Ángel | Cristian Pavón [2]

34

CAPÍTULO 34 |Golpes duros.

Cristian se sale sobre mis piernas para mirarla de frente, pero ella creo que lo último que quiere es mirarlo a él porque desde que ingreso a esta parte de la cocina me clavó los ojos.

—¿Qué hace ella acá? —preguntó sin quitarme la mirada de encima. Arqueo mi ceja sorprendida.

—¿Qué haces acá Victoria? —responde con otra pregunta Cristian, lo había soltado más como un suspiro de cansancio.

—No respondiste mis mensajes. —contesta ella viéndolo a él de mala manera, me encuentro incómoda—. ¿Qué hace acá? Respóndeme eso.

Bueno, me hacía sentir como la amante, es dónde sigo calmada igualmente. Realmente me ayudó irme del mundo por tres días porque me lo estaba tomando demasiado bien.

—Te dije que dejes la llave la otra vez —habló Cristian ignorando de nuevo lo que decía la morocha, cierro mis piernas para bajarme de la barra con cautela y con ese movimiento atraigo la mirada de ella en mí.

—¿No que estaba con ése, rapero?

Bueno, ahora sí me estaba poniendo incómoda. Es como que se estaban hablando literalmente al pedo, porque ninguno de ellos se estaba respondiendo.

—¿Te importa? —suelto, tranquila, sin tener intención de molestarla.

Aunque inconscientemente si, llevo mi mano a la espalda de Cristian, presionandolo, no quería que esté ahí.

—A vos no te hablé payasa. —contesta y abro mi boca sorprendida para largar una carcajadas escondiendo mi cara en la espalda del cordobés.

—No. —lo frena Pavón y se aleja de mí para hacerle seña que salga—. No podés venir a hacer esto, mucho menos hablarle así a Emma.

—¿Ah, ahora te importa? ¿Querés que te recuerde que me dijiste de ella hace una semana? —pregunta y puedo ver perfectamente como ella estaba enojada miraba mal a Pavón.

—Vamos, te acompaño afuera.

—¡No! —exclama alto y me sorprende, podía ver cómo su cara se llenó de molestia y me volvió a mirar, me apunto con el dedo y sabía que algo bueno no me iba a decir—. ¿Sabías que estábamos noviando?

¿Ah?

Dejó de mirarla a ella para ver la espalda del jugador y ver cómo el le ponía las manos encima para sacarla.

—¡Soltame kichan! —grita más fuerte y vuelve a mirarme—. ¿Sos media estúpida, no? Teniendo a miles venís detrás de este estúpido. Por favor, eso déjale a las boludas como yo.

Bueno, no sé que responder a eso, pero ella me afirma.

—El me pidió que sea su novia hace una semana, flaca. Te lo juro, no mentiría con eso.