bad boy; trueno.

03

Oriana

Me puse a subrayar las ideas principales del libro de Historia, me había ido bien en el oral pero dentro de unos días empezaban los exámenes finales del segundo trimestre, me agobia estudiar todo el tiempo y no tener mucho tiempo para mí, pero no quería llevarme nada. Por suerte era un recreo de una hora y cuarto antes de que las chicas tengamos Educación Física, los pibes también tenían pero estábamos divididos por género.

—Acá tenés, lora.— se sentó Brenda al lado mío y me dio la ensalada que le había pedido, ella se compró un sánguche de milanesa con papas fritas. Empecé a hacer un poco de dieta porque mucho no me gustaba mi cuerpo en estos momentos.— ¿Qué estudias?

—El descubrimiento de América y sus colonias.— suspiré sacando los cubiertos de la bolsita a la par que abría el envase.— ¿Me vas a explicar qué es lo que dijiste en la clase de Carlitos?— fruncí el ceño cerrando el libro y comenzando a revolver la ensalada.

—Mateo me cortó el rostro, pero no me dolió ni un poco.— alzó los hombros indiferente dándole una mordida a su comida.— Es un pelotudo, menos mal que me soltó porque si no lo iba a hacer yo, pero hubo un chape de despida, si se puede decir así.— habló una vez que tragó lo que comía, yo me llevé un poco de mi comida a la boca hasta que vi a los chicos de nuestro curso acercándose a nuestra mesa.— No quiero hablar con los pajeros.

—Qué onda, reinas.— nos saludó Ignacio, para nosotras dos era el más tincho del colegio. Los amigos que lo acompañaban se nos quedaron mirando.— Las quería invitar a una joda que voy a hacer el miércoles a la noche, ¿les copa?

—Donde hay joda, Brenda se prende.— acotó la castaña mirándome.— ¿Vos? ¿Te prendes?

—No sé...

—Dale, Ori.— insistió el pelinegro interrumpiendome, también me regaló una sonrisa.— No se preocupen que van a venir sus amigos también, ya les pregunté y traen escabio.

—Está bien, que conste que voy solo porque va Brenda.— advertí agarrando un sobre chiquito de sal.

—Pero andá porque va a estar el facha de  Nachito.— recordó de buen humor uno de sus amigos, Dante.

—Ya está. Váyanse, pesados.— los echó de la mesa mi amiga, Ignacio me guiñó disimuladamente mordiéndose el labio inferior y se fue caminando con los demás por donde vinieron.— ¿Qué fueron esas miraditas, atrevida?— me habló emocionada.

—¿Eh?— reí.— Nada más me miró, exagerada. Aparte él está de novio.— repetí y seguimos comiendo de lo que compramos, hasta que me acordé que en diez minutos venía Mateo para que lo ayude en Matemática.— Mierda.

—¿Qué pasó?

—Tengo que ayudar a Mateo en un rato.— me quejé con bronca encima y guardé mis cosas, no pensaba ayudarlo en nada.— Voy a salir un rato afuera antes de la clase con Natalia, no me lo quiero fumar de mal humor a...

—¿A quién no te vas a fumar?— susurró en mi oído la voz del morocho, generando escalofríos por todo mi cuerpo.

—Los dejo solitos, trolos.— abrió sus ojos de par en par mi amiga y yo la fulminé con la mirada, agarró sus cosas y comida y se paró del banquito.— Mateo, ¿dónde están los demás?— interrogó antes de irse.

—Creo que están en la cancha, fijate.— informó sentándose en frente mío, rodé mis ojos ya cansada. Brenda me miró divertida y salió a las corridas con sus cosas encima, lo miré nuevamente al morocho y comenzó a reírse.

—¿De qué te reís, tarado?— alcé ambas cejas de mala manera, él negó pero seguía riendo.

—Nada, dejá.— relamió sus labios, cosa que me puso nerviosa y no sabía por qué.— Por hoy soy todo tuyo, Oriana.— bromeó apoyando sus piernas sobre la mesa y sacó un cigarro de su bolsillo, ya me la empezó a complicar.