causa.

Hasta que el chico quién me ayudó a salir explica que vio que la señora se cruzó y que yo iba muy rápido para frenar. ¿Iba a 40 de que carajo hablaba? Igual creo que el chico que me estaba mirando me estaba tapando, seguro es mi culpa yo estaba jodiendo con el celular.

—¿Llamó a la ambulancia? —cuestiona el chico mirando mi frente, niego aturdida—. ¿Estás bien, que te duele?

No me había dado cuenta que estaba desperdiciando lágrimas, me limpió y quiero responderle que me duele el corazón al chico pero se me va a cagar de risa. Tomo fuerza cuando escucho el sonido de la sirena de la policía y al rededor mío se había amontonado un grupito de gente, estaban sacando fotos o grabando que reverendos de hijo de puta.

Ahí pienso en Germán.

Me mataría. Me mataría porque fue mi culpa por usar el celular.

—No, no está bien. —respondí mirando al chico.

Me extiende su mano y me levanto del pavimento para acercarme a la señora que miraba los daños de su auto. Mejor que el mío estaba, el frente de mi auto estaba destruido.

Grito sin quererlo al sentir un punzón en mi pierna, me acercó a la señora y le digo que se quede tranquila. Tenía seguro y si hacía falta le pagaría algo más, me hago responsable, fue mi culpa. Ella creo que nota que no estoy bien y medio que me abraza y lloro, un poco, como pelotuda. Y después me hace reír al decirme que su hija no iba a creer que la choque yo, dios un tiro al aire la señora, la quería.

Ángel | Cristian Pavón [2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora