No lo pensé dos veces antes de abrazar su cuerpo, tampoco dije palabra alguna cuando él correspondió. Estaba anonadado, mis labios permanecían separados y mis ojos se encontraban perdidos en un punto fijo que no existía.
Pero lo abrazaba, sostenía su corazón que latía tan rápido como el mío y un calor indescifrable me consumía.
Entonces lo escuché llorar en mi hombro y volví al presente.
Las personas nos miraban, en cualquier momento podría aparecer Tatiana y gritarme un millón de insultos por estar en una situación comprometedora con un chico gay.
Pero no me interesa, ya no me importa.
Me da igual si murmuran despectivamente de nosotros, me da igual si les parece extraño.
Ellos no interesan, Erick sí.
—A-Ayúdame —susurra con voz lastimera, es una súplica que destroza mi corazón en millones de minúsculos pedacitos—. P-Por favor, ayúdame.
Sentí sus lágrimas como mías, sentí su dolor como mío, sentí su sufrimiento como mío, sentí esa desesperación como mía.
Algo no está bien.
—Erick —hablo después de varios minutos, sus dedos se hunden en mi espalda cuando trato de alejarme.
—No, no. Te necesito —solloza—, ayúdame, Joel.
De manera torpe lo arrastro hasta llegar a los servicios higiénicos, me dedico a sobar su cabeza esperando que se desocupe para luego cerrar la puerta con seguro, sabiendo que eso no está bien y quizás gane problemas.
Erick continúa aferrado a mí.
Jamás creí que alguien podría aferrarse a mí.
—Tranquilo, Er. Aquí estoy.
—M-Me va a matar —sus ojitos hinchados conectan con los míos y puedo divisar la fea marca que hay en su pómulo derecho y la tremenda bofetada que dio a su mejilla, además de su labio partido y el seco hilo de sangre en su barbilla—, él lo dijo, v-voy a morir.
Muevo mi cabeza de lado a lado, tocando con miedo su piel lastimada.
Es una bestia que daña a una delicada rosa que perdió sus espinas y por eso no puede defenderse.
—No te hará nada —aseguro—, estás a salvo conmigo.
—Tengo miedo.
—Lo sé, yo también.
Doy vuelta a su cuerpo, abriendo el caño para mojar mi mano y limpiar la sangre seca, escucho sus jadeos de dolor así que pido disculpas en voz baja.
—¿Vives cerca?
—No —susurra entre sollozos—. M-Me va a matar. No sé qué hacer.
Vuelvo a arropar su cuerpo con el mío, atreviéndome a besar su cabeza para calmarlo.
—Nadie te hará nada, Erick.
—Mi tía debe estar preocupada. Solo creo disgustos, existo para hacer problemas y por eso todas las cosas malas me suceden.
Siento pena por él.
Creí que yo estaba lastimado, que yo era un problema, que yo merecía cosas malas y merecía morir de una vez por todas.
Me equivoqué.
Lo que yo sufro es una mínima parte de lo que le ocurre a Erick.
—Ven conmigo.
—¿Q-Qué?
¿Qué tanto estás dispuesto a hacer por otra persona que ya se adueñó de tu corazón sin saberlo?
Mucho. Sin duda alguna hasta daría mi vida para recibir una sonrisa de Erick.
—Vamos a mi hogar, te voy a cuidar.
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***
Maratón 3/5.
Estoy sensible con todo lo que ocurre.
Poco a poco Joel deja de interesarse por lo que el resto pueda opinar, me siento orgullosa de su progreso.
Besos.