A.N.B.U

37. Karatachi Yagura

Oscuridad. Siempre había estado en la oscuridad. Desde niño. No había recuerdos felices. No había sonrisas o padres esperando a su regreso. Desde que él tenía uso de la memoria, solo recordaba miradas de desprecio y de miedo, como los adultos lo señalaban y hablaban bajo de él, como el Mizukage lo preparaba para lo que se suponía que él era: un arma al servicio de Kirigakure no Sato, el portador del Sanbi el Bijū de las Tres Colas. Era un Jinchūriki, un contenedor para una de las bestias que habían sido atrapadas por el mismo Senju Hashirama. Su deber, su obligación era la de ser un shinobi, un soldado que sobresaliera sobre los demás y regara la tierra con la sangre de sus enemigos. Pero él no era así. No quería ser un arma. No quería matar personas. No veía al Bijū en su interior como un arma, solo como un ser incomprendido. Pero en una aldea que estaba siendo dirigida por un dictador, un déspota más del mundo shinobi, no había un margen de cambio para él. Fue obligado a cargar con el Sanbi y sería un arma para el Mizukage y el Consejo de Kiri. Era su deber y obligación como shinobi y habitante de Kiri.

Odiaba la muerte innecesaria. Matar a su enemigo podría ser algo que haría como un shinobi, pero no por el gusto de ello. Pero ser un Jinchūriki simplemente implicaba ser el arma al servicio de los altos cargos de la aldea, ser empujado en habilidades para obtener lo mejor y poder lidiar con futuros enemigos en las guerras.

Eso es un asco.

Karatachi Yagura no podía estar de acuerdo solamente porque Él era el usado como un arma. Jinchūriki del Sanbi y un excelente shinobi con el manejo del Suiton, más gracias al Sanbi que a sí mismo, y fue empujado a luchar con los enemigos de su pueblo, a eliminarlos por completo sin una muestra de misericordia.

Ese era su papel, para lo que había nacido y fue lo que hizo: luchar al servicio del Sandaime Mizukage y eliminar a las amenazas de su pueblo solamente por su deber, por su papel como el Arma de la Niebla Sangrienta, siendo un activo incluso más valioso que los Kiri no Shinobigatana Shichinin Shū en el campo de batalla.

¿Quién podía culparle? Cuando una mota de luz apareció en su oscuro mundo, él solamente se aferró a ella y luchó contra el Sandaime Mizukage, deseando terminar con el Reinado del Terror que estaba asolando su pueblo y su país. Vio como niños quedaban huérfanos, como el pueblo era suprimido por el déspota que había tomado el control de Kiri tras la desaparición del Nidaime Mizukage, aquel que había mantenido a Kiri en una alta posición dentro de las Naciones Elementales.

Yagura solamente luchó por lo que creía justo, para librarse de las garras de un hombre cruel que solamente veía a todos como sus simples objetos, como herramientas para mantener su posición. Durante su tiempo como shinobi, como un arma más a las ordenes del Sandaime Mizukage, vio como el hombre despedía a sus shinobi con un simple gesto, dispuesto a eliminarlos si no completaban la misión designada, si no conseguían el objetivo que él les hubiera dado. Kirigakure debía ser la mejor de entre las naciones. Ese era su objetivo y quien estuviera en su contra, solamente sería eliminado, borrado de la historia.

Siguiendo lo que muchos deseaban, Yagua se libero de las garras del Sandaime finalmente en la guerra contra el Reinado del Terror, luchando al lado de sus camaradas de Kiri solamente por un futuro mejor, deseando terminar con aquel hombre que había destruido sus vidas por completo y que había desatado una guerra civil en su país, con su gente sin importarle nada más que el poder.

Aun recuerdo como su sangre escurrió por mi mano cuando lo apuñalé, cuando atravesé su corazón sin pestañear, como me habían enseñado.

Sandaime Mizukage dio todo para crear un arma fiel que le sirviera, que luchara por él contra sus enemigos, que lo protegiera completamente de aquellos que lo querían muerto. Finalmente fue aquella arma la que él había construido la que terminó por matarlo arrebatándole completamente la vida sin remordimiento alguno, sin pestañear cuando atravesó su corazón.