13

6.6K 422 204
                                    

Oriana

• • •

MARATÓN 2/2

• • •

Estaba sentada en una de las mesas del comedor al aire libre del colegio, en frente de Brenda mientras comía el almuerzo que me acababa de comprar, ella estaba escribiéndole a su mamá para que la deje venir a mi casa hoy a la noche. No le conté sobre lo que me pasaba con Mateo porque sentía que la iba a cagar muchísimo con ella, por eso también lloraba, porque sabía que si sentía lo mismo que Brenda, la amistad no iba a ser la misma, y ya se fueron muchas personas como para que se vaya también ella. El morocho estaba rindiendo el recuperatorio de Matemática, y espero que le vaya bien.

—Me dice que no porque quiere hablar conmigo, tengo miedo.— informó dejando su celular de lado, siguió comiendo su milanesa con papas fritas mientras que yo traga a pura lechuga con tomate y cebolla. Seguía a dieta para bajar un poco de peso.— Boluda, no entiendo por qué estas a dieta si tenés alto cuerpo, te envidio.— avisó haciéndome reír.

—Aumenté tres kilos en cuatro días, es un montón.— acoté llevándome un poco a la boca, ella agarró su botella de Coca Cola y yo tenía mi botella de agua. De verdad que era una tristeza lo mío.

—Ja, mirá y envidiá, puta.— levantó su botella haciéndome burla, yo le tiré una planta chiquita de lechuga a la cara pero a ella le dio una arcada porque le daba asco, yo largue una carcajada por lo que hizo.— Hija de re mil puta, voy al baño a vomitar.— argumentó, no paraba de reirme y le seguía mostrando la misma lechuga que le había tirado antes, ella seguía teniendo arcadas hasta que Brenda se fue corriendo antes de que vomite todo.

Me quedé en silencio mirando para adelante, seguía comiendo con el espectáculo del partido de voley que estaban haciendo las de primer año en el patio techado, no le pegaban a la pelota y eran todas un intento de milipili, algunas eran buenas jugando pero me daban vergüenza ajena. En un momento, me asusté al ver que alguien puso una hoja encima de mi comida y las manos de tal persona enredaban mi cintura. Al ver lo que me apareció, era el recuperatorio de Mateo con un diez de calificación, me alegré muchísimo porque, por lo menos, la falta de paciencia que le tuve, valió la pena.

—No lo puedo creer.— abrí mis ojos de par en par agarrando la prueba, todos los ejercicios estaban bien y aparte, la profesora, lo felicitó por eso al final de cada uno. Mateo se quedó intacto abrazando mi cintura y dejó un beso pausado en mi mejilla.

—Me salvaste la materia, lora.— apoyó su mentón sobre mi hombro mientras que yo seguía revisando todo, quería sentirme orgullosa de él, por entender, y de mi, por ser una buena profesora particular.— Gracias por ayudarme, ni yo caigo que aprobé.— rió en mi oído.

—Te felicito, turro.— me paré del asiento para así abrazarlo por los hombros, por dentro me estaba arrepintiendo porque sabía lo que esto iba a causar, pero de igual manera estaba disfrutando este momento.— Ahora falta que seas así con trece materias más...

—Pero ni en pedo.— interrumpió haciendo montón con la mano, yo me separé para mirarlo mal pero él se volvió a acercar para dejar otro beso, esta vez en la comisura de mis labios.— Me miró con una cara la vieja de Matemática cuando vio que completé todo.— alzó ambas cejas sentándose al lado mío, yo recién lo acababa de hacer.

—¿Viste que no era tan complicado?— repetí volviendo a comer con la atenta mirada del morocho, él sacó un porro de su bolsillo con el encendedor para darle mecha.

bad boy; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora