✤ᴛᴡᴏ✤

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La mujer de piel oscura trataba de buscar una solución, no iba a matar al bebé que tenía en vientre, tampoco quería que su niño viviera como un esclavo, estaba decidida en irse de allí y regresar donde su familia, solo necesitaba pensar en cómo lograrlo sin que haya sangre en medio.

Su amo ahora mismo estaba con su esposa e hijo en la iglesia, los demás esclavos estaban trabajando en los cultivos siendo observados por los capataces, la piel de los capataces no era tan oscura como la suya, los capataces eran de tez trigueña, un color similar al trigo que les daba un poco de superioridad pero aún así no podían hacer lo que quisieran sin antes tener la aceptación de su amo. 

Tenían a un lado de su cadera un látigo con el cual golpeaban a los negros que se rehusaban a trabajar, nadie podía detenerlos ni quejarse, recalcando, que ellos no eran nada. La mujer estaba recolectando los cultivos de maíz con las demás mujeres, no hablaba tanto con ellas porque todos sabían el "trato especial" que tenía con su amo, preferían no interactuar con ella por miedo. Cosa que no importaba, la mujer mantenía su mirada en el suelo pensando en un plan, su vientre aun no era notable, pero aún así la acarició elevando las comisuras de sus labios, se aseguraría de que su niño tenga una buena vida, una que sea mejor a la suya. 

Mientras tanto el menor de cabellera albina estaba con sus padres en la iglesia, cada domingo iban a la iglesia por ser devotos de Dios, sus padres eran creyentes pero el no entendía. ¿Por qué hacerlo? ¿Su existencia es verdadera? ¿Por qué creer en algo que no vio? Cada vez que buscaba respuestas recurría a sus padres y preguntaba, ambos reaccionaban de distintas formas; su madre le sonreía amablemente mientras se agachaba para estar a su altura y acariciaba sus mejillas pálidas respondiendo: "A veces las personas necesitan creer en algo, para no perder la fe y esperanzas." En cambio su padre fruncía sus cejas haciendo esa cara que le daba escalofríos, alzaba su mano frente a su rostro y golpeaba la mejilla que su madre había acariciado con tanto amor y respondía: "Hazme el favor de no preguntar idioteces."
Tan solo quería respuestas, pero supo que no iba a obtenerlas, solo se resignaba a ir con sus padres a la iglesia y escuchar al sacerdote que repetía las mismas palabras cada domingo, pero lo mejor era que cuando terminaba el rito podía ir a jugar con uno de sus amigos, Geno era dos años mayor pero aún así eran del mismo tamaño, su padre se quedaba conversado con el suyo al igual que sus madres, él padre de Geno era un hombre dueño también de una hacienda pero no era tan grande ni conocida como la suya, no entendía nada de política ni demás que hablaban sus padres por lo cual ellos preferían ir a jugar cerca de la fuente que había frente a la iglesia, Geno había heredado el mismo color de ojos de su abuelo, un carmesí tan profundo e intenso que te hacia estremecer al observarlos, algo que se le hacia curioso, era el físico de los padres de Geno, había visto que su madre tenia un cabello de color rosa, pero lo cubría con una fina tela negra por petición de su esposo, el padre de Geno tenia el cabello rubio, su amigo no se parecía en nada a sus padres y se veía que a ellos no le importaba eso, Geno tenia el cabello de color blanco como el suyo, a veces se preguntaba si realmente eran sus padres, pero no era su asunto, pero vaya que de las otras personas si, habían generado rumores entre los habitantes del pueblo, y más sobre la madre de Geno que mantenía la cabeza gacha, comentaban que la mujer había cometido adulterio y por ello su niño tenía ese color de cabello, su esposo al escuchar tales palabrerías golpeaba a su mujer, era burlado por sus compañeros, generando su enojo y llegaba a desquitarse con su esposa. Pero tampoco nadie sabía, que también se quitaba todo esa frustración con una de sus esclavas.

—¿Tu madre otra vez se lastimo?— Preguntó curioso mientras caminaba en el borde de la fuente haciendo equilibrio con sus brazos para no caerse.

—Así es, madre dijo que otra vez los esclavos pusieron mal el asiento para cabalgar y por eso cayó al suelo de cara. ¡Pero ni te preocupes! Esos inservibles recibieron su lección, mi padre no se apiadó y golpeó con el látigo sus espaldas hasta cansarse.— Geno respondió de una manera orgullosa, el veía en su padre un perfil digno de admirar, en cambio su madre se comportaba extraña, la amaba pero no la admiraba ni nada.

Ink no esperaba lo último, analizando bien el rostro de la madre del mayor, no se veía que hubiera caído al suelo, por que si así fuera debería de tener raspones, el se cayó tantas veces de cara que sabía eso, pero no, la madre de Geno no tenía ni un raspón, solo moretones profundos.

Cuando sus padres terminaron de conversar tuvo que retirarse con su madre, su padre debía de ir a atender algunos asuntos del pueblo, se había despedido de su amigo que también se fue con sus padres y al cruzar miradas con la madre de Geno vio su pobre rostro con manchas moradas, se veía que dolía.

—Madre. ¿La madre de Geno se curará?— Pregunto estando entre sus brazos, la calidez que le daba era agradable.

Su madre no respondió solo se quedó abrazándolo mientras veía el camino, ambos estaban en su carruaje con dirección a su hacienda, su madre no era tonta, sabía por lo que pasaba aquella mujer, pero no podía hacer nada.

Simplemente tarareo una canción acariciando los brazos de su niño hasta llegar a la hacienda.






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Esta historia me tiene emocionado y poco a poco aparecerán más personajes eh. 

❝ᴘʀᴏᴘᴇʀᴛʏ❞ ||【InkError】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora