Cuando su primer amor se fue sin despedirse, se sintió herido, sentía un vacío en su pecho, no podía creer que no vería aquel rostro angelical, volver a escuchar aquella risa, poder verlo dibujar tan concentrado sin darse cuenta de que era observado, fue como un balde de agua helada que cayo sobre el, dándole a entender de que ya no podrían estar juntos, de que ahora iban a estar ocupados con los nuevo labores que vendrían al convertirse en adultos.
Y eso fue lo que sucedió, su compromiso matrimonial llego y realizaron tal evento como era debido, aunque lo haya intentado, no podía sentir nada de atracción romántica o sexual hacia esa mujer que era su esposa, fueron tres largos y agotadores años en los que por fin pudo hacer que su mujer quede embarazada, necesitaba un hijo que iba a ser su futuro heredero, después de todo cuando se caso, toda la herencia de la hacienda ahora era suya, aunque sus padres seguían viviendo con el, ahora Geno era el dueño. Lamentablemente, el embarazo salió riesgoso, una nueva vida había llegado, llevándose la vida de su madre, la mujer de Geno había muerto en parto, pero eso no le importo. ¡Ahora tenia un heredero! O eso esperaba, todo hubiera sido perfecto, si tan solo aquel bebé hubiera nacido varón, y como si eso no fuera suficiente para decepcionarlo, el doctor que los atendía, después de revisar la salud de la bebé, les anuncio de que estaba frágil y probablemente necesitara buenos cuidados porque estaba expuesta a contraer enfermedades fácilmente. Geno no podía soportar eso, su rechazo se hizo notorio cuando ignoro las palabras del doctor, en cambio su madre se había hecho cargo del engendro, sus padres no hicieron ningún comentario dirigiendo sus miradas a distintas direcciones, y en silencio tomaron la responsabilidad del bebé.
Otros largos años, sintiéndose en soledad pasaron, la niña de cinco años caminaba por la casa alegremente arrastrando uno de sus grandes peluches, la pequeña siempre veia a personas de piel negra rodeándola, la vigilaban y cuidaban de su salud, la madre de su amo les habia ordenado de que la pequeña no debía salir de casa, la luz solar era dañina para su piel sensible y su vista no era muy buena. La pequeña no entendía, pero lo tomaba como un juego sonriendo tan adorable.
—¡Papi! ¡Papi!— Grito corriendo hacia la oficina de su padre, siendo una infante, su inocencia la hacia sentirse amada.
Su padre, de ojos rojos resaltantes la observo, veía como aquella hija suya se acercaba, con tan solo verlos todos iban a saber que eran padre e hija, tenían el mismo tono de cabello y el mismo color de ojos, era como su pequeña copia, Geno extrañamente estaba de buen humor por lo que acepto sin quejarse a ser abrazado por su hija.
—Shino, cuantas veces debo decirte que debes de estar en tu habitación. Este no es un lugar para una niña.— La regaño cargándola y regresando a su habitación.
—¡Quiero ir donde la abuela! ¡Quiero jugar con ella!
Su madre ahora estaba descansando en cama, había sido golpeada por su padre por algunos errores que no le gusto a el, no podía decirle eso a su hija. Aun después de años, su madre seguía siendo agredida por su padre y seguía sin decir una sola palabra.
—La abuela esta enferma, por ahora jugaras en tu habitación con tus muñecas.— Dicho eso, cuando llegaron a la habitación de la niña, la dejo en su cama y salió, debía terminar algunos trabajos pendientes y no tenia tiempo para cuidar de ella.
Shino hizo un puchero disgustada, toda su habitación estaba a oscuras, a no ser por las lamparas, las ventanas estaban prohibidas a abrirse, y no podía salir de casa a jugar en el patio. Iba a obedecer a su padre, pero tenia tanta energía que hizo caso omiso a sus palabras, agarro un telas y las envolvió en su cuerpo para cubrirse del sol junto con un largo sombrero, también agarro unas grandes gafas negras para que el sol no dañara sus ojos, y ahora estaba lista para salir y jugar un poco en el patio, aprovecho la oportunidad de que esas personas de piel negra no estaban alrededor y salió en silencio por unas de las puertas, nunca antes había salido de la casa, solo veía a escondidas de su ventana, pero cuando lo hizo, el aire fresco inundo sus pulmones, no dejaba de sonreír, estaba feliz de ver a su alrededor los arboles, el patio verdoso, aunque un poco opacado por las gafas negras, giraba lentamente para observar todo, hasta que choco con otra persona cayendo al suelo.
—¡Ay!— Se quejo por sus manos lastimadas, la tierra había sido tosca con su piel y comenzó a sollozar.
—Perdona. ¿Estas bien?— Aquella persona con la cual choco, era un niño casi de la misma edad de ella, su piel era negra.
—¡Me lastimaste!— Las palmas de sus manos le dolía, pero cuando vio a ese niño dejo de llorar, en su corta edad no había visto a otro niño casi de su edad, y su color de piel era curiosa para ella. —Lo quiero...—Susurro, sus palabras fueron inaudibles para el niño, iba a volver a hablar pero fue cargada por su abuelo.
—¡Shino! ¡¿Que haces afuera?!— Cuando la cargo, fue inmediatamente de regreso a la habitación de la menor. —Sabes que no puedes salir de la casa, te lo he dicho muchas veces.
—Pero yo solo quería ver...— Se quejo haciendo berrinche. —Solo quería ver.— Su abuelo repetía y repetía que no podía salir, y demostraba su disgusto quejándose, gritando y haciendo berrinche.
Geno vio a su padre cargando a su hija, no entendía nada y los siguió hacia la habitación, viendo como su hija era dejada sentada en la cama y su padre se arrodillaba para repetirle el porque no debía salir.
—¿No puedes siquiera observar a tu hija? Si no hubiera salido y encontrarla, algo le hubiera pasado.
—No es mi problema.— Su buen humor se fue y con desagrado observo a la niña. —¡Debes de entender que no esta permitido que salgas! De lo contrario. ¡Te lo hare saber a base de- — No había terminado de hablar, pues su padre le grito que se callara.
Shino mantenía la cabeza agachada, no le gustaba que su padre le gritara.
—Suficiente Geno, mejor retírate.
—No me paso nada, yo solo quería ver como era afuera. ¡Y encontré a un niño de mi edad! Es un negrito chiquito. ¡Y lo quiero para mi!— Levanto su rostro viendo a su padre y abuelo. —Ustedes no me dejan tener nada. ¡Y lo quiero! ¡Lo quiero, lo quiero, lo quiero para mi!— Otra vez un de sus berrinches.
—Shino, tienes muchas cosas.
—Todas estas cosas me aburre, y si ni puedo salir, al menos dénmelo a el, que me haga compañía, mi abuela siempre se enferma con frecuencia, y no quiero volver a jugar sola nunca mas...
Si antes estaba furioso ahora estaba completamente en blanco. ¿Su hija quería convivir con esas clases de personas? Realmente era una vergüenza. Geno estaba indignado que se rio en burla, iba a rechazar absolutamente esa petición, pero su padre hablo primero.
—¿Qué petición tan absurda es esta?
—...No es mala idea, piénsalo Geno, ni siquiera pasas tiempo con ella, además que ni tiene hermanos y viéndote no creo que los vaya a tener, no cuenta con nadie.— Vio a su nieta y le acaricio su mejilla. —Mi niña, tendrás lo que quieres.
—¡Gracias abuelito!— Grito llena de felicidad abrazándolo.
Y cumpliendo con las peticiones de su nieta, hizo que aquel niño se convirtiera en un juguete para su pequeña, Shino ahora tenia un nuevo juguete con el cual se divertía bastante, y ambos niños crecieron juntos.
Shino vivió esos años en gran felicidad, pero toda esa felicidad se iba poco a poco cuando supo de aquella ley de vientres, que trata sobre los esclavos, que cumplían los dieciocho años iban a ser liberados por ley, su juguete favorito se veía contento por aquella dicha ley, y eso la hizo enojar haciendo que aquella linda niña tuviera otra personalidad idéntica a su padre.
—¡Papá! ¡Uno de mis collares no esta!— Grito llorando, cubriéndose el rostro con un sombrero y tela transparente, salió hacia el comedor donde almorzaban el y su abuelo.
Marvul se levanto para ir donde su nieta y verla, trato de calmarla pero lo que escucho le sorprendió un poco.
—¿No están? ¿Pero como es posible? Si a tu cuarto solo entramos tu abuelo, yo y... ¡Negro tenia que ser!— Geno que se mantuvo en su asiento, tiro su servilleta y agarro uno de los látigos dirigiéndose a la habitación de su hija en busca de ese, ahora adolescente, juguete.
Marvul se mantuvo abrazando a su nieta, mientras escuchaba los grito de Geno y uno o dos latigazos en la habitación. El juguete de su hija, luego del castigo a manos de Geno, fue llevado al cepo.
Shino, desde su ventana veía a su juguete en el cepo, llorando del dolor y soportando esa posición incomoda, verlo de tal forma hizo que una sonrisa apareciera en su rostro y sus llamativos ojos de tono carmesí se achinaran.
Después de todo Shino era idéntica a su padre.
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❝ᴘʀᴏᴘᴇʀᴛʏ❞ ||【InkError】
Hayran KurguInk de niño no entendía, no sabia la razón por la cual su padre maltrataba a las personas de color, sus gritos, sus llantos, era perturbador ver como la sangre rodeaba sus espaldas por los latigazos. Esas personas eran propiedad de su padre según el...