5. Verdades shinobi

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Mientras Naruto peleaba contra Momochi Zabuza, Yamanaka Inoru mantenía a los gemelos de Kiri a raya, mostrando que estaba algo agitada, sudando ligeramente y sintiendo su pecho realmente presionado. La kunoichi había extendido sus prácticas para la lucha de taijutsu y demostrar que podía alzarse con victorias no usando solamente los ninjutsus del clan. Pero estaba lidiando con algo: el veneno. Conocía algo de ninjutsu médico para lidiar con venenos comunes y heridas mayormente leves. Si fueran demasiado graves, morirían. No fue entrenada especialmente en el Iryō Ninjutsu y estaba más centrada en los elementos para interrogadores.

Inoru conocía y había practicado para ser un miembro de la Fuerza de Interrogación y Tortura de Konoha y poder seguir con el legado de su familia. Los Yamanaka, a parte de tener una floristería, fueron siempre un clan centrado en técnicas mentales que usaban para la interrogación de los enemigos. Ella quiso aprender todo y su sueño iba a ser logrado siempre que se mantuviera viva y centrada en su objetivo.

Pero para ello, debía volver a Konoha nuevamente. Y no solo por que ella quisiera ser una destacada miembro entre las filas de la hoja. También lo quería hacer por su compañero muerto, aquel que se sacrificó por ellos para que pudieran volver.

No caeré aquí.

Inoru azotó el suelo con la mano, generando una ligera nube de humo que obstaculizó la vista de ambos shinobi de Kiri, dando la oportunidad para que la Yamanaka terminara su movimiento. Kunais salieron disparados contra Meizu y Gōzu, desde arriba, siendo guiados por alambre ninja sujeto por la chica, quien sonrió. Tiró de varios cables y dichos kunai cayeron desde arriba, como una lluvia sobre la tierra.

Meizu movió su brazo de metal, desviando algunos kunai, sintiendo como unos cuantos se clavaban en su piel, tomándolo por sorpresa. Los mismo ocurrió con Gōzu, quien miró la sangre escurriendo por los kunai y goteando al suelo.

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Inoru tiró, dejando en completa tensión el alambre.

―¿Qué haces, perra?―gruñó Meizu, tomando los alambres con la mano desnuda, mirando hacia los kunai en su cuerpo. Frunció el ceño, dispuesto a tirar de los mismos.

―Si fuera tú, no lo haría―declaró Inoru, dando una sonrisa ladeada hacia el de Kiri―. Podría ser realmente peligroso...para ambos.

―¡Ni de coña, perra!―rugió Gōzu, lanzando shurikens en contra de la Yamanaka. Inoru tomó un kunai con la mano libre, desviando la mayor parte de los proyectiles―. Tch.

―Ja. Habéis sido confiados. Puedo lidiar con ambos por mi cuenta―señaló la kunoichi, comenzando una secuencia de sellos de una mano―. Ninpō: Shuriken Kage Bunshin no Jutsu.

Disparó el kunai, viendo como el mismo tomaba la forma de al menos cien, obligando a ambos gemelos a usar su brazo de metal y deshacerse de las armas arrojadizas. Meizu gruñó levemente, sintiendo como uno de los kunai cortaba un poco su máscara, lo que le molestó de sobremanera.

―Tu...perra...―el Kiri-nin arrancó de un tirón el alambre ninja, desprendiendo los kunai y dejando profundas marcas en su cuerpo. El shinobi saltó contra la kunoichi, obligando a Inoru a desplazarse, chocando el kunai con la garra y soltando los alambras.

Mierda.

Inoru tomó con fuerza el kunai y lo movió, desviando los zarpazos de Meizu, quien comenzó a ejercer más presión, obligando a la muchacha a moverse hacia atrás.

―¡Vamos, puta kunoichi de Konoha!―ladró Meizu, haciendo más presión contra la genin, obligando a la misma a saltar hacia atrás, siendo seguida del ninja de Kiri, que no parecía dispuesto a soltar el hueso que parecía ser la muchacha.

A.N.B.UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora