12. Misión

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Observó la máscara blanca de kabuki en sus manos, repasando las marcas negras que la recorrían con su ojo azul, oscurecido por la escasa luz que permitían las ramas y hojas de los árboles. Mechones de cabello le obstaculizaban el poder observarla con calma, grabar en su mente las marcas que la recorrían, diferenciándola de todas las demás. Nunca había visto una con marcas negras. Todo ANBU había llevado marcas rojas en la máscara, representando al animal que estaba cubriendo su rostro. Kakashi era Inu y su patrón era correspondiente a su animal. Yugao era Neko, optando por un patrón completamente distinto al de Kakashi. Ninguna máscara tenía un patrón igual, a menos que correspondieran al de un animal en común. Si había dos con máscara de oso, ambos tendrían el mismo patrón, luciendo de color rojo en la máscara blanca. Pero si eran distintos animales, no obtendrían un patrón igual.

El suyo había sido el del lobo. Ōkami. Y sus patrones eran distintos al de los demás, al de sus compañeros. No solo por el color, que ya de por sí era distinto, si no en la forma. Sus líneas formaban sobre la máscara el contorno de un lobo, animal al que debía de representar. Y no había ningún otro lobo en ANBU. Él no había visto ningún otro, aunque fuera del color ordinario de los ANBU.

Por lo que le había dicho Kakashi, cada ANBU era designado con una máscara acorde a su actitud, a su papel dentro de la organización. Él, por ser hijo de Hatake Sakumo y por ser un Hatake, había sido designado con el nombre en clave de Inu y la máscara correspondiente. Si le habían dado la máscara de Ōkami, sería algo relacionado con su actitud, con su papel dentro de ANBU. Pero tampoco sabía el porqué de un color negro en el contorno de la máscara. Nadie sabía nada sobre el color tan poco ordinario que llevaba en los contornos, los dibujos de su máscara ANBU. Y el Hokage no había querido decírselo. Ni él había insistido demasiado. Solamente era destacarse más, mucho más. Le faltaba un ojo. Tenía una cicatriz horrenda en el rostro. Y ahora llevaba una máscara ANBU poco ordinaria, de color negro y no había insistido demasiado en el tema. No era demasiado importante ni le quitaría el sueño.

Respiró hondo, sintiendo el aire fresco entrando en sus pulmones, llenándolos. Hacía una buena noche para observar las estrellas, sin nada que hacer. Pero llevaba el uniforme puesto. Las manos las tenía manchadas de sangre y la armadura estaba salpicada con las gotas de sus víctimas. No podía relajarse aún. Iwa había estado en movimiento, al igual que los aliados del Yondaime Mizukage, el desquiciado que había creado una guerra civil por las líneas de sangre.

Miles de inocentes habían muerto ya, según los reportes de los exploradores. Pocos estaban en el bando rebelde. Mayormente estaban formados por miembros de los clanes de Kiri con alguna línea de sangre y algún otro leal a la paz, a la igualdad. Pero Yagura contaba con los ANBU, los Shinobigatana al completo y prácticamente todo aquel que no tuviera una línea de sangre.

Naruto apartó el cabello de su rostro con una mano, manteniendo la máscara sobre la rodilla, como si estuviera mirándolo. Cuando dicha máscara cubría su rostro, ya no era Naruto. El jōnin rubio de ojos azules desaparecía para dar paso al cazador ANBU conocido como Ōkami, el Lobo Solitario, el Akame no ANBU, un shinobi de élite letal, dispuesto a cortar a cualquier enemigo con su espada. A usar sus manos para terminar un trabajo. No era escrupuloso. Perdió el temor a que lo vieran de un modo distinto hacía ya tiempo. Había dejado de ver la paz como algo alcanzable sin la fuerza necesaria.

El mundo no estaba hecho para los pacifistas.

Naruto había conocido a Zabuza. Conoció el lado que aquel miembro de Kiri quiso mostrarle. Todas las naciones Elementales tenían su oscuridad. Incluso Hi no Kuni estaba llena de oscuridad, de víboras que reptaban por el suelo y mordían al incauto.

Antes hubiera estado decepcionado. Siendo genin, habría intentado buscar un modo de terminar con todo sin dañar a nadie. Pero eso solamente era un sueño inalcanzable. ¿Acabar con el Consejo de Konoha? ¿Terminar con la corrupción sin mancharse las manos de sangre? Todo su ideal había cambiado con el enfrentamiento a Zabuza, con la muerte de los Uchiha y la traición de Itachi. No podía cambiar el mundo y ser un salvador sin mancharse las manos.

A.N.B.UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora