bad boy; trueno.

27

Oriana

Entré al colegio con Brenda, le había contado todo lo que pasó y ella me dijo que se iba a encargar de mandarla a freír churros a Renata. Era Lunes y para mí que ya iba a ser una semana muy larga, me tenía que bancar ver a Braian todos los días hasta que se vuelva para Córdoba, ayer me pidió hablar millones de veces, pero me la pasé toda la tarde llorando en la cama y no quería hablar con nadie.

—¿Me vas a negar que Jesús era gay y se equivocó porque dijo "amén" en vez de "ah man"?— le interrogó el rubio a Manuel, el último nombrado se lo quedó mirando raro y le tocó la frente, simulando tomarle la temperatura.

—Daniel, ¿podés dejar de decir pelotudeces un ratito?— preguntó mi mejor amiga mirándolo de reojo, el rubio obviamente negó y siguió hablando;

—Estás en una habitación con cien penes, ¿con cuál te atragantás?— prosiguió jodiendo, miré para un costado y eché un bostezo, me moría de sueño ya que no pude pegar un ojo en toda la noche.

—Con ninguno.— contestó Manuel.

—Ah, entonces sos profesional en chuparla.— reconoció, todos lo miramos frunciendo el ceño cuando él sólo se empezó a tentar de su propio chiste.

—Yo no te la puedo creer.— musité cruzándome de brazos, hasta que sentí que me abrazaron por la cintura, pude identificar el buzo de la persona y era Valentín.

—Ya me contó Brenda, sabés que cuando quieras podés hablar conmigo que yo te voy a escuchar.— dijo en mi oído el ojiazul y yo asentí.— Te amo mucho, Ori.— finalizó dejando un beso en mi cabeza, me di vuelta para abrazarlo por completo y así frenar en el medio del camino.

—Ori, ¿me puedo postular para ser tu guardaespaldas? Corte, vas a quedar re Susana Gimenez y yo te voy a abrir la puerta de la limusina.— se ofreció Daniel metiéndose adelante nuestro.— Obvio que la mitad de lo que ganes siendo famosa va a ser para mí, porque me estoy arriesgando...

—Ahora entiendo por qué tenés telarañas en la pija.— interrumpió malhumorado Manuel, esta vez haciéndome reír.

—¿Y vos cómo sabés que tiene telarañas?— interrogó dudosa la castaña, Manuel se quedó callado y se fue corriendo para el aula, con Daniel atrás de él.

Les dije a mis amigos que me iba a ir al baño así me podía lavar la cara para despertarme un poco, sentía los ojos muy cansados y quería dormir una siesta de diez horas seguidas, sin freno ni interrupción. Fui con la energía que obtuve en el momento y, una vez que entré, me lavé la cara lo más que pude sin que me agarre una especie de depresión al acordarme de todo lo que pasó en un fin de semana. Las jodas no me querían.

Salí cuando por fin terminé de secarme la cara y saqué mi celular para boludear con el en el camino, pero escuché que me llamaron más de una vez, sabía quién era y no pensaba darme vuelta ni para verle los ojos.

—Dale, Oriana. Te llamé quinientas veces ayer y ninguna me contestaste.— habló Braian por detrás mío, seguí caminando sin darle importancia a lo que dijo y traté de no llorar de vuelta.— ¿Vas a dejar todo así, sin resolver nada?— volvió a hablar, y al escuchar la pelotudez que dijo me atreví a darme vuelta.

—¿Que si yo voy a dejar todo así, Braian?— reí sarcásticamente.— Boludo, ¿me estás jodiendo? En serio te lo pregunto.— consulté mirándolo a los ojos, él negó.