35. ¡Aunque muera!

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Ansatsu Senjutsu Tokushu Butai (Escuadrón Especial de Asesinato y Tácticas) o más conocido como A.N.B.U, un grupo especializado en el asesinato, en la caza de los renegados de las aldeas ninjas, evitando con ello que otra obtuviera los secretos del cadáver de su compañero. Entrar a ANBU no era algo que cualquiera pudiera hacer. No seguían los sencillos caminos de los genin ni luchaban abiertamente en el campo como los jōnin. Los ANBU se movían en la sombra, sin que nadie los viera, que pudieran identificarlos. Ser un miembro de ANBU te privaba de una vida normal. Misiones largas. Pocas horas de sueño. Entrenamiento excesivo. Ellos eran la última defensa de una aldea ninja y los primeros en lanzarse a las misiones más peligrosas. Un ANBU jamás haría una misión por debajo del rango A y mayormente tomarían todas las de S y superior para ellos, sabiendo del peligro que ellos corrían.

Siendo los mejores ninjas de una aldea, pocos podrían acceder a un puesto dentro del grupo de ninjas de élite si no tenían al menos del rango de jōnin bajo y al menos unos quince o dieciséis años. A lo largo de la historia, en Konohagakure no Sato solo hubo tres casos excepcionales: Hatake Kakashi, un prodigio que se graduó a los seis años, que llegó a jōnin a los trece y después entró a ANBU, donde él mismo se forjó una leyenda hasta llegar a ser el más temido incluso entre sus compañeros; Uchiha Itachi, aquel que con trece años llegó a ser un capitán de ANBU, entrando a la organización siendo un mero chūnin, pero conociendo cada paso en la vida de un shinobi; y Senju Naruto, un jōnin de élite joven de trece años, que ingresó a ANBU tras la traición de su amigo y la muerte de otro, tomando una máscara con marcas negras en vez de rojas, representando al mismo Yondaime Hokage en el campo de batalla.

Pocos eran consciente de ello, pero un año después de ser convertido en ANBU, Naruto ya había forjado una reputación que lo convirtió en el Akame no ANBU de los libros Bingo, donde se pedía una cifra de un millón de ryu por su cabeza muerto y al menos treinta millones si estaba vivo.

Y eso fue antes de que tomara aquella misión en Kirigakure que lo mantuvo alejado de Konoha por casi seis años, en una guerra donde él era solo un peón más, siendo considerado por sus enemigos como un simple ANBU más, sin nada especial.

A lo largo de aquella guerra civil, Senju Naruto había matado cerca de dos mil enemigos usando el famoso Hiraishin creado por Senju Tobirama y la espada de los Senju, habiendo sido llevada por el padre de Senju Hashirama, solo usando jutsus más poderosos cuando lidiaba con shinobis fuertes.

En la actual etapa de la guerra, él había derrotado a Hoshigaki Kisame y Uzumaki Yamamoto, uno siendo el más fuerte de los Kiri no Shinobigatana Shichinin Shū y portador de la Samehada y el otro siendo una leyenda como Uchiha Madara y su tatara abuelo, Senju Hashirama, habiendo sido el Uzukage que llevó a la destrucción a su pueblo. Con este último, Naruto recibió la ayuda de Uchiha Itachi y Pakura, convirtiéndose delante de los viejos ojos de Yamamoto, en una perfecta copia de los temidos Densetsu no Sannin (Tres Ninjas Legendarios) y el mismo ex Uzukage los reconoció como tales con su último aliento, abandonando finalmente, tras ciento treinta años, el mundo de los vivos.

Y ahora, este muchacho joven de solamente dieciocho años, estaba peleando con el enemigo más difícil en aquella guerra: Karatachi Yagura, el Yondaime Mizukage de Kirigakure no Sato, el hostigador que llevó al reinado del terror actual, el Jinchūriki del Sanbi.

Para Naruto, Karatachi Yagura solo tenía de especial que era un Jinchūriki, que contaba con un poder y chakra superiores gracias al mismo Sanbi. Debido a esto y las heridas y cansancio en su cuerpo, Naruto no podía lidiar fácilmente con su enemigo, con quien debía tener cuidado a la hora de luchar. Solo contaba con el chakra del Byakugō no In y cuando este se terminará, podría llegar la muerte para él.

Pero aun no es tiempo para mí.

Aquella simple frase, Senju Naruto se la repetía una y otra vez, mientras evadía y recibía los ataques de su enemigo, sin dar un paso hacia atrás, sintiendo la sangre gotear por su sien hasta que la herida se cerrara gracias al sello.

A.N.B.UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora