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—Perdona, no te vi —escucho su aguda voz, aunque es apenas un susurro, ni siquiera se atreve a mirarme.

Pero recapitulando todo. ¿Quién quiere verme? Nadie.

Asiento mientras enjuago mis manos del jabón líquido que hay en el baño, observo mi reflejo por un segundo en el espejo y luego dejo de hacerlo. No me siento conforme con lo que soy físicamente.

Pero a este punto realmente no me siento conforme con nada.

El viernes que pasó fui a casa de Tatiana, compré flores y una caja de chocolates porque era para lo que me alcanzaba, suena cliché, pero me pareció una bonita idea para pedir disculpas.

—No quiero que estemos mal —admití con los ojos cristalizados, mordiendo la parte interna de mi mejilla—. Te quiero en mi vida, no fuera de ella.

Asintió con una espléndida sonrisa, rodeó mi cuello con sus brazos y me besó.

—Te perdono, cariño. Además, reconozco que mi comportamiento no fue el mejor, así que también pido disculpas.

—No, no. Tú tienes razón.

—Bueno, no hay nadie en casa —cogió mi mano mientras cerraba la puerta tras de mí—. Pondré las flores en un jarrón.

—De acuerdo.

—Por cierto, amor. ¿Por qué chocolate? Es malo para la salud.

—Me gusta —comenté mientras subíamos a su habitación, abrazando su cuerpo y besando su cuello—, es delicioso.

—Pero engorda mucho —reclama tomando distancia y sujetando mi rostro—. Amor, deberías dejarlo, estás comenzando a subir de peso.

—Pero...

—Lo digo por tu bien, cariño. Sabes que quiero lo mejor para ti.

Lo mejor para mí.

Todos quieren lo mejor para mí.

¿Pero qué es siquiera la palabra mejor? ¿Por qué todos opinan sobre mí? ¿Por qué no preguntan directamente si realmente quiero eso?

—Está bien, princesa.

Vuelvo a la realidad, bebiendo un poco de agua del grifo porque no olvidé llevar dinero para comprar una.

—No creo que sea buena idea eso —escucho otra vez su voz.

—¿Y a ti qué te importa? —contesto borde—. No eres nadie para decirme lo que debo hacer o no.

Todos mis instintos gritaban una cosa: patético.

—S-Solo estaba opinando.

Antes que se retire a paso apresurado, me mira con tristeza, puedo divisar una mancha morada en su ojo y en su nariz, aunque haya tratado de disimularlo con alguna crema o algo.

¿Por qué somos tan estúpidos en querer el daño?

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***

El chocolate y yo nos casamos desde el primer momento en que nos vimos.

Tengan un buen día.

Besos♥

Sonrisas falsas || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora