Capítulo 34.

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Erick's POV

Dos semanas habían pasado desde la última vez que la vi. Después que vino a ver al bebé me quede con una sensación extraña de tristeza y aunque no me lo dijo sé que a ella le pasó lo mismo porque vi su cara cuando se despidió y podría jurar que deseó quedarse.

Las cosas no iban tan bien para mi, desde que mi familia se fue el bebé llora constantemente durante el día y la noche. Lo llevé al pediatra porque pensé que podía estar enfermo pero el especialista le hizo diversas pruebas y está sanito, la señora Gladys lo trata de calmar lo mejor que puede, teniéndolo en brazos de distintas maneras para tratar de calmarle pero solo dura unos minutos y vuelve a llorar. Ya van 2 semanas así y casi no duermo, incluso opté por hacerlo dormir conmigo creyendo que quizás no lloraría al sentirse acompañado pero tampoco me ha resultado.

Me frustra porque no sé que le pasa o que hacer para que deje de llorar, incluso en más de una ocasión me he ido a entrenar con solo dos horas de sueño porque no puedo dormir más y me desvelo toda la noche tratando de consolarlo. Ya me está pasando la cuenta porque cada vez estoy más desconcentrado y eso ha impactado en mi rendimiento así que ahora ya no soy titular y desde que esto comenzó solo he jugado en total 40 minutos.

—Que bueno que llega, desde que se fue no deja de llorar—Informó notablemente agotada.

—No sé que le pasa, lo he llevado al doctor incluso lo he rezado y no pasa nada—Lo tomé en mis brazos y traté de calmarlo otra vez.

—Sabe, tal vez es por la falta de la mamá. Lo he visto antes en bebés como él y cuando su madre no está cerca suelen llorar así y solo se calman con ellas.

—Pero ella no está y no volverá tampoco—Suspiré—ya no sé que hacer señora Gladys.

—¿La niña que vino hace unas semanas no es la mamá?—Me miró confundida.

—No, ella no es la mamá—Aunque eso quisiera, pensé—ella es mi ex.

—Yo pensé que era la mamá porque desde que ella se fue el niño ha estado así—Ahora que ella lo decía me daba cuenta—¿no puede decirle que venga?.

—Es que si lo hago la meteré en problemas, ella tiene pololo—Fruncí—y no creo que la deje venir así que nos toca a nosotros ver como lo calmamos.

Lo saqué al patio mientras lo cargaba recostado en uno de mis brazos, se me rompía el corazón escucharlo sollozar después de llorar tantas horas seguidas pero ya había intentado de todas las maneras posibles calmarlo pero todo había sido en vano.

Pensé que quizás sentía calor así que preparé la tina y me metí en ella con él en brazos porque tal vez le sirviera para relajarse y dormir más calmado. Mi idea lo hizo dejar de llorar y después de unos minutos lo envolví en una toalla y una vez que lo sequé le puse su buzo y se quedó dormido así que ahora tendría que vivir en la tina.

—Buena perrito, ¿como estás?—Saludó el Luis. Le hice una seña de que se callara porque no quería despertarlo y que volviese a llorar—Chucha perdón, ¿está durmiendo?.

—Sí, lleva dos semanas llorando sin parar—Me serví un mate—ya casi no duermo porque llora de día y de noche.

—¿Y lo llevaste al doctor?, quizás esté enfermo o le duela algo.

—Lo llevé al pediatra y está super sano—Le extendí un mate—está así desde que vino la Camila.

—¿Vino la Camila?—Alzó la voz.

—Cállate po hueón o sino lo vas a tener que hacer dormir tú—Amenacé y se disculpó—no sé que hacer, la señora Gladys dice que puede ser donde no está la mamá.

Over Again I y II. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora