YoonGi y JiMin, mejor conocidos como Agust D y KittyGang, son dos de los mafiosos más poderosos de Corea del Sur. Un encuentro es suficiente para que una obsesión nazca de Agust hacia AlleyCat incluso luego de separarse por un período de tiempo, aun...
Los seis restantes de la mafia estaban en sala sentados por Agust. Kitty ya están cansado de jugar con el. Ahora solo faltaba a que llegara.
—Kitty, Agust llegó en el helicóptero.
Salto de su asiento, y salió de la mansión donde vivían. Agust bajandose del transporte aéreo. Kitty corrio a las brazos de su hombre, y este recibiendolo, arrepentido por como lo lastimo.
El pelirosado le abrazo por el cuello, y el pelinegro pasando sus brazos por la cintura contraria.
—Te extrañe mucho, señor D.
—No sabes cuánto lo hice, gatito, mucho, demasiado.
Por fin, pudo besar al ser que amaba, y lo disfruto aún más cuando le correspondió.
—Amor, te traje algo— Agust se separó lento del contacto que ambos tenían. —Es una de muchas cosas que te traje. Pero se que querrás eliminar a esta persona.
Hizo que Kitty se diera la vuelta, mientras que el le abrazo por la cintura desde su espalda.
—¿La recuerdas? Es la chica del negocio, ya no la necesito, así que puedes hacer lo que quieras con ella— mostró a la mujer atada, y con el rostro algo lastimado.
—A-Agust, por fa-favor, sálvame, te-te lo suplico.
—¿Salvarte yo? Ja! Ni que fueras está preciosidad que tengo como novio. Tengo el dinero de tu padre, ahora no te necesito.
El ojiverde, estaba feliz de que Agust le llame "novio", el sabía que no le gustaban los compromisos, así que pensó que nunca llegarían a nada.
—¿Quieres torturarla en un lugar específico, bebé?
—Nop, está bien aquí. Será fácil y rápido.
Se acercó a ella y le susurro: —Recuerdas como me sonreías cuando estabas con mi novio?— corto parte del rostro con su navaja favorita, haciendo después muchos más cortes —Pues ahora no podrás, por qué ahora no podrás andar de zorra como te gustaba. Por qué nadie se mete con KittyGang, ni con su propiedad.
La chica grito fuerte y agudo —¡Mu-erete mal-maldito!
—Ohhh, que pena, la que se moría primero eres tú— con una lentitud desesperante, paso su navaja por el cuello de la mujer, acabando con su miserable vida.
—Bravo, amor, ahora podrás poner su cabeza en la puerta— bromeó Agust.
Kitty sonrió.
—Por cierto, gatito, prepárate, por qué no te dejare salir de la habitación por un buen rato.
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