bad boy; trueno.

24

Mateo

Una vez que terminé de lavar la taza que utilicé para tomar un poco de mate cocido, me sequé las manos viendo de reojo a mi hermano, quien seguía desayunando antes de ir al colegio. Me senté al lado de él porque todavía era temprano para que vaya al mío, y me quedé viendo los dibujitos, me parecían una bosta, pero ayer, por no pagar, nos cortaron la luz y mi celular se quedó sin batería, y por eso ahora el aparato estaba cargándose en mi habitación.

—¿A la tarde me pasas a buscar? Mamá me dijo que hoy no podía, y papá seguro se queda dormido.— habló mi hermano, desconcentrándome en el momento, yo asentí confiado.— Y si podés llevame a la casa de Rama, hoy es su cumple y me invitó a festejarlo.— agregó tomando de su taza.

—Decile que te pase la dirección que yo te llevo tranqui.— respondí apoyando mis antebrazos en la mesa, eran casi las ocho y cuarto e y media tenía que entrar al colegio.— Agarrá tus cosas, enano. Vamos yendo antes que despierte papá.— ordené apagando la tele y el menor asintió llevando las cosas para la mesada de la cocina.

Fui para mi habitación de vuelta, que estaba toda desordenada, y me fijé la batería del celular, tenía cincuenta por ciento y con eso me conformaba. Me miré al espejo de mi armario y estaba aceptable, a pesar de las ojeras marcadas porque no pude dormir en toda la noche pensando en millones de cosas relacionadas a las discusiones con mi viejo. Al querer salir, me encontré con el anterior nombrado de brazos cruzados, y en su mano pude notar que traía mi mochila.

—¿Vos vas a seguir yendo al colegio?— interrogó con tono serio, tragué en seco tratando de no gritarle ahí mismo porque era seguro que me iba a preguntar sobre algún trabajo.— Claro, ¿y cuándo vas a activar con algún trabajo?— frunció el ceño lanzando con bronca la mochila contra el piso.

—Ya estuve viendo cerca del colegio, pa. Falta que se crean que tengo dieciocho y ya está.— respondí casi en susurro para que Emilio no nos escuche.

—Asegurate que se crean que tengas dieciocho, porque la plata a esta casa no viene sola, eh. Te lo recuerdo por si no te acordás en dónde y con quiénes vivís.— avisó poniéndome los pelos de punta, agarré mi mochila del piso pero él me frenó pisándola.— No vayas, si total no aprobás nada y cada dos segundos hay una sanción nueva, ¿calentás la silla nada más?— me dijo, eché un suspiro conteniendo las lágrimas.

—Si voy al colegio es para también conseguir trabajo por allá.— acoté sacando su pie de la mochila, para después llevarla a mis hombros.

—Mateo, vamos a llegar tarde.— interrumpió mi hermano desde el living, lo miré por última vez a mi viejo y él también a mí, con solo eso me dijo que me las tome ahora.

Salimos a la calle, la cual abundaba un viento frívolo y fuerte, y mientras que caminábamos Emilio me hablaba de temas que mucho no les prestaba atención porque mi cabeza estaba enfocada en otras cosas, más bien en Oriana. Hace semanas que no hablábamos, sentía que eran meses, apenas cruzábamos palabras pero era cualquiera esto, también me había enterado de casualidad que se puso de novia con Braian, el pibe nuevo.

Mucho no me sorprendió, porque después de todo ya era de esperarmelo al ver todas las miraditas que se tiraban, sumando a que estaban más juntos que antes. No iba a mentirme, extrañaba hacerla enojar por cualquier pelotudez o simplemente la extrañaba a ella, pero con todo esto de mi viejo y el estrés que manejaba, antes había faltado al colegio durante días, por no decir que casi me quedo libre.

—¿Vos seguís estando con Renata?— preguntó el menor sacándome de mi trance, yo lo miré sorprendido para después asentir con la cabeza.— No me cae bien, tiene una voz re chillona y es muy insoportable.— acotó con enojo haciéndome reír.