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Oriana

—Se me parte la cabeza.— se quejó mi amiga apoyando la nombrada sobre mi hombro, los demás estaban igual pero Valentín y yo los mirabamos confundidos.

—¿Hasta qué hora se quedaron escabiando?— preguntó tímido el ojiazul, Daniel se acostó sobre el piso y se intentó tapar con su mochila.

—Salimos de allá a las cinco, pero nos quedamos tomando en la plaza hasta las siete.— informó Mateo y me miró de reojo, yo también lo miré pero volví mi vista hacia adelante.— ¿Ustedes? ¿Estudiaron juntitos?— nos interrogó riendo mientras le daba otra calada a su cigarrillo.

—En realidad pelotudeamos en vez de ayudarla a estudiar.— le sonrió contento Valentín al morocho.— Pero seguro aprueba.

—¿Al final que van a hacer ustedes dos?— habló Manuel como pudo, tenía un pedo encima.— ¿Se van a ayudar?

—Lamentablemente sí.— contestó de mal humor Mateo.

—El que vino a pedirme ayuda sos vos, Mateo. No te hagas el superado.— recordé haciendo que mis amigos rían, él me miró con odio.— Aparte vos todavía no me pediste perdón.

—¿Perdón de qué?— hizo montón con la mano, lo miré obvia.— Ah, ¿por lo de virgen?

—Flaco, dos dedos de frente te está pidiendo.— acotó Daniel.

—¿Y por qué te tendría que pedir perdón? Si es verdad de que sos virgen.— dijo con un suspiro a lo último, trague en seco y me paré del banco de mármol.

—Sos un tarado.— le dijo Brenda y yo me fui caminando directamente para el baño antes que se me empiecen a salir las lágrimas.

—Pero es joda.— mordió Mateo su labio inferior.

—Pará, Ori.— me siguió mi amiga y lo miró con ganas de matarlo al causante de esta mini discusión que surgió de la nada.

Una vez que entré al baño, me apoyé sobre el lava manos y retuve el llanto, abrí la canilla y mojé mis manos para después pasarlas por todo mi rostro así me calmaba un poco. Agarré varios papeles descartables y me sequé todo lo que tenía mojado, me miré al espejo por última vez y acomodé mejor mis dos mechones, si los tenía desacomodados se iban a mezclar con el marrón de mi pelo ya que los mechones eran verde agua.

—Es un pelotudo.— entró enojada mi amiga, bufando como siempre.— No le hagas caso, Ori. Si sabés cómo es.

—Es que me da bronca, ¿por qué no se calla un poco?– dije entre dientes mientras que mis antebrazos se apoyaban sobre la mesada de mármol.— Por Dios, qué ganas de cagarlo a piñas.

—Ayer cuando vino a casa se lo dije pero le chupo un huevo, un día de estos lo voy a mandar a la mierda.— acotó cruzandose de brazos.— Ya no lo aguanto, acepto que es lindo y todo pero es muy machista también conmigo.

—¿Y para qué seguis con él, Bren?— interrogue mirándola de reojo.

—Porque me gusta ese imbécil.— tragó en seco, por mi parte reí.— Pero en cualquier momento te juro que me voy a separar de él...

—¿Pero son novios ahora?— interrumpí confundida.

—Bueno... ¿Novios? Novios posta no, no somos.— admitió haciendo mohín con la boca.— Porque él no quiere, dice que solo estamos para coger. No me puedo enganchar, una vez le dije que me estaba enganchando y se enojó.

—Lo tenés que soltar y que se quede solo, que se busque a una prostituta y que te deje en paz.— hablé después de unos segundos de silencio para analizar lo que me dijo.— Y lo peor de todo es que en el recreo del almuerzo le tengo que explicar Matemática.

bad boy; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora